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Feijóo convierte su discurso de investidura en un alegato contra la amnistía y contra Sánchez

El líder del PP propone un nuevo delito de “deslealtad constitucional” que reformularía el antiguo de sedición, el mantenimiento del impuesto a la banca y el escudo social del Gobierno de coalición, mientras lanza guiños a Vox en violencia de género o transición energética

El líder del PP y candidato a la residencia del Gobierno, Alberto Núñez Feijóo, aplaudido por la bancada popular a su llegada al hemiciclo.Foto: Claudio Álvarez | Vídeo: EPV
Elsa García de Blas

No guardó siquiera las apariencias de que estaba presentando su candidatura a la presidencia del Gobierno. En los primeros cinco minutos de su discurso, Alberto Núñez Feijóo se lanzó a degüello contra la amnistía. “Sin más preámbulos”, dijo nada más arrancar su intervención en la tribuna del Congreso, solo después de los saludos a las autoridades. “La amnistía o ‘cualquier fórmula equivalente o análoga’ es un instrumento adecuado para superar el conflicto catalán [...]. Con esto bastaría, ¿no? Pues no. No voy a defender eso. Tengo principios, límites y palabra. Y sobre todo tengo un deber que no voy a eludir”, proclamó ante el hemiciclo, abarrotado por diputados, senadores y barones populares, a los que Génova llamó a rebato para arropar al aspirante. Pero el candidato a ocupar La Moncloa no quería empezar a hablar de su proyecto, sino que se dedicó a desmontar el posible proyecto del adversario, Pedro Sánchez, convirtiendo toda la primera parte de su intervención en un alegato contra la amnistía. Lo resumió el portavoz del PNV, Aitor Esteban, mientras el líder del PP seguía interviniendo desde la tribuna: “Más parece esto una moción de censura a un Gobierno en funciones que una investidura”.

Consciente de que no tiene los votos para ser investido, Feijóo renunció a defender de inicio la ficción de su candidatura a la presidencia del Gobierno, abocada al fracaso desde que recibió el encargo del Rey. Y se lanzó al ataque contra el presidente del Gobierno en funciones y la posibilidad de amnistiar a los involucrados en el desafío independentista de 2017. “Para mí, ni jurídica ni éticamente es aceptable”, enfatizó. El líder del PP argumentó que una amnistía implicaría, a su juicio, “burlar” la Constitución “mediante subterfugios”. “Es una aberración jurídica”, criticó, y un “ataque directo a valores democráticos esenciales”. “Hay quien reniega de la Transición. Yo vengo a reivindicarla y a reclamar su vigencia”, proclamó el político gallego.

Su propuesta, en cambio, para el conflicto político en Cataluña es el Código Penal: endurecer el delito de malversación y aprobar un nuevo delito de “deslealtad constitucional” que reformularía el antiguo delito de sedición, aunque el PP no aclara en qué consistiría ese nuevo tipo penal. La ministra de Hacienda en funciones, María Jesús Montero, se preguntó con ironía en sus redes sociales si la negativa del PP a renovar el Consejo General del Poder Judicial “entraría en el delito de deslealtad constitucional”. Más allá de la propuesta punitiva, Feijóo plantea la eterna promesa de reformar el Senado y aprobar un nuevo modelo de financiación autonómica, sin asimetrías entre comunidades, aunque en el discurso dejó una referencia muy ambigua al régimen fiscal catalán. “Cataluña, más allá del España sí o el España no, lo que quiere es recuperar prestigio, calidad de vida y lograr que sus esfuerzos fiscales, sobre todo en el pago de los impuestos a la Generalitat, sean reconocidos por un país que la quiere dentro, no fuera”.

Feijóo no pudo evitar caer en algunas falsedades para justificar su empeño en haberse presentado a una investidura abocada al fracaso. Las bancadas de la izquierda y los nacionalistas estallaron en carcajadas cuando el líder del PP sostuvo que si no es presidente es porque no quiere. “Tengo a mi alcance los votos para ser presidente del Gobierno”, dijo interrumpido por las risas. “Pero no acepto pagar el precio que me piden para serlo”. La realidad es que Feijóo no podría haber amarrado en ningún caso el respaldo de 176 diputados sumando a la vez a Junts o el PNV y a Vox, como han dejado claro esos partidos. El líder popular perdería el apoyo de la extrema derecha si pactara con los nacionalistas e independentistas. Por eso no ha logrado sumar un solo respaldo más de los 172 con los que recibió el encargo del Rey; porque Vox, que lo apoyará, actúa como un repelente para los nacionalismos o para cualquier otra alianza.

El presidente del PP presentó un discurso de reunificación de la derecha. Su propósito, consciente de que su investidura iba a fracasar, era reforzar su liderazgo y utilizar la plataforma que le daba el Congreso para erigirse en el referente no solo de los votantes del PP, sino también de los de Vox, que le dará su apoyo en la votación de esta semana. Feijóo se refirió a los tres millones de votantes del partido ultra, que tienen, dijo, “todo” su “respeto”, y se mostró condescendiente con la formación de Santiago Abascal, a quien agradeció su “respaldo generoso y responsable”. Vox, al que Feijóo calificaba en 2019 como “extrema derecha”, ahora es para el líder popular simplemente “la formación más unitaria”.

En ese intento de reunificar la derecha, como le ha pedido José María Aznar, Feijóo lanzó guiños a las posiciones políticas de Vox en violencia de género o en transición energética, asumiendo parte de su guerra cultural. Así, cuestionó la eficacia de las medidas vigentes contra la violencia machista, como hace siempre Abascal para justificar su propuesta de derogar la ley contra la violencia de género, y asumió que las políticas en vigor contra esta lacra “culpan directamente a todos los hombres”, aunque reafirmó el respaldo del PP al Pacto de Estado contra la Violencia de Género.

A la vez, Feijóo confirmó su respaldo a “una economía más verde”, pero “sin visiones apocalípticas” y condicionada a que no “limite el crecimiento” o “imponga un determinado modo de vida”. “Es decir, transición ecológica, sí. Dictadura activista, en ningún caso”, proclamó el líder del PP, asumiendo incluso el lenguaje de la extrema derecha en este punto. Abascal le agradeció después el acercamiento a esos planteamientos, así como su crítica al “adoctrinamiento” en los colegios.

“De acuerdo en lo importante”

En las réplicas, el choque con el líder de Vox fue de guante blanco. “Señor Abascal, yo seguiré hablando con Vox aunque le moleste al partido sanchista”, le prometió Feijóo, que solo mencionó como diferencias entre ambos partidos el europeísmo, que el PP es “un partido de gestión” y la política lingüística, aunque ambos se han opuesto al uso de las lenguas cooficiales en el Congreso. “Estamos de acuerdo en lo importante”, remachó el líder popular en respuesta al de Vox.

El resto del programa de Gobierno que el presidente del PP presentó ante la Cámara fue un compendio de sus propuestas electorales. Rebajas fiscales, como reducir el IRPF a las rentas bajas y medias, las de ingresos de hasta 40.000 euros; y extender temporalmente la rebaja del IVA de los alimentos a la carne, pescado y conservas, y mantener el escudo social del Gobierno en funciones, incluido, como ya avanzó durante la campaña para las generales del 23 de julio, el impuesto extraordinario a los beneficios de la banca. Feijóo plantea seguir incrementando el salario mínimo interprofesional para alcanzar el 60% del salario medio, aunque no especifica cuándo, y revalorizar las pensiones, sin vincularlas al IPC. Una propuesta económica resumida en la cuadratura del círculo: promesas generalistas que bajan impuestos, incrementan el gasto y a la vez reducen el déficit, sin que esté claro cómo es posible todo eso a la vez.

Sánchez sobrevoló por todo el discurso de Feijóo, revelando que el líder del PP no se ha recuperado de su victoria insuficiente en las generales de julio. “Señor Sánchez, su actitud nunca cambiará la mía. Ni sus desprecios. Ni los desprecios de los suyos. Jamás”, le dijo. Y añadió, al referirse a la amnistía: “Retrata a quien antepone el interés general a la ambición personal y a quien no lo hizo ni lo hará. Me retrata a mí. Le retrata a usted, señor Sánchez”. A Feijóo le molestó especialmente que el líder socialista no le diera la réplica. Al PP le descolocó que en su lugar se enfrentara a él el diputado y exalcalde de Valladolid Óscar Puente. El presidente popular reaccionó con enfado. “¿Usted me pedía seis debates durante la campaña electoral y ahora no es capaz de hacer el segundo?”, se quejó. Después, se dedicó a responderle en las réplicas a otros partidos, como en la de Vox.

Con todo, el presidente del PP dejó de lado las apelaciones al transfuguismo a los diputados del PSOE que han lanzado en los últimos días algunos dirigentes populares, y se centró en interpelar a Junts y al PNV para tratar de convencerlos de que reconsideren su voto. “¿Qué les hace pensar que todo lo que hoy se usa para satisfacer sus exigencias no se utilizará contra ustedes cuando ya no les necesiten? Háganme caso. Un Estado garantista es mejor hasta para ustedes”, los interpeló. “No me recrearé en las consecuencias electorales de sus alianzas (a la vista está que no muy rentables), pero están en un error. ¿Los han votado a ustedes para que se aplique la política económica de Podemos? ¿En serio?”.

Feijóo utilizó también su discurso, de casi dos horas, para reivindicar su liderazgo al frente del PP, por si acaso sufre tensiones después de no haber logrado una victoria suficiente en las urnas. “Haber ganado las elecciones es la primera razón por la que hoy estoy aquí”, subrayó, después de recordar que tiene 16 escaños más que el PSOE, cuenta con mayoría absoluta en el Senado y reúne más diputados (137) que los que nunca ha logrado Sánchez. De nada le bastan todas esas cifras para evitar que su investidura sea un intento fallido. Salvo una sorpresa mayúscula que nadie espera, el líder del PP saldrá del Congreso cambiando el traje de ganador de las elecciones por el del candidato que no logró la confianza del Parlamento.

[Si no puede leer el discurso, pinche aquí o aquí para descargárselo en PDF]

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Sobre la firma

Elsa García de Blas
Periodista política. Cubre la información del PP después de haber seguido los pasos de tres partidos (el PSOE, Unidas Podemos y Cs). La mayor parte de su carrera la ha desarrollado en EL PAÍS y la SER. Es licenciada en Derecho y en Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid y máster en periodismo de EL PAÍS. Colabora como analista en TVE.

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