La crisis del mejillón en Galicia: la venta de molusco cada vez más pequeño desploma su reproducción
Biólogos buscan alternativas e investigan cómo criar larvas en incubadoras. El problema ha puesto en pie de guerra a los mejilloneros contra la Xunta y los percebeiros, con los que comparten acantilados
Galicia, primer productor de mejillón de Europa y tercero del mundo, afronta un grave problema: la caída histórica de la semilla de este molusco, llamada mejilla, que los mariscadores extraen de las rocas para llevarlas a las bateas donde se dejan crecer. La crisis hunde sus raíces en un modelo comercial que, desde hace dos décadas, se ha decantado por vender tallas pequeñas del bivalvo. Es mucho más rentable, pero, según los biólogos, ha repercutido en el ritmo natural de reproducción de esta especie, con ciclos más cortos para abastecer el mercado. Esa falta de mejilla ha derivado en un gran enfrentamiento de los mejilloneros con la Xunta y los percebeiros, otro sector estratégico, pero con menor peso económico con el que comparte zonas de extracción en los acantilados. Entre estas dos aguas del conflicto, el Gobierno gallego apuesta por el diálogo para calmar los soliviantados ánimos de los bateeiros por la escasez de cría, mientras los percebeiros ven amenazados sus recursos y exigen zonas exclusivas para explotar el crustáceo.
El cambio de modelo productivo del mejillón es el factor de mayor peso que influye en la escasez de mejilla, además de otros medioambientales como las corrientes marinas. La estrategia comercial que prima la venta de moluscos de tamaño pequeño requiere más cantidad de mejilla, mientras el número de individuos en edad reproductiva es mucho menor. “El ciclo de cultivo es ahora más corto”, explica el biólogo Carlos Gabín, director del Centro de Investigaciones Marinas (Cima) de Vilanova de Arousa (Pontevedra). “Si el mejillón grande de 40 gramos está en batea entre 22 a 24 meses hasta alcanzar la talla comercial, el pequeño, de 20 gramos, solo requiere entre 9 y 11 meses”, incide.
La Xunta lleva años trabajando para buscar soluciones y las hatcheries o criaderos se presentan como principales alternativas. La Consellería do Mar ha encargado un estudio para evaluar distintas formas de conseguir más mejilla, en el que invertirá más de dos millones de euros. También está elaborando un plan de gestión, que propondrá próximamente al sector, con el que pretende reducir la dependencia de su extracción en el medio natural. Su objetivo es crear un grupo de trabajo científico-técnico para abordar las demandas de las más de 40 organizaciones de productores, captando más larvas de mejillón para criaderos y permitiendo que las bateas tengan más cuerdas y más largas.
Con un número estable de 3.300 bateas en Galicia, las estadísticas de los últimos años certifican esa mayor apuesta por el denominado comercialmente mejillón fresco pequeño o lacasito. En 2022, se extrajeron 219.000 toneladas de bivalvo y este tamaño representó el 68% de la producción y el 65% de la facturación total. En la década de 2000, suponía solo el 45% de la producción y menos de la mitad de los ingresos. El peso económico del mejillón grande ha caído. Si hace 20 años llegó a alcanzar un tercio de la facturación, ahora apenas supone un 10% del total y casi un 12% de la facturación global, generando 13 millones de euros frente a los casi 74 millones del mejillón pequeño que reina en el mercado.
El sector ha puesto el foco en la situación ruinosa que supone la falta de mejilla y culpa a la conselleira Rosa Quintana de favorecer a los percebeiros. Sin embargo, las cifras dicen lo contrario. En 2022, en plena crisis de la mejilla, los bateeiros obtuvieron los mejores resultados económicos de su historia, con una facturación que superó los 150 millones de euros. La estabilidad de los precios ha influido y la Xunta se propone que siga siendo así, “con el objetivo de darle valor a un producto de la máxima calidad de las rías gallegas”.
Zonas de conflicto
Las zonas rocosas batidas en las que crece el percebe en Galicia suelen contar con una abundante presencia de mejilla y la deficiente extracción de un recurso puede acabar dañando al otro. Ese es el origen de las desavenencias que mantienen desde hace décadas los bateeiros y los percebeiros, que se acusan mutuamente de perjudicar sus intereses. El conflicto se ha recrudecido en los últimos años por la escasez de mejilla y la mayor presencia de mejilloneros en zonas con percebe de gran calidad.
En 2019, la Xunta decidió delimitar zonas para la extracción de las especies en liza y establecer algunas áreas exclusivas para el percebe a través de un decreto que fue recurrido en los tribunales sin éxito por los mejilloneros. La Consellería do Mar tiene claro que “debe realizarse una explotación sostenible de todos los recursos y adoptar las medidas atendiendo los intereses de ambos sectores implicados”, explican. Además, incide en que ha mantenido más de 50 reuniones con las dos partes en el último año, y que ha realizado “múltiples concesiones al sector bateeiro”. Entre ellas, cita la ampliación del período de extracción, incluso a todo el año; elevar el actual de cuerdas de entre 100 y 150; y autorizar la extracción de mejilla en los malecones de los puertos.
Desde febrero, se abrieron más de 152 kilómetros de costa a la extracción de mejilla, 120 en puertos y más de 12 en bancos naturales, pero nueve cofradías del percebe recurrieron la medida y la adjudicación a los mejilloneros se anuló a la espera de retomarla con otra fórmula jurídica. Los percebeiros cuentan con siete zonas de exclusividad en la provincia de A Coruña y otras siete en Pontevedra.
Para el biólogo Edgar No Couto los dos sectores son compatibles. “El choque se plantea cuando las mejores zonas de producción de percebe, las más protegidas, se reservan para campañas importantes como la de Navidad. Hay que intentar lograr un equilibrio, ya que hay menos percebe y su fijación y desarrollo en la roca es más lento”, explica. El percebe tarda dos años en adquirir la talla comercial y una roca completamente raspada por la extracción de la mejilla tarda de 3 a 4 años en ser productiva, subraya el investigador.
Experimento para producir larvas en incubadoras
Hace más de 25 años que las hacheries o incubadoras para la eclosión asistida se pusieron de moda en la acuicultura gallega. Ahora el Centro de Investigaciones Marinas de la Xunta (Cima), en Vilanova de Arousa, impulsa un plan experimental para producir larvas de mejillón en estas granjas y paliar así la escasez de mejilla.
A finales de febrero de 2022, se puso en marcha un criadero de 80 metros cuadrados donde se produce fitoplacton y se desarrollan larvas de mejillón salvaje de las rías gallegas. Se lograron 3 millones de unidades y ahora están en reproducción otros 14 millones. “El ensayo experimental mostrará el comportamiento de las larvas de criadero en la batea, sin intervenir en el proceso y respetando a los productores de los que esperamos que demanden nuestra colaboración y haya interés por lo que estamos haciendo”, subraya Carlos Gabín, director del centro.
El abastecimiento de mejillón siempre ha procedido del medio marino, pero “hay un cambio de hábitos por razones de mercado, por lo que estamos trabajando para encontrar alternativas a la producción de mejilla, aunque no serán soluciones definitivas”, aclara Gabín. Recientemente ha habido señales de que el sector privado está interesado en acometer proyectos empresariales para criaderos. “Es una buena noticia porque puede surgir un sector muy competitivo con una enorme demanda, así que estamos abiertos a colaborar, como lo estamos haciendo con todo el sector, acomodándonos a sus medios de trabajo”, añade.
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