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PALOS DE CIEGO
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La verdad sobre la inmigración

¿Qué niño no le dice a su padre: “Papá, cuando sea mayor me encantaría recoger manzanas de sol a sol”?

Dos trabajadores recolectan manzanas de la Indicación Geográfica Protegida (IPG) Poma de Girona en La Tallada d'Empordà el pasado mes de agosto.
Dos trabajadores recolectan manzanas de la Indicación Geográfica Protegida (IPG) Poma de Girona en La Tallada d'Empordà el pasado mes de agosto.David Borrat (EFE)
Javier Cercas

Por fin la vi. La luz, quiero decir: cegado por mi elitismo de intelectual, podrido de ideología pijoprogre gafapasta, hasta ayer yo podía escribir mariconadas buenistas como que a los inmigrantes que llegan en cayucos a nuestras playas hay que acogerlos “igual que si fueran nuestros hijos y nuestros hermanos, que es lo que son”. Qué vergüenza, Dios santo: ni que yo fuera el papa Francisco. Pero eso se acabó: la realidad es la realidad, y yo por fin la he visto.

De entrada, reconozcamos que el binomio inmigración-inseguridad es un hecho. Vivo gran parte del año en un pueblo del Empordà y salgo a correr a diario; lo hago a oscuras, de madrugada, y más de una vez me he dado un trastazo contra un negro en bicicleta. Los dos nos pegamos un susto de muerte, pero la culpa es suya: si el negro no fuera negro y no montara una bici sin faros, no se hubiera vuelto invisible en la noche y yo no me hubiera estrellado contra él y no hubiera puesto en peligro mi integridad física. Porque, ¿se puede saber qué pinta un negro en bici por el Empordà? ¿Quién le manda salir de Gambia o de Senegal? ¿Qué se le ha perdido por aquí, donde no habíamos visto un negro en nuestra puñetera vida? Resulta que mi pueblo está rodeado de manzanares y, más o menos cuando llega el mes de septiembre, hay que recoger las manzanas. ¿Quién las recoge? ¿Los españoles? Ni hablar: los negros, los inmigrantes. ¿Y por qué no recogen sus propias manzanas los españoles? Por qué va a ser: porque no los dejan, porque los negros les quitan el trabajo; ya les gustaría a los españoles trabajar de sol a sol en el bochorno del verano o bajo la lluvia y el frío del otoño, cantando y bailando de alegría, locos de satisfacción por su trabajo de recogedores de manzanas y sus sueldos correspondientes de ejecutivos del Ibex 35. ¿A quién no le gusta eso? ¿Qué niño no le dice a su padre, en cuanto tiene uso de razón: “Papá, cuando sea mayor me encantaría recoger manzanas de sol a sol”? Yo mismo he visto montones de españoles a la entrada de los manzanares suplicando recoger manzanas mientras unos capataces gafapasta los mantienen a raya con sus látigos, gritando: “Os jodéis, cabrones: preferimos a los negros del Senegal”. Y entonces, se preguntarán ustedes, ¿cómo es que nunca nos cruzamos con inmigrantes en nuestras playas, ni en nuestros restaurantes, ni en nuestros bares de copas? ¿Será verdad que viven hacinados en invernaderos o pisos patera, como cuentan los periodistas pijoprogres? Tonterías: quien quiere saberlo sabe que los inmigrantes tienen sus playas privadas, sus restaurantes tres estrellas Michelin, sus exclusivos bares de copas. Y por supuesto es falso —pura desinformación gafapasta— que lleguen a nuestras costas medio muertos y en cayucos: ¿quién no los ha visto bajar de sus jets privados con sus trajes de Armani, sus gafas de sol Cartier y su media sonrisa supremacista? Y eso por limitarnos a los recogedores de manzanas y no hablar de las asistentas. ¿Cuántos de ustedes tienen una asistenta española de pura cepa? ¿Y creen de verdad que eso es porque a las españolas no les gusta limpiar nuestra propia mierda? No sean ingenuos, por favor: las españolas están impacientes por limpiar mierda española, todas suspiran por trabajar como asistentas, a mí mismo me entran a veces unas ganas tremendas de vestirme de asistenta y ponerme a limpiar mierda española y gozar de la vida regalada y los pingües emolumentos y privilegios que comporta un empleo de asistenta española; lo que pasa es que no puedo, porque los inmigrantes nos roban incluso el consuelo de limpiar la mierda de nuestros compatriotas. Y, así, todo.

Esta es la realidad, no la que se inventan los medios progres. Y ahora díganme: ¿se imaginan un país donde uno pudiera correr de noche por el campo sin miedo a chocar contra un negro, donde tuviéramos la oportunidad de trabajar de sol a sol recogiendo nuestras propias manzanas, donde pudiéramos incluso limpiar la mierda de nuestros semejantes sin que nadie nos lo impidiera? Ah, eso sería el paraíso. Así que hay que afrontarlo: o nosotros acabamos con la inmigración, o la inmigración acabará con nosotros.

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