La ropa del abuelo no envejece
Amadeu y Gemma Barbany, padre e hija, crean coloristas jerséis sin género ni edad. Cada modelo cuenta la historia de un yayo o una yaya, una persona mayor que hace algo por la comunidad
Son apenas las nueve de la mañana en Granollers, ciudad de pasado industrial y alrededor de 60.000 habitantes en la comarca del Vallès Oriental, a 27 kilómetros de Barcelona. Amadeu y Gemma Barbany, padre e hija, “socios desde hace siete años”, abren la puerta de Dracs, su tienda de moda de proximidad en el centro de la villa, en una callejuela peatonal a tiro de piedra de la plaza del mercado, y se disponen a dedicar la jornada a asomarnos al universo IAIOS. Sobre los grandes mostradores de madera aguardan los coloristas jerséis de la marca. Son prendas pensadas, según nos cuenta Gemma, “para durar”, como actos de resistencia contra la cultura de la inmediatez frenética y la fast fashion. Tal y como explica Amadeu, pretenden ser “una apuesta por la eterna juventud de la ropa del abuelo, esas piezas artesanales divertidas, diferentes, con personalidad, que sobreviven al vértigo de la moda porque la gente se siente cómoda con ellas y les tiene apego”.
IAIOS es la última encarnación de un negocio familiar cuyos orígenes se remontan a la tienda de tejidos que Joan Barbany, tatarabuelo de Gemma, inauguró en Granollers en 1895. El bisabuelo Amadeu le añadió un taller y empezó a elaborar en él prendas propias. “Ya en 1990″, explica Gemma Barbany, “mi padre inauguró la primera versión de Dracs, una tienda en cuyo espacio subterráneo se realizaban talleres, exposiciones, pequeños conciertos y, en general, iniciativas sociales y culturales que contribuyeron a dinamizar Granollers durante más de 20 años”. La tienda cerró en 2012 y fue reabierta tres años más tarde en su actual ubicación. Amadeu, que por entonces se había convertido ya en presidente de la Asociación de Comerciantes Gran Centro de Granollers, tuvo claro que a la nueva etapa empresarial debía corresponder también “un cambio de mentalidad: había llegado la hora de intentar algo distinto”.
Así, en 2016, Gemma, licenciada en Bellas Artes y con un máster en comunicación digital, se incorpora a la empresa con el proyecto de lanzar una nueva marca, esa “operación de rescate de la moda de antes, pero adaptada a la sensibilidad de ahora”, que ha acabado siendo IAIOS. Desde el principio tuvieron claro que querían que cada uno de los modelos de la marca tuviese “un nombre e historia detrás”. “El primer diseño lo bautizamos como iaio (yayo) Amadeu, en honor del bisabuelo, que fue el que dio el gran salto al vacío de convertirnos en productores de ropa”, explica Gemma. A partir de ahí, en palabras de Amadeu, cristalizó la idea de elegir como padrino para cada nueva entrada en el catálogo de la marca “un yayo o yaya concreto”: “Una persona mayor de nuestro entorno con una historia que contar”.
Así fueron naciendo los jerséis dedicados a Tània Navarro, activista transgénero barcelonesa de 67 años; Mateu, fabricante y coleccionista de peonzas que acaba de cumplir 93; Jaume, diseñador y dibujante de Canet de Mar, activo aún a sus 75; el centenario Joan Carulla, vegetariano por convicción, pionero de los huertos urbanos, o el ya fallecido Padrino Isidro, que fue anarquista y prisionero de guerra. Para alguno de los jerséis han elegido padrinos ilustres, como la bailaora malagueña Bella Dora, la dibujante y marionetista Pilarín Bayés, la educadora italiana Maria Montessori o la escritora sueca Astrid Lindgren, pero el criterio que predomina, como casi todo en esta iniciativa con tanto arraigo, es apostar por la tercera edad local. “A casi todo el mundo le entusiasman las historias del abuelo”, argumenta Mateu, “y nuestra idea era recuperar todo ese caudal de experiencias y acercárselo a los que compren nuestras prendas”. “Cada año”, explica Gemma, “renovamos entre una cuarta parte y un tercio de nuestro catálogo, de manera que continuamente están entrando jerséis nuevos, en producciones limitadas de entre 48 y 60 unidades por modelo, cada uno con su correspondiente yayo detrás”.
Los últimos en incorporarse a la familia y tener un jersey que lleva su nombre son Pere Diumaró, de 93 años, y Teresa Muga, de 78. Con Pere nos citamos en el lugar en que creció, un apartamento con vistas a la céntrica plaza de la Corona, en pleno eje comercial del centro de Granollers. Los Diumaró regentaban Can Peret, una taberna tradicional a pie de plaza, pero él prefirió buscar trabajo en un taller local en el que, según nos cuenta, dedicó sus días “a vestir muñecas”, un amplio surtido de juguetes personalizados, con sello de autor, que Amadeu Barbany describe como “auténticas filigranas”. Una vez retirado, a instigación del historiador local, Pere empezó a documentarse en profundidad sobre el pasado de la plaza de la Corona, del campanario cercano y, en general, hasta del último recoveco de este rincón, poco más de un kilómetro cuadrado del centro de Granollers, en que ha transcurrido su vida. El resultado de esta tarea de documentación minuciosa y exhaustiva son cuatro libros que Pere muestra con ilusión y un punto de orgullo. Son su contribución personal a la memoria histórica de una ciudad que ha encontrado en él a un cronista apasionado.
A pocos minutos de allí, en la residencia El Xiprer, espera Teresa Muga, que sigue acudiendo a diario a ejercer de voluntaria en este comedor social y casa de acogida que puso en marcha en su caserón familiar otra veterana vecina de Granollers, Mercè Riera. Teresa es una mujer emotiva y locuaz, que cuida de su entorno inmediato (“mi hermana, mi sobrino”) y aún encuentra tiempo que dedicarle a su otra familia, la de El Xiprer. Para ellos cocina, sirve mesas, barre, friega y organiza. Con ellos “convive y aprende”. Asegura que eso le da la vida. “¿Qué haría yo sin ellos, sin mi gente? Incluso en los peores días, cuando los problemas me abruman, cruzo esa puerta y se me curan todos los males. Soy feliz. Me siento útil”. Para Amadeu Barbany, que le sirve de pinche en esa cocina “llena de vida y de anécdotas”, Teresa es “todo un referente solidario en Granollers”.
Ya de vuelta en la planta superior de Dracs, donde Gemma realiza sus diseños, los Barbany posan de nuevo y recuerdan la frase del ensayista Jules Renard que les sirve de lema: “La vejez te ha llegado cuando empiezas a decir que nunca te has sentido tan joven”. Amadeu la interpreta en un sentido positivo: “Estamos rodeados de gente muy mayor que conserva las inquietudes, la energía y el entusiasmo”. IAIOS se dirige a ellos. Quiere ser un puente intergeneracional entre jóvenes de todas las edades. Además de una sociedad familiar que, según Gemma, funciona como un reloj: “Mi padre y yo compartimos lo fundamental: una idea, una filosofía y unos valores”.
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