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Luna Ki: “Por lo mismo que me han reñido profesores, luego me han aplaudido”

La cantante barcelonesa asegura que ya no es de recibo clasificar o castigar por una identidad. Renunció a participar en el Benidorm Fest por no poder usar el autotune. En su próximo disco lo abandona

Luna Ki
La artista de 24 años Luna Ki posa en el parque del Oeste en Madrid.(c)GIANFRANCO TRIPODO
Anatxu Zabalbeascoa

Con 18 años, Luna Ki (Luna Górriz Vilá, Barcelona, 24 años) consiguió cinco millones de reproducciones con un single, Septiembre, en el que hablaba de felaciones bajo la mesa del instituto. Extrema, fuerte sobre el escenario, pero cauta y dulce “como todas las personas vulnerables”, advierte. En el salón destartalado de su casa, contesta abrazada a su perro Freestyle: “Llevo muchos nervios. He estado escribiendo sobre lo que pienso para prepararme”. De mirada profunda y un poco asustada —”me gusta ir a terapia porque hablo mucho y no lo publican”—, se toma tiempo —largos silencios— antes de responder. Y, como hacen los niños, repite bajito las preguntas antes de contestar.

¿Es más una fan de Hello Kitty o una mujer sobre plataformas mostrando el culo?

Qué cabrona… Soy muchas, ¿no? Las dos.

¿Qué hace única a una artista?

Hacerse único es ser uno mismo. De peque tuve una crisis gorda por una falta de educación espiritual. Quizá si hubiera nacido en la India, las cosas hubieran sido distintas. Hay países donde dan mucha importancia a la energía vital. Me puse Ki porque Ki es energía vital en chino.

“Quise dejar de existir, pero me salvó Luna Ki”.

Me atormentaba el pensamiento de la muerte. Y convertirme en Luna Ki me sacó de ahí. Decidí dejar el mundo cotidiano para hacer lo que me daba la gana.

En España, para la mayoría de la gente, la educación espiritual ha sido religiosa o no ha sido.

Echo de menos una tercera vía. Por eso tengo este personaje. No me di cuenta de que estaba creándolo. Estudiaba segundo de bachillerato artístico y la clase que más disfrutaba era Filosofía. Hubo un momento en el que me sentía rebelde y escuchaba Soy rebelde de Jeanette. No podía soportar el mundo en el que vivía.

¿Qué no soportaba?

La injusticia. La incomprensión que había hacia ciertos colectivos. Me sentía marginada.

¿Por qué si tiene privilegios?

No sé de dónde vienen mis problemas mentales. Nací y me sentí como el tronco que aguanta una familia porque hay mucho exilio en ella. Muchas historias de dolor, de contextos políticos complicados. Nací, además, con este nombre: Luna. Y siempre me sentí diferente. En el colegio, con mis amigos… Por lo mismo que me han reñido profesores —por dibujar, escribir, hacer preguntas—, luego me han aplaudido o me han dado un altavoz.

"No entiendo mi manera de vestir como un disfraz. Es mi expresión para ser yo", dice la autora de 'Septiembre'.
"No entiendo mi manera de vestir como un disfraz. Es mi expresión para ser yo", dice la autora de 'Septiembre'.Gianfranco Tripodo

La expulsaron de cinco colegios.

De alguno me sacó mi familia. De algún otro, como el Aula, me tuve que ir por presión social. No encajaba. En el instituto me dormía en clase porque había estado toda la noche haciendo una canción. En un colegio debería existir diálogo por encima de castigo. De uno me expulsaron por llegar a clase con autolesiones.

¿Intentaban protegerla?

O protegerse ellos. No me puedo arrepentir. No cambiaría nada porque de todo he aprendido. Era mi camino. Y a la vez no animaría a nadie a sufrir tanto para conseguir algo.

Septiembre fue su primer single. “Dime que me quieres, te hago los deberes. Te la chupo debajo de la mesa y te mueres”. ¿Escandaliza describir una felación?

El escándalo está a veces en lo que no se nombra. Debe haber libertad para hablar de lo que queramos.

¿Por qué sentía necesitad de llamar la atención?

Era inocente, inconsciente de lo que hacía. Todavía tengo inocencia. Es un tesoro.

Cejas imposibles, uñas kilométricas. ¿Se sentía disfrazada o protegida?

No entiendo mi manera de vestir como un disfraz. Es mi expresión para ser yo. Pero detrás hay mucha inseguridad. Hay gente que cree que para subirse a un escenario con autoridad debes tener seguridad. Es lo contrario. Yo no tengo autoestima pero sí mucha autodeterminación.

¿Ser adolescente no es eso: sentirse fuera de lugar o rechazado?

Supongo. Pero en el álbum en el que estamos trabajando digo: “Bájame del trono, no soy diosa. Quiero ser real y no una reina”.

¿Cómo se pasa de querer ser diva a pedir que te bajen del trono?

Creo que ha habido una idealización y una degradación de mi persona por estar expuesta. Eso deshumaniza. En esta nueva era quiero ser una más.

¿La vulnerabilidad conecta mejor que el poder?

Quiero hablar de lo que nos ha tocado vivir a los de mi generación: de drogas, de muerte y dolor, pero como uno más de esta comunidad.

¿Qué piensa de la primera Luna Ki?

La quiero mucho. Quiero protegerla…

Ahí se nota que ha ido a terapia.

He aprendido a quererme. Ayer leí: “Si te pidiesen que nombrases todas las cosas que quieres en la vida, ¿cuánto tardarías en nombrarte?”. Había hecho una lista de seres importantes en mi vida entre los cuales había incluido a mi perro Freestyle, porque para mí es como una persona. Y no me había incluido. Aunque está claro que soy importante en mi vida. Además, estoy en un momento lúcido que viene dado por mi situación personal más feliz.

En poco más de un lustro ha pasado de las autolesiones a la felicidad.

Tengo picos bajos, pero si hago balance estoy cada vez más feliz.

¿Luna Ki es la canción? ¿La actuación? ¿El shock?

Creo que es fuerza vital contagiada. La fuerza que da defender la expresión, la libertad, reivindicar la diferencia y la belleza sorprendente. Me interesa sorprender, pero no con algo asqueroso, con algo bonito. Es mucho más difícil provocar con algo bello. Desde la belleza.

¿Cómo lo aprendió?

Mostrándome vulnerable y fuerte a la vez. Mi generación habla de lo que nos preocupa: de salud mental, de formas de amar, de nuevas etiquetas con las que identificarnos. Creo que obtenemos fuerza de hablar de nuestra fragilidad. Lo que nos preocupa es básico: poder ser.

¿Para ser artista hay que querer ser el mejor?

Siempre he tenido una fuerte autoexigencia. Y una gran exigencia en casa. Pero que tu hijo quiera ser artista debe de ser una putada para unos padres. No es lo mismo que estudie Medicina. Ahí el esfuerzo se entiende y apoya. En los grandes —Amy Winehouse o Michael Jackson—, al margen de sacrificio, hay mucho poder. Y yo tengo un anhelo de infancia: quiero hacer lo que sea para cambiar el mundo que me ha hecho daño. Estudiando Filosofía, leía y decía: ¡ostras! esto lo he pensado. Hubiera querido nacer hace años para pensarlo la primera.

¿Ser el primero no es poco filosófico?

Es muy de nuestra época. Cuando tenía una idea y la comentaba con el profesor, me decía: se ha escrito. Le preguntaba si yo lo habría pensado de haber nacido hace siglos y contestaba: seguramente no. Estas ideas están trabajadas. Has llegado a ellas porque una mujer hoy puede estudiar.

Quiere mover masas.

No digo que haya sido una niña maltratada, pero solo se es niño una vez. Cómo nos tratan de niños nos forma, nos enseña a ser. Si tuviera poder y dinero no querría tener un ferrari, querría ayudar a los menores con problemas de violencia doméstica o de bullying o de trastornos de alimentación.

¿Los ha sufrido?

Sufrí acoso escolar, trastornos de alimentación por los cánones de belleza e intento de suicidio. Tengo una canción que se llama Huérfana. He tenido carencias. Pero también amor. Mi abuela ha sido un pilar en mi vida. Ella escucha a los niños porque entiende que es importante. Tuve la suerte de tener la misma madre que mi padre. Me dedicaba tiempo, me daba pinturas, me llevaba a exposiciones… Eso también se hacía en mi casa, pero se hacía más tarde, cuando llegaban mis padres del trabajo.

¿Es hija de una generación obsesionada con el trabajo?

Sí. Para triunfar. Como yo ahora lo estoy con triunfar. Nos falta tiempo. Pero yo no voy a descuidar a mi perro.

Tiene un colectivo de fans muy entregado. ¿Es una ideología? ¿Una cuota de mercado?

El colectivo LGTBIQ+ son muchas etiquetas. Yo soy todas y ninguna. El amor entre personas del mismo sexo es algo natural, pero aún hay mucha incomprensión y violencia.

Ha barajado varias identidades sexuales.

He estado con una lesbiana, con una hetero, con chicos… ¿Qué soy? Soy una persona del siglo XXI. Tener que elegir es de otro siglo.

Se acerca a su público físicamente. ¿Cómo elige a quién subir al escenario?

En mis conciertos la gente está entregada. Me crezco viendo que se crecen. Y entonces veo a alguien emocionado, que creo que lo necesita y lo invito a subir. Alguien que está solo. O que se sabe las canciones. O que viene con su madre. Yo veo a una madre que hace eso por su hijo y me derrito…

¿La suya está en sus conciertos?

Mis padres siempre están en mis conciertos.

¿De qué vive?

De mis conciertos y de mis derechos de autora.

¿Es más que mileurista?

Depende del mes.

¿Y los que trabajan con usted?

Tienen una dedicación parcial. Trabajan con otras personas.

Cambia casi con cada canción. ¿Estrategia?

Me transformo en lo que siento. Evoluciono y cambio los mensajes, o mi expresión física para llegar a más gente. Hice una primera canción, Septiembre, que fue muy popular. Las personas que me aconsejaban me dijeron que hiciera más en esa línea. Pero eso no es crecer. Ni creer en lo que hago.

"Atreverse a vivir una vida con sentido es un ejercicio de riesgo", afirma Luna Ki.
"Atreverse a vivir una vida con sentido es un ejercicio de riesgo", afirma Luna Ki. Gianfranco Tripodo

¿Qué es madurar?

Aprender. Tienes que dejarte atravesar por la vida. Atreverse a vivir una vida con sentido es un ejercicio de riesgo. Me he hecho mucho más daño a mí misma con miedo que desde que decidí intentar perderlo.

¿Siente miedo a los límites de la libertad de expresión que defiende la extrema derecha?

Este tema no lo domino. Pero voto.

¿Se puede ser gay y votar extrema derecha?

Poder se puede. Hay mujeres que no apoyan la igualdad.

“No puedo parar, creo que me corro ya”. “Me voy a correr, me voy a mear”. ¿Se puede hablar de todo en una canción? ¿Se debe?

El sexo es algo muy bonito que, sin embargo, es tabú. A todo el mundo le gusta, pero no se puede hablar de ello. Tener una canción con la que celebrarlo me parece bonito. A estas alturas, seguimos igual.

Como adolescente necesitó romper, dañar: “Quémame el piti en la espalda”. “Ya no voy al cole y he quemado un coche”.

Esto salía de mi rebeldía que ya se va pasando y, creo, se va transformando en responsabilidad. Ahora no pienso en destruir sino en construir. Me he dado cuenta de que ya no soy una niña que deba obedecer, o protestar, contra las normas de un mundo hecho. Soy una adulta que contribuye a cómo quiere que sea el mundo. El arte es mi lugar seguro en este mundo triste.

¿A quién escucha?

A la gente que amo: a mi abuela, a mi perro, a mi equipo, a mis amigas… A Shakira, a Lady Gaga, a Lenny Kravitz, a Freddie Mercury, a Alberto Gambino y a Jeanette, mis referentes musicales. Mi primer concierto fue de Shakira. Lady Gaga es transgresora y salvavidas. Lenny Kravitz, un chico fluido que me recuerda a Prince y que no es el prototipo de hombre.

¿Lady Gaga es su modelo?

Creer en ella es creer en el cambio. Ay…, me he dejado personas que quiero. ¿Puedo nombrarlas? Mis amores, mis muertos (mi bisabuela Raquel y Carmen, mi amiga que se quitó la vida hace tres meses). También las personas que me apoyan. La gente los llamaría fans, yo: máquinas.

Nunca menciona a sus padres entre la gente que la apoya.

Ay…, me los he dejado. Estudiaron en Moscú, se fueron de Cuba. Llegaron a España y montaron un estudio de arquitectura. Son referentes por su empeño. Y también referentes de cosas que no quiero ser: si alguna vez soy madre, trataré de no separar tanto la vida y el trabajo.

Ha cantado con su hermano Pablo.

Siempre me he sentido mal por tener tanto. Mi hermano me ha dado mucho. Y un día, para su cumpleaños, le regalé un bit que me sonó a él. Él se puso a escribir y… salió Play Doh, que habla de ser duro y tener el corazón blandito como la plastilina. Habla de lo que hemos jugado juntos. Evidentemente entre las personas que quiero está mi familia: mi hermano, mi padre, mi madre… Pero destaca mi abuela.

“Tengo un enganche feo”. “Me rompiste el corazón después de romperme el a…”. ¿Engancha más el amor o las pastillas?

El amor tóxico es una droga más. Tuve un enganche con el Rivotril [benzodiacepina], que me recetaron con 15 años para ataques de pánico. Consumí más de lo que hubiera debido.

¿Cómo se limpió?

Dándome cuenta de que tenía una adicción y asustándome mucho. Un terapeuta me hizo rellenar una tabla con horas de sueño y consumo de rivotriles. Al anotarlo me di cuenta de que en un día llegaba a tomar 13. O 18. O 20. Y me dije: yo esta hoja no la entrego al médico. Me dio vergüenza. Me olvidaba de que había tomado, porque iba volada, y tomaba otra. Una vez estaba en un McDonalds con uno de mis amores, fui al baño y me tomé una. Pensé: me acabo de tomar tres y he vuelto a la mesa cual yonqui como si aquí no pasara nada. Y no se lo cuento a mi pareja. Tiré lo que tenía. Me guardé una ristra y la utilicé cinco años después para un videoclip. Hoy no necesito.

¿Qué la ayudó a salir?

La plenitud, la paz mental. El mejor estado para mí es la sobriedad.

Con 24 años está de vuelta de mucho.

Tengo una relación chill con las drogas. Me han ayudado a componer. Pero no necesito drogas para ser creativa, como dice Lady Gaga.

Hace unos meses en su trabajo había rabia: “Tú no me vas a joder la vida…”.

La partida no forma parte de mi nuevo disco porque estoy soltando. Pero me encantan las historias de venganza: V de Vendetta, Kill Bill… Me vuelvo loca por la justicia que hay en esas historias.

Peleó por usar el autotune en el Benidorm Fest en la canción Voy a morir.

Es una manera de cantar en el siglo XXI. Antes no existía. Y esa canción estaba compuesta para ese efecto. Fue doloroso que me lo prohibieran. Las normas del Benidorm Fest no lo especificaban. No me enfrenté a RTVE por no dañar la imagen ni del festival ni de los demás artistas. Me rendí. Hay un límite entre la reivindicación y la destrucción. Y simplemente me fui.

Ahora está dejando el autotune.

Porque he ganado confianza en lo que puedo transmitir con mi voz con menos efectos. Un perro disfrazado con un pijama es muy mono. Te puede parecer gracioso o puede haber un animalista que se enfade porque no hay que ponerle eso al perro. Generará opiniones diversas. En cambio, un perro desnudo, natural, no genera opiniones. Ni genera rechazo. Quiero ser más natural y cercana.

¿Qué es triunfar?

Tener una vida plena. Con sentido. Ser el artista de tu propia vida. El arte está en todos. Mejora el mundo y crea esperanza.

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