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Por el Anillo Verde de Vitoria-Gasteiz con bici eléctrica y guía

Las mejores pistas para rodear pausadamente la capital alavesa en un fácil recorrido de 33 kilómetros que se detiene en seis enclaves naturales y el emblemático barrio de Errekaleor. Bosques, lagunas, ciervos, arte urbano y un pincho de tortilla

Un ciclista por el Anillo Verde de Vitoria a la altura del Edificio Vital, del estudio Mozas Aguirre Arquitectos.
Un ciclista por el Anillo Verde de Vitoria a la altura del Edificio Vital, del estudio Mozas Aguirre Arquitectos.ANDRÉS CAMPOS

Vitoria-Gasteiz es la mejor ciudad de España para ir en bici. Lo dice un estudio de la OCU y lo puede comprobar cualquiera que se anime a recorrerla pedaleando. Para ello, nada como la vuelta al Anillo Verde, un circuito señalizado de 33 kilómetros que rodea la capital alavesa uniendo media docena de espacios naturales, incluido uno de los humedales más valiosos del País Vasco, el parque de Salburua, donde habita el visón europeo y donde es fácil tropezarse con alguno de los 140 ciervos que triscan y berrean a orillas de sus lagunas.

Aunque Vitoria-Gasteiz es llana y, sin parar, un ciclista experimentado puede rodearla en una hora y media, uno normalito que se lo tome con calma (y con algún pincho de tortilla por el camino) puede echar tres o cuatro de excursión. El viajero inteligente se hará con una bici eléctrica de alquiler y con los servicios de un guía: Guiartu organiza visitas guiadas en bici, bicitaxi y ofrece alquiler de bicis, mientras E-bikevialki también alquila de bicis eléctricas, con entrega y recogida en cualquier punto de la ciudad. Así uno se cansará menos. Se perderá menos. ¿Y tardará menos? No, a poco que se enrolle el cicerone, tardará más.

Al tratarse de un itinerario circular, puede elegirse cualquier punto de partida y cualquier sentido. Recomendamos, sin embargo, empezar en Salburua, que es el espacio natural más llamativo, y hacerlo en sentido antihorario, que es como viene indicado en los paneles informativos que hallaremos por el camino. Estos son los momentos estelares del recorrido.

Kilómetro 0 y 33: Salburua, ‘aeropuerto’ de vida

Comenzamos (y terminamos) la vuelta en el parque de Salburua, Humedal Ramsar de importancia internacional, incluido en la Red Natura 2000. Este es un paraíso acuático de 200 hectáreas que se encuentra a solo dos kilómetros en línea recta del cogollo medieval de Vitoria, al este de la ciudad. Viendo estas lagunas rebosantes de pájaros (y de animalejos en peligro de extinción, como el visón europeo y la rana ágil) y estas campas donde pululan los ciervos, nadie diría que nos hallamos a principios del siglo XXI, sino a finales del XII, en 1181, cuando el rey Sancho IV de Navarra fundó la ciudad. Pocos vecinos se acuerdan ya, o no quieren acordarse, de que, en su día, aquí estuvo el aeródromo General Mola, del que despegaron los aviones de la infame legión Cóndor, los que bombardearon Gernika. Hoy, las que despegan y aterrizan en Salburua son infinidad de aves: ánades, ánsares, silbones, cucharas, cercetas, porrones, fochas, somormujos, zampullines, gaviotas garzas, garcetas… Y las muchas cigüeñas que tienen sus nidos (¡más de 60!) en las choperas ribereñas.

Centro de Interpretación de la Naturaleza Ataria, en el parque de Salburua.
Centro de Interpretación de la Naturaleza Ataria, en el parque de Salburua. ANDRÉS CAMPOS

En Salburua está el Centro de Interpretación de la Naturaleza Ataria, donde espera un espectacular mirador volado sobre las aguas. Y a pocos pasos, otros dos símbolos de la moderna Vitoria: el Edificio Vital, sede de Caja Vital Kutxa, con planta en forma de cromosoma y juncos de acero en la fachada y diseñado por el estudio Mozas Aguirre Arquitectos, y el Fernando Buesa Arena, pabellón digno de la NBA donde juega el Baskonia.

Kilómetro 3: por el río Zadorra hasta la prehistoria

Bordeando el Edificio Vital, partimos de Salburua hacia el norte y seguimos el río Alegría hasta su desembocadura en el Zadorra. Junto a este caudaloso afluente del Ebro, que marca el límite septentrional de la ciudad, pedaleamos durante nueve kilómetros, pasando por los concejos vitorianos de Gamarra y Abetxuko y por el cerro de Atxa. En Gamarra, parada obligada para avituallarse en Rioja 3.0, bar famoso por su tortilla de patata (una de las mejores de Vitoria) y por su oreja rebozada. Y en el cerro de Atxa habrá también que detenerse para contemplar desde el mirador allí instalado una espléndida panorámica del paisaje agrícola de la llanada alavesa y, en lontananza, las cumbres del Gorbea y del Anboto. La enorme vista y el agua abundante hicieron que los hombres se asentaran en este cerro desde tiempos remotos. Se conservan restos de un poblado de la Segunda Edad del Hierro (siglos IV y III antes de Cristo) y de un campamento militar romano del siglo I.

Kilómetro 12: el bosque-isla de Zabalgana

Al oeste de la ciudad, a las 9.00 en el reloj del Anillo Verde, se descubre Zabalgana, un bosque-isla de quejigos rodeado de un mar de cultivos, testigo de la vegetación que cubría la llanada alavesa antes de que sus tierras fueran roturadas. Y antes también de que esta zona occidental de la ciudad se llenara de feas graveras (ahora restauradas) y de plantas industriales como Mercedes-Benz, cuya estrella asoma al lado mismo del bosque.

Comadrejas, liebres, conejos y zorros son algunos de los vecinos de este quejigar, el cual alberga también una gran variedad de aves: carboneros, petirrojos, urracas, mirlos… Si oímos ulular a los búhos chicos, será señal de que nos hemos quedado dormidos debajo de un quejigo y se nos ha hecho tardísimo, casi de noche.

Kilómetro 16: Armentia, la cuna del santo meón

Otro bosque de quejigos mucho más extenso y hermoso, el de Armentia, nos aguarda al suroeste de la ciudad, junto a la basílica románica de San Prudencio, el patrón de Álava. Le dicen el santo meón, porque el 28 de abril, cuando es su fiesta, llueve sí o sí.

Basílica románica de San Prudencio, en las campas de Armentia.
Basílica románica de San Prudencio, en las campas de Armentia. samey (ISTOCKPHOTO / GETTY IMAGES) (Getty Images/iStockphoto)

Cerca de Armentia, en pleno Anillo Verde, espera un buen lugar para descansar tras la excursión: el aparthotel bikefriendly Sercotel Jardines de Uleta, con bicicletas de alquiler, taller y gimnasio.

Kilómetro 23: jardín botánico de Olarizu

Al sur de Vitoria, completadas tres cuartas partes de la vuelta al Anillo Verde, se encuentra el jardín botánico de Olarizu. En sus más de 120 hectáreas acoge distintas colecciones de plantas, entre las que destaca una representación de los principales bosques de Europa, además de otras formaciones vegetales, albergando más de un millar de especies vegetales. En la dehesa de Olarizu pastaba antiguamente el ganado que abastecía a las carnicerías de la ciudad. Ese recuerdo nos despierta el apetito. Ese recuerdo, y que ya hemos quemado 500 calorías.

Un grupo de personas paseando por el anillo verde en las afueras de Vitoria. Al fondo, el monte Olarizu.
Un grupo de personas paseando por el anillo verde en las afueras de Vitoria. Al fondo, el monte Olarizu. Basotxerri / Alamy

Kilómetro 26: los murales de Errekaleor

Si se da la vuelta al Anillo Verde tal como está señalizada, se ha de subir ahora al cerro de las Neveras. Pero otra opción, para variar, es atravesar la zona de Errekaleor, que está a sus pies. Este antiguo barrio obrero fue ocupado en 2013 por estudiantes del campus de Vitoria de la Universidad del País Vasco, dando lugar a la mayor experiencia alternativa de autogestión desarrollada en España en la historia reciente.

Un mural en el barrio de Errekaleor, en Vitoria.
Un mural en el barrio de Errekaleor, en Vitoria. ANDRÉS CAMPOS

Diez años después, son 140 los habitantes de Errekaleor, que cuenta con un cine de 115 asientos, dos iglesias reconvertidas en centro social y local de ensayos de música, casa social (escuela, biblioteca, taller de artesanía, sala de reuniones…), un frontón de 12 números cubierto, panadería, huerta, imprenta y gallinero. Solo por ver y fotografiar los inmensos murales urbanos reivindicativos que decoran sus bloques de viviendas ya vale la pena la visita.

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