_
_
_
_

El espectro de Riba de Santiuste y otras curiosas historias de castillos

Ocho fortificaciones españolas de cuento de hadas o de fantasía medieval, con fantasma o sin él. Los amigos de lo raro y lo paranormal se fotografían delante, en la torre más alta o en la cama, porque algunos han sido transformados en hoteles

Vista aérea del castillo de Butrón, en Bizkaia.
Vista aérea del castillo de Butrón, en Bizkaia.Edson Conde (Alamy)

En España hay 2.500 castillos. Son algo muy común. Lo que no es normal es encontrar un castillo como los de la región alemana de la Selva Negra cerca de Bilbao o como el de la Cenicienta en la provincia de Segovia. Las restauraciones excesivas y las apariciones en películas y series como Juego de tronos han convertido estos enclaves con siglos de historia en sitios extraordinarios, objetivo de blogueros y en ocasiones también destinos para los amantes de lo paranormal.

Castillo de la emperatriz Eugenia de Montijo en Arteaga (Bizkaia).
Castillo de la emperatriz Eugenia de Montijo en Arteaga (Bizkaia).Juan Carlos Muñoz (Alamy)

Arteaga y Butrón (Bizkaia)

Eugenia de Montijo, que además de emperatriz de Francia era señora de Arteaga, mandó reconstruir la torre que sus antepasados tenían cerca de la localidad Gernika. Y fue Couvrechet, el arquitecto francés de los Sitios Imperiales, quien diseñó en 1856 un castillo de fantasía de estilo neogótico, que no se parecía en nada a lo que había antes, pero era mucho más fino, de aires franceses, ideal para una emperatriz y no digamos ya para montar un hotelito como el que se inauguró en 2003. El Castillo de Arteaga es el primer y único Relais & Châteaux en el País Vasco y el hotel más romántico en cien kilómetros a la redonda.  

Una joven contempla el castillo vizcaíno de Butrón.
Una joven contempla el castillo vizcaíno de Butrón.Joaquin Ossorio-Castillo (Alamy)

Ubicado también en Bizkaia, el castillo de Butrón es de la misma época y estilo. Se esconde en un bosque a unos 18 kilómetros al norte de la ciudad de Bilbao, a medio camino entre Sopelana y Munguía. También era una casa-torre medieval y también fue reformado en el siglo XIX con muchas torrecillas almenadas y chapiteles de pizarra, como los hacía Luis II de Baviera, el Rey Loco. Pero su propietario, el marqués de Cubas, lo hizo por pura diversión, no era este un lugar para vivir: en las torres apenas se cabe y a algunas estancias se llega por pasarelas y escaleras al aire libre. Durante un tiempo se pudo visitar. Ahora solo se puede ver por fuera. Pero su simple vista traslada al observador a la Edad Media. 

Alcázar de Segovia, en un espigón de roca en la confluencia de los ríos Clamores y Eresma.
Alcázar de Segovia, en un espigón de roca en la confluencia de los ríos Clamores y Eresma.Jeremy Walker (Getty)

Alcázar de Segovia

A Josep Pla le recordaba a un pastel: “Las restauraciones dan al castillo un aspecto de obra de confitería”. Desde luego, del siglo XII, que es cuando se menciona por primera vez el alcáçar de Segovia, no parece. Sea como fuere, este castillo de cuento de hadas, erizado de torrecillas con picudos chapiteles, es uno de los que inspiró el de la Cenicienta de Disney World, en Florida. Se pueden visitar 11 salas: entre ellas la más antigua, la del Palacio Viejo, con sus ventanas geminadas del siglo XII, y la más importante, la de los Reyes, donde se reunían las Cortes bajo la mirada de todos los monarcas que hay esculpidos en el friso, desde don Pelayo hasta Juana la Loca. Además, se puede ascender a la torre de Juan II, 152 peldaños que finalizan a 80 metros de altura. El castillo de la Cenicienta mide solo 57. 

Uno de los balcones del castillo de Almodóvar del Río, en la provincia de Córdoba.
Uno de los balcones del castillo de Almodóvar del Río, en la provincia de Córdoba.Wirestock, Inc (Alamy)

Almodóvar del Río (Córdoba)

Esta maravillosa fortaleza de origen árabe fue edificada en torno al año 740. Así que lleva 1.300 años vigilando una curva del Guadalquivir desde una colina de 252 metros de altura, a unos 25 kilómetros de Córdoba. Pero está como nuevo. Y ello gracias a Rafael Desmaissieres y Farina, 12º conde de Torralva, y su amigo el arquitecto Adolfo Fernández Casanova, que lo restauraron a fondo entre 1901 y 1936. Quizá se les fue la mano… Pero se les fue para gran comodidad de los que rodaron aquí Camelot (1967), Boabdil el Chico, el último rey moro (1968), Dardanelos (1970) y otras diez películas, series y anuncios, que no tuvieron que retocar nada del escenario. En la séptima temporada de Juego de tronos, el castillo de Almodóvar fue Altojardín. Hay un itinerario específico para los fans de la exitosa serie de HBO. Y en la torre Redonda se exhiben trajes y armaduras de la misma. 

Fortaleza de Riba de Santiuste (Guadalajara).
Fortaleza de Riba de Santiuste (Guadalajara).KarSol (Alamy)

Riba de Santiuste y Zafra (Guadalajara)

Para raro, raro, el castillo de Riba de Santiuste, cerca de Sigüenza. Está plantado sobre la cresta de un cerro lleno de pliegues y fracturas, de estratos de arenisca roja y amarilla, de cristales de sal y de ripples, las ondas dibujadas por la marea en una playa millones de años atrás. Ha sido lugar de reunión de miembros de Nueva Acrópolis, organización internacional sin ánimo de lucro ni propósito claro. Y tiene fantasma, una tal Manuela, a la que el presentador Íker Jiménez dedicó un reportaje en el programa Cuarto Milenio.

El castillo de Zafra construido en el siglo XII en un cerro calizo de la sierra de Caldereros (Guadalajara).
El castillo de Zafra construido en el siglo XII en un cerro calizo de la sierra de Caldereros (Guadalajara).Joaquin Ossorio-Castillo (Alamy)

Otro castillo en la provincia de Guadalajara que pone los pelos de punta es el de Zafra. En el alto y desolado páramo de Molina de Aragón, a seis kilómetros de Campillo de Dueñas, se descubre esta fortaleza roja que hace equilibrios sobre una afilada peña del mismo color. Es como encontrar un castillo en Marte. O era, porque desde que apareció en la sexta temporada de Juego de tronos, como la Torre de la Alegría, sale cada dos por tres en algún blog y siempre hay curiosos alrededor. 

Claustro de Santa María la Real de Olite (Navarra).
Claustro de Santa María la Real de Olite (Navarra).Jose Gulias Trigas (Getty)

Palacio Real de Olite (Navarra)

En agosto de 2011, una alcaldesa belga que estaba de vacaciones en España fue sorprendida por un videoaficionado haciendo el amor con su novio en una de las torres del Palacio Real de Olite. La verdad es que este castillo, construido a comienzos del siglo XV, está hecho que ni aposta para jugar al escondite, para perderse y encontrarse con el aliento entrecortado y una sonrisilla pícara en los labios. Está claro que no fue concebido para hacer la guerra, actividad en la que Carlos III el Noble nunca brilló: lo suyo fue el arte, el lujo y tener hijos, nada menos que 13. Es un castillo-palacio romántico, de estilo gótico pero romántico, lleno de galerías, ventanales de primorosa tracería, jardines colgantes y torrecillas altísimas y minúsculas, desde las que el rey y la reina, Doña Leonor de Trastámara, contemplaban los torneos, o eso decían. Junto al Palacio Nuevo, que es la parte del castillo que se visita, se encuentra el Palacio Viejo, que es la más antigua (del siglo XIII, con fundamentos romanos) y la que ocupa el Parador de Olite. Es un hotel con misterio, con fantasma: un esqueleto que aparece, como las caras de Bélmez, en el cuadro del Príncipe de Viana que preside el salón. 

El castillo de Cardona (Barcelona), emergiendo entre la niebla por la mañana.
El castillo de Cardona (Barcelona), emergiendo entre la niebla por la mañana.Sergi Boixader (Alamy)

Cardona (Barcelona)

Otro castillo que es hotel y aloja un fantasma es el Parador de Cardona. Días ha habido en que todos los muebles de la habitación 712 amanecían juntos en el centro de la estancia, para pasmo del servicio de limpieza. Quizá fuera Abdalá, el príncipe bereber que vio cómo su amada, la hija del duque de Cardona, se marchitaba y moría encerrada por su padre en la torre de la Minyona, y que desde entonces vaga de noche por el castillo. Encaramado desde hace 1.100 años en un promontorio que domina la vega del río Cardener y la famosa Montaña de Sal, el hoy parador es una fortaleza de roca oscura imponente. Sin dormir en ella, solo con mirarla, da miedo. Además de todas las vistas del mundo y de una habitación con duende, hay una iglesia del siglo XI, la colegiata de San Vicente, que es una joya del románico lombardo catalán. 

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_