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Obras maestras que podemos contemplar sin ir al museo

El erotismo de 'El beso', la enigmática sonrisa de 'La Gioconda' o el gusto hedonista de 'El almuerzo de los remeros'. Encuentros virtuales, cinematográficos y literarios con grandes hitos de la pintura

Una persona observa 'El nacimiento de Venus', de Sandro Botticelli, en la Galería Uffizi, en Florencia.
Una persona observa 'El nacimiento de Venus', de Sandro Botticelli, en la Galería Uffizi, en Florencia.ALBERTO PIZZOLI / AFP (Getty Images)
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Hay obras de arte por las que merece la pena hacer un viaje. O varios, si es preciso. Pero mientras que no podamos acercarnos físicamente a los templos del arte que las albergan, muchos de estos museos nos las ponen al alcance en detalladas visitas virtuales. Por supuesto esta lista podría ser mucho más larga, pero estas piezas son rotundas e incuestionables y merecen ser visitadas una y otra vez. Aunque, como ahora, solo podamos hacerlo desde la distancia.

Con Botticelli en Florencia

El nacimiento de Venus. Galería Uffizi (Florencia, Italia)

La Galería de los Uffizi, en Florencia, es uno de los más increíbles museos del mundo. Un espacio que nos embarca en un viaje único a través de la historia de la pintura. Aquí residen las mejores obras de artistas como Giotto, Masaccio, Leonardo, Miguel Ángel, Rafael, Tiziano, Caravaggio.... Pero el lugar de honor corresponde a los maestros florentinos, entre los que sobresale Sandro Botticelli (1445-1510). En la Sala di Botticelli la mayoría de los rostros se dirigen atónitos hacia su ensoñador cuadro El nacimiento de Venus. El artista se inspiró en la mitología clásica, que sostenía que Venus, diosa del amor y la belleza, emergió del mar ya crecida. Y ahí está, en toda su exuberante y seductora gloria (se perdona el cuello demasiado largo), llegando a la costa sobre una concha portada por los vientos céfiros (símbolo de las pasiones espirituales).

Para inspirarnos, podemos leer alguna novela ambientada en la Florencia de la época de los grandes pintores renacentistas, como Quattrocento (Planeta), de Susana Fortes, o sobre el propio Botticelli, como La muerte de Venus (RBA), de Luis Racionero, inspirada en la vida del pintor y en sus dos mayores obras: El nacimiento de Venus y La primavera. Y, cómo no, se puede hacer la visita virtual a los Uffizi y ver la explicación detallada de este cuadro desde la web de la galería florentina.

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Con Klimt en Viena

Una pareja se besa emulando el cuadro 'El beso', de Gustav Klimt, expuesto a sus espaldas en Viena.
Una pareja se besa emulando el cuadro 'El beso', de Gustav Klimt, expuesto a sus espaldas en Viena.DIETER NAGL / AFP (GETTY IMAGES)

El beso. Schloss Belvedere (Viena, Austria)

Seguro que todos hemos visto innumerables reproducciones de este cuadro, pero el óleo original pintado por Gustav Klimt en 1908 con laminillas de oro y estaño, paraliza los sentidos: brillantes volutas doradas, formas geométricas de los protagonistas (rectángulos “masculinos” y espirales “femeninas”), manos suavemente pinceladas y, por supuesto, el ósculo y la feliz fusión de los amantes en uno. Esta bellísima pintura concentra las principales características del estilo que definió toda la obra de Klimt: carga erótica, ricos adornos y abundancia de tonos metálicos. Además, no hay que olvidarse del propio museo en el que se aloja, pues el Schloss Belvedere está considerado uno de los palacios barrocos más hermosos del mundo. En otras palabras, un lugar perfecto para los más románticos. En la visita a Alto Belvedere, el edificio que alberga el museo y el principal de los tres que componen el complejo palaciego, es difícil pasar por alto el elaborado estuco y los frescos que adornan su vestíbulo de mármol, con excelentes vistas de los jardines del palacio y de la propia Viena.

Mientras nos sea imposible concertar una cita con esta obra maestra, habrá que conformarse con una aproximación a la Europa de comienzos del siglo XX en la que vivió el artista austriaco a través de dos películas: La dama de oro (2015), con Hellen Mirren como protagonista, sobre otro de los cuadros maestros de Klimt: Retrato de Adele Bloch-Baauer I; y la biográfica Klimt (2006), con John Makovich. Ambas se pueden ver en Filmin. Y, por supuesto, la visita virtual al museo Belvedere.

Un grupo de turistas fotografía con sus móviles a 'La Mona Lisa', expuesta en el Museo Louvre de París.
Un grupo de turistas fotografía con sus móviles a 'La Mona Lisa', expuesta en el Museo Louvre de París.ERIC FEFERBERG / AFP (GETTY IMAGES)

Con Leonardo en París

Mona Lisa. Museo Louvre (París, Francia)

La indiscutible estrella del Louvre La Mona Lisa de Leonardo Da Vinci (1452-1519), conserva intacto un imbatible poder de atracción 500 años después de ser retratada. Quizá por ello esta obra maestra de todos los tiempos descansa protegida bajo una gruesa estructura de madera y cristal a prueba de balas. Sobre ella se han escrito ríos de tinta, pero muy poco se sabe de esta dama de sonrisa enigmática. Durante siglos se especuló que podría haber estado enamorada (o haber sido amante) del retratista, pero hoy se tiene la firme creencia de que es Lisa Gherardini, esposa del mercader florentino Francesco del Giacondo, retratada por el maestro italiano entre 1503 y 1506. Del apellido de su esposo viene el nombre de La Gioconda por el que también se la conoce universalmente. En cuanto a su misteriosa sonrisa, la Universidad de Ámsterdam realizó en 2019 un estudio de esta para determinar, a través de un programa informático que evalúa las emociones de un rostro, que refleja un 83% felicidad, 9% disgusto, 6% miedo y 2% de enfado.

Sobre La Mona Lisa se han realizado muchísimas copias e interpretaciones. La mejor de todas, según los expertos, la podemos ver en el Museo del Prado, que algunos investigadores atribuyen incluso al propio Leonardo, aunque lo más probable es que su autor fuera Hans Holbein El Joven o el español Fernando Yáñez de la Almedina. Otro misterio más.

Si queremos contemplarla al detalle y entenderla en su contexto histórico, podemos sumergirnos en la visita online del Louvre y, concretamente, en el apartado dedicado al "cuadro mas famoso del mundo". Pero si preferimos una aproximación literaria, los libros sobre este icónico retrato son todo un género en sí mismo. Desde biografías de Leonardo, escritas por clásicos como Giorgio Vasari, Martin Kemp, Sigmund Freud o Paul Valery, hasta novelas y ensayos mucho más actuales como El secreto de Mona Lisa, de Dolores García (Edhasa), Adios, Mona Lisa, de Roberto Zapperi (Katz) o La sonrisa de la Gioconda, de Luis Racionero (Planeta), entre otros. Especialmente recomendable, la obra Mona Lisa (Crítica) del historiador británico Donald Sassoon.

'La última cena', de Leonardo da Vinci, expuesta en Milán.
'La última cena', de Leonardo da Vinci, expuesta en Milán.Getty Images

… o cenando en Milán

La última cena. Cenacolo Vinciano (Milán, Italia)

La obra de arte más famosa de las expuestas en la ciudad de Milán es La última cena, de Leonardo da Vinci, que representa el momento en el que Jesús pronuncia ante sus discípulos una frase lapidaria y premonitoria: “Uno de vosotros me traicionará”. El fresco decora una pared del Cenacolo Vinciano, el refectorio anexo a la iglesia de Santa Maria delle Grazie. Da Vinci lo pintó a finales del siglo XV, y en las últimas décadas ha sufrido sucesivas restauraciones para frenar su deterioro. Una vez nos hallamos ante el cuadro, las deficientes reproducciones de la pintura o las novelas superventas de dudosa calidad sobre el artista y su obra quedan reducidas a cenizas. Es un encuentro turbador.

Si no tenemos la suerte de haberla contemplado nunca en directo, habrá que conformarse con visitarla a través de Internet. Y completar la experiencia descubriendo todo lo que se ha escrito sobre este enigmático cuadro, muchas de cuyas lecturas son completamente fantasiosas o esotéricas, por lo que hay que cribar mucho. De La cena secreta de Javier Sierra (Planeta) a la archifamosa y de dudoso rigor histórico El Código Da Vinci (Planeta), que puso de moda la obra y disparó las visitas al Cenacolo de Milán. Para poner un punto de rigor y sensatez nada mejor que sumergirnos en una buena y contrastada biografía de Da Vinci: Leonardo da Vinci, de Walter Isaacson (Debate).

Los frescos de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina, en la Ciudad del Vaticano.
Los frescos de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina, en la Ciudad del Vaticano.Jim Zuckerman / Corbis (GETTY IMAGES)

Con Miguel Ángel en Roma

Capilla Sixtina (Ciudad del Vaticano)

Aunque las paredes de esta capilla, la mayor joya artística de la Ciudad del Vaticano, están engalanadas con obras de genios como Botticelli, Ghirlandaio, Pinturicchio y Signorelli, ninguna de ellas resiste la comparación con los asombrosos frescos del techo y la parte frontal realizados por Miguel Ángel (1475-1564): pecadores aterrados y magníficos profetas que estallan en su brillantez tridimensional.

Los frescos, espectacularmente detallados, de la Creación en el techo abovedado (pintado entre 1508 y 1512) están considerados como el punto álgido del arte occidental. Le siguió (24 años después) el impresionante Juicio Final del muro frontal (1536-1541). Durante cuatro difíciles y solitarios años este artista reservado pintó los 800 metros cuadrados de techo; 500 años después, los resultados siguen poniendo la carne de gallina. La Capilla Sixtina forma parte de los Museos Vaticanos: que también cuentan con una visita virtual.

Miguel Ángel, y particularmente su obra cumbre en la Capilla Sixtina, también ha servido de inspiración para muchas novelas, casi siempre con un misterio o una conspiración como telón de fondo. Podemos meternos en situación en La conjura Sixtina, de Philipp Vandenberg (Planeta), o en Los secretos de la Capilla Sixtina, de Benjamin Blech y Roy Doliner (Aguilar), que analizan a fondo esta obra. Para los que prefieran los clásicos: la colosal biografía de Miguel Ángel de Giorgio Vasari (Acantilado) y, sobre todo, el imprescindible La agonía y el éxtasis, de Irving Stone (Booket), que tuvo su correspondiente adaptación al cine en El tormento y el éxtasis (1965), con un Charlton Heston en el papel del artista y con Rex Harrison como el papa Julio II, centrada en el proceso creativo de la pintura en la Capilla Sixtina.

Con Munch en Oslo

El grito. Nasjonalgalleriet (Oslo, Noruega)

'El grito' (1893), de Edvard Munch.
'El grito' (1893), de Edvard Munch.Museo Nacional de Noruega

El estereotipo de artista torturado acompaña de siempre a la figura de Edvard Munch (1863-1944) y responde bastante a la realidad de su convulsa existencia. Y El grito, su obra más célebre, es una tremenda representación del tormento interior y desequilibrio emocional del artista noruego. Al indigar en su entorno familiar se entiende algo mejor su angustia vital: su madre y su hermana mayor murieron de tuberculosis, y su hermana menor tuvo problemas mentales desde pequeña. La historia del cuadro ha sido casi igual de tumultuosa que la del artista, pues ha sido robado con el mayor descaro (y recuperado) dos veces desde 1994.

Normalmente, se puede admirar El Grito en la Nasjonalgalleriet de Oslo —aunque hay otras dos versiones del cuadro en el Museo Munch de la ciudad—. Cerrado por la pandemia, ahora se puede disfrutar de forma virtual.  Si queremos conocer mejor al controvertido pintor podemos aprovechar el confinamiento para ver una película sobre su vida: Edvard Munch (1974).

'El almuerzo de los remeros', de Pierre-Auguste Renoir. The Phillips Collection
'El almuerzo de los remeros', de Pierre-Auguste Renoir. The Phillips Collection

Con Renoir en Washington

El almuerzo de los remeros. Phillips Collection (Washington, EE UU)

Nada de artistas torturados: esta escena, pintada por el impresionista francés Pierre-Auguste Renoir en 1881, rezuma vida y representa el puro joie de vivre. La obra captura el ambiente idílico de una sobremesa, con amigos comiendo, bebiendo, fumando y flirteando en una terraza frente al Sena, en el restaurante de la Maison Fournaise (en la localidad de Chatou, a las afueras de París), uno de los locales favoritos de Renoir para pasar los fines de semana.

Normalmente se puede contemplar en la Phillips Collection de Washington, pero ahora nos tendremos que conformar con verla online. De Renoir podemos encontrar otras obras maestras en el Musée d’Orsay de París, junto con el resto de los impresionistas, que puede recorrerse virtualmente gracias al proyecto Arts & Culture de Google. Los cinéfilos pueden completar la mirada al artista viendo el biopic de Renoir llevado al cine por el francés Gilles Bourdos en 2012. 

Un hombre contempla de cerca 'Los lirios', de Vincent van Gogh, pintura expuesta en el Getty Center de Los Ángeles.
Un hombre contempla de cerca 'Los lirios', de Vincent van Gogh, pintura expuesta en el Getty Center de Los Ángeles.GABRIEL BOUYS / AFP (GETTY IMAGES)

Con Van Gogh en Los Ángeles

Los Lirios. Getty Center (Los Ángeles, EE UU)

Mientras Vincent van Gogh (1853- 1890) vivió en Holanda y Bélgica pintó obras oscuras y pesadas, pero cuando se trasladó a Francia se deshizo del descarnado realismo social y se entregó al color en forma de flores, retratos y amplios espacios abiertos. En 1889, tras varios episodios de automutilación y hospitalización, ingresó en un asilo en Saint-Rémy. Allí, en su último año de vida, pintó casi 130 obras, incluida Los lirios. Su hermano Teo (marchante de arte) lo describió como “un bello estudio lleno de aire y vida”. Y tendría razón, pues este lienzo se encuentra entre los cuadros más caros de la historia. El Getty Center donde se encuentra la pintura expuesta  está en Sepulveda Boulevard, en Los Ángeles, y mientras que no podamos viajar podemos visitarlo virtualmente.

Lo bueno de Van Gogh es que podemos asomarnos a su atormentada vida de su propia mano, a través de sus escritos: Cartas a Theo (Alianza) da las claves de su vida y de su obra a través de una selección de misivas que escribió a su hermano; y en Cartas desde Provenza (Paidós) se cuentan sus últimos años de vida en la selección realizada por Martín Bailey. Además, Anhelo de vivir, de Irving Stone, es una buena biografía novelada.

Con una vida tan difícil y extraordinaria, es lógico que haya inspirado también varias películas: Vincent y Theo (1990), de Robert Altman, Van Gogh (1991), de Maurice Pialat, o la más famosa, El loco del pelo rojo (1956), un clásico de Vicente Minelli. Otra opción es ver la película Loving Vincent (2017), disponible en las plataformas de Filmin y Netflix, que es una producción polaca que fue la primera en generar animaciones hechas en su totalidad con pinturas, y que aborda los últimos momentos de la vida del pintor. La última de todas las versiones cinematográficas sobre su vida es At Eternity’s Gate (2018), de Julian Schnabel, con Willem Dafoe dando vida al artista.

'Las meninas', en el Museo del Prado de Madrid.
'Las meninas', en el Museo del Prado de Madrid.Alex Segre (ALAMY)

Con Velázquez en Madrid

Las meninas. Museo del Prado (Madrid, España)

Para visitar el Museo del Prado hace falta dedicar mucho tiempo. Su catálogo de obras de arte de primer nivel es amplísimo y la simple experiencia de pasear entre sus salas merece la pena. Pero si hay que elegir una obra representativa de esta institución tal vez ninguna mejor que Las meninas, el cuadro en el que Diego Velázquez pintó de forma originalísima a la familia del rey Felipe IV y a él mismo. Es una composición compleja que logra transmitir la sensación de realidad, y que al mismo tiempo encierra infinidad de significados. Se ha hablado mucho de la perspectiva, de la atmósfera, pero es también uno de los mejores retratos que nos ha dejado la pintura occidental. Mientras no podamos volver a contemplarlo en directo, podemos acercarnos a él virtualmente. Y es una estupenda excusa para visitar la magnífica web del Prado, cuyas visitas se han catapultado durante la pandemia.

Biografías del pintor y ensayos sobre su época se han escrito infinitas, desde las de Francisco Calvo Serraller, Bartolomé Bennasar, Fernando Marías o José Ortega y Gasset, entre otras muchas. Una buena recomendación: Velázquez, su tiempo y el nuestro, un recorrido por los secretos del genio sevillano de la mano de Javier Portús, jefe de pintura española del Pardo y máximo especialista del museo sobre el tema.

Un último plan: el documental en forma de thriller El cuadro (2019), interpretado por Eusebio Poncela y que ahonda en los misterios de la obra de Velázquez de la mano de diferentes especialistas de todo el mundo, estuvo nominada para los Goya 2020.

Visitantes frente al cuadro 'La ronda de noche', de Rembrandt, en el Rijskmuseum de Ámsterdam.
Visitantes frente al cuadro 'La ronda de noche', de Rembrandt, en el Rijskmuseum de Ámsterdam.ED OUDENAARDEN / AFP (GETTY IMAGES)

Con Rembrandt en Ámsterdam

La ronda de noche. Rijksmuseum (Ámsterdam, Países Bajos)

Una de las pinturas más importantes de la historia del arte, y también una de las más complejas, es esta ronda nocturna pintada por el maestro neerlandés Rembrandt (1606-1669) en 1642, sin duda su cuadro más famoso. Durante siglos, los intelectuales de la pintura han dedicado muchas horas a identificar a sus 28 personajes (30 antes de un desafortunado recorte, además de tres niños y un perro). En realidad, se ha demostrado que es una escena que tuvo lugar a la luz del día: el paso de una compañía de arcabuceros de un sombrío patio a la cegadora luz del sol. El genio holandés incorporó en este retrato colectivo barroco un montón de novedades que serían fundamentales para el futuro de la pintura.

Se encuentra en el Rijksmuseum de Ámsterdam, un museo especializado en arte neerlandés y que tiene muy bien implementadas las visitas virtuales. Si lo único que queremos es indagar en todos los detalles de este cuadro concreto, podemos hacerlo directamente, pero merece la pena darse una visita por todo el museo desde casa. Y un libro magnífico para sumergirnos en el estudio de Rembrandt y en su época es Herejes, de Leopoldo Padura (Tusquets).

Y si se ha quedado con ganas de seguir explorando artistas y museos, la mejor manera de hacerlo es a través del titánico proyecto Arts and Culture de Google. Engloba más de 2.500 museos virtuales en un recorrido por 80 países que representa una vuelta al mundo algo agotadora pero excepcional.

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