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Almodóvar del Campo, la puerta al valle de Alcudia

Una ruta por este pueblo de Ciudad Real y sus alrededores entre yacimientos romanos y arte rupestre, un templo gastronómico del cochinillo y una biblioteca con 500 versiones del 'Quijote'

Un molino de viento Almodovar del Campo
Un molino de viento junto a un perfil metálico de Don Quijote, cerca de Almodóvar del Campo (Ciudad Real). FEDERICO GRANDE PINILLA

El parque natural Valle de Alcudia y Sierra Madrona, en la provincia de Ciudad Real, es un espacio poco conocido para el gran público. Llegar hasta él desde el Norte supone atravesar una llanura que desemboca en tierra de volcanes. Almodóvar del Campo (6.000 habitantes) es la puerta de entrada a este rincón manchego, una localidad ubicada en la ladera de un cráter, hoy convertido en laguna, y punto de inicio para excursiones a pinturas rupestres y ruinas romanas. También guarda sorpresas relacionadas con el gran personaje literario español y ahijado de la comarca, el Quijote.

COVA FDEZ

8.30. Desayuno artesanal

La mejor manera de iniciar el día es plantarse en la plaza Mayor (1) y echar un vistazo a la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, del siglo XV (cuyo interior solo es accesible en horario de misa: laborables, 20.00; domingos, 11.30), y al escaparate de la cercana cafetería Chocolat (2) (plaza de la Trinidad, 18), empresa familiar con dos locales —la matriz está en la vecina Puertollano— que elabora artesanalmente ricas tartas, bollería, batidos y zumos.

9.00. Un enclave romano

Es buen plan dejar la conquista del callejero del pueblo para el final del día y despejar el plan para recorrer la zona. A 38 kilómetros se yerguen las ruinas de Sisapo (3), un enclave de la época romana. Aún se divisa la parte central de este poblado, que tuvo actividad del siglo VII antes de Cristo al VI, con el paso de tartesos e íberos. Las excavaciones se iniciaron en 1980 y se cree que este asentamiento ocupaba unas 10 hectáreas y estaba protegido por una muralla de tres metros de ancho y 28 torreones. Se puede completar la visita asomándose a Minas del Horcajo (4), municipio de 11 habitantes al que se accede por un túnel. Aunque ya se hablaba de este lugar en el XVI, las primeras referencias a su subsuelo, del que se extraía galena argentífera y plata, datan de 1858. El paulatino descenso de la producción y el éxodo a núcleos urbanos menguaron esta pedanía. Hoy permite divisar el valle, partido en dos por el AVE, y los restos de su iglesia.

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12.30. Huellas de hace 4.000 años

De los 12 yacimientos del valle de Alcudia sobresale el de Peña Escrita, cuyas figuras esquemáticas, más de un centenar, fueron descubiertas en el siglo XVIII.
De los 12 yacimientos del valle de Alcudia sobresale el de Peña Escrita, cuyas figuras esquemáticas, más de un centenar, fueron descubiertas en el siglo XVIII.

Llega el momento de adentrarse en el parque natural Valle de Alcudia y Sierra Madrona (150.000 hectáreas), cuyos encinares, alcornocales y enebrales albergan hasta 275 de especies de vertebrados. Hay dos puntos donde merece la pena detenerse: las pinturas rupestres de Peña Escrita (5) y La Batanera (6). Por la cantidad de dibujos esquemáticos —con origen en el Neolítico— y su calidad de conservación, observar estas imágenes es retroceder unos 4.000 años (entre el periodo calcolítico y la Edad del Bronce) e interpretar en ese trazo único la representación de personas y animales.

15.00. Este mesón es un tótem

Sentarse a comer implica un ejercicio de estudio sociológico. Esta región española es una de las que más sufre la despoblación, y muchos de sus municipios apenas cuentan con una tasca para las tardes de partida. Corral de Calatrava es un claro ejemplo de la diáspora rural, pero aún mantiene un tótem gastronómico: el Mesón Braulio (7). Regentado más de tres décadas por Braulio Morales, echó el cierre en julio para reaparecer como el restaurante El Bosque (cateringrestauranteelbosque.com), aunque mantiene su esencia y denominación original. Siguen siendo infalibles su jugoso cochinillo y el pisto con huevos al ajillo.

17.00. Tres pistas vespertinas

Un molino de viento junto a un perfil metálico de Don Quijote, a las afueras de Almodóvar del Campo.
Un molino de viento junto a un perfil metálico de Don Quijote, a las afueras de Almodóvar del Campo.FEDERICO GRANDE PINILLA

Para aprovechar el sol vespertino se puede bordear la linde de la laguna (8) —antiguo cráter— por un camino circular que asciende hasta el cerro del Castillo, llamado así por un pretérito fortín, y coronado por un molino de viento del siglo XVIII y un perfil metálico de don Alonso Quijano y Sancho Panza. De regreso a Almodóvar del Campo hay dos museos que visitar. El Palmero (10) (Ciudad de Montilla, s/n), dedicado al ilustre pintor local Alfredo Palmero de Gregorio (1901-1991), y que alberga lienzos y objetos de este pupilo de Sorolla. Y frente al teatro municipal, el interior del mesón Gallardo Vizcaíno (11) (glorieta del Carmen, 3) reserva una sorpresa: el acceso gratuito a la Bibliografía Cervantina (anexo del Museo Palmero), cuya colección de 500 ejemplares del Quijote incluye ediciones en chino o ruso. Es de los herederos del pintor, que han adornado el aposento con sus grabados y algunas esculturas. José Alarcón, regente del inmueble, asegura que su habitáculo más profundo, una cueva con una mesa y una silla, pudo servir de despacho al mismísimo Cervantes. Una incógnita no despejada como la ubicación de ese lugar de La Mancha.

La iglesia de Nuestra Señora de la Asunción conserva en su interior un artesonado mudéjar del siglo XIV

20.00. Misa y tardeo

Hora de acceder al interior de Nuestra Señora de la Asunción (12), que esconde un retablo barroco y un artesonado mudéjar del siglo XIV, que presume de ser el más grande de España construido en una sola pieza; en 1992 fue declarado Bien de Interés Cultural. Conceptos como tardeo ya se conocían en Almodóvar del Campo antes de que se pusiera de moda entre la juventud del siglo XXI y la plaza de la Constitución (13), pegada al Jardín Municipal, ofrece una barra en cada esquina donde tomar un botellín o un vino disfrutando del trajín de la glorieta.

22.00. Hasta el amanecer (si se quiere)

Para cenar un plato más elaborado, El Nido de Alcudia (14) (Huertas, 21; ), un céntrico hotel rural con restaurante, cuenta con un salón de grandes cristaleras, pinchos y guisos gourmet. Y a pesar de su aparente tranquilidad, Almodóvar del Campo estira sus noches hasta el amanecer. Especialmente en Vin & Gin (15) (plaza de San Benito, 5), que propone veladas de música, conversación y hasta 250 referencias de ginebra y vino, y en la sala Kubik (16) (Lino, s/n), una discoteca de las afueras con tendencia a la música tech­no y sesiones de DJ. La parroquia suele rondar la veintena y en meses de verano se desdobla entre la pista cubierta y la terraza (estos días, con aforo limitado y medidas de seguridad por el coronavirus).

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