Ribera del Duero, caminos de agua y vino
Una excursión por los márgenes del río, los secretos de los viñedos, un balneario y el castillo de Peñafiel en una ruta muy otoñal
Un río, dos bodegas, un balneario y un castillo. Aunque pueda parece el título de una película, en realidad son los puntos clave de una propuesta enoturística para un fin de semana perfecto en cualquier época del año. La acción de esta película viajera se localiza en plena Ribera del Duero.
La Senda del Duero
Esta es la parte más activa, física y natural del plan, y consiste en hacer algún tramo de la Senda del Duero GR-14, que aprovecha las veredas y caminos tradicionales utilizados a lo largo de los siglos por los lugareños para pescar, desplazarse entre poblaciones o ir a moler las cosechas. En otoño, cualquiera que sea la zona elegida para la caminata regala impresionantes paisajes de los bosques de ribera que flanquean los márgenes del río, que discurre durante 115 kilómetros por la Ribera del Duero. Alisos, fresnos, sauces y chopos en pleno estallido cromático de llamativos dorados, rojizos, cobres y carmesís. No hay cámara ni ojo que se resista al espectáculo visual. A menudo, una suave brisa hace sonar y moverse hojas y ramas, mientras las aguas del río parecen adormecerse con el arrullo. Si para el paseo se elije la zona de Pesquera de Duero, se puede conocer el yacimiento arqueológico de la antigua ciudad vaccea de Pintia, cuyos restos se están sacando a la luz a ambos lados del Duero.
Dos bodegas
En cuanto a las bodegas a visitar, las posibilidades en la zona son muchas. En esta ocasión nos decidimos por las dos del grupo Moro, Cepa 21 y Emilio Moro, que se encuentran en la llamada milla de oro de la Ribera de Duero y que son un magnífico ejemplo de creación sostenible de vinos con marcado carácter. En época de vendimia, en cualquiera de las dos se puede vendimiar y pisar uva. Fuera de esa temporada, la visita incluye un detenido recorrido por las instalaciones que da la oportunidad de conocer las diferentes etapas en la producción del vino: desde la recepción de la uva, pasando por las fases de elaboración y maduración, hasta concluir con cómo realizar una cata. El recorrido permite conocer también por qué el suelo y la variedad de uva son los elementos esenciales que marcan la identidad de un vino y entender el papel fundamental que desempeña el tipo de levadura utilizado, así como la clase de madera usada en las barricas.
Se puede disfrutar del campo de la Ribera sobrevolando los viñedos en globo, recorriéndolos en vehículo 4×4, bici o a pie. Y a la hora de reponer fuerzas, en el restaurante de Cepa 21 uno se puede dar el gusto de probar una de las mejores cocinas de la zona. En la bodega de Emilio Moro se puede personalizar con el propio nombre y apadrinar una cepa, contribuyendo así al objetivo de la fundación que ha creado la familia Moro para facilitar el acceso al agua a las personas y comunidades que más dificultades tienen para conseguirlo.
Descanso en un monasterio
Para descansar y relajarse tras una activa jornada, nada mejor que alojarse en el hotel Monasterio de Valbuena, que cuenta con uno de los mejores balnearios de España. Sus aguas mineromedicinales, que brotan de un acuífero a 400 metros de profundidad, ya eran utilizadas en el siglo XII por los monjes del antiguo monasterio medieval. Masajes, piscinas de aguas termales, tratamientos de belleza… El alojamiento, situado en San Bernardo (Valladolid), está considerado además como uno de los monasterios cistercienses mejor conservados de Europa.
El castillo de Peñafiel
En esta ruta de fin de semana por el corazón de la Ribera del Duero, una parada obligada es la visita al precioso pueblo de Peñafiel. Además de contar con multitud de iglesias, la Torre del Reloj, conventos, palacios, hospitales, puentes o restos de muralla, en la villa vallisoletana está su célebre plaza del Coso, considerada como una de las primeras plazas mayores de España. Desde sus orígenes, en la Edad Media, fue concebida como un espacio lúdico; primero para acoger los torneos y justas medievales, y tiempo después, como el centro de las fiestas locales.
Pero si en Peñafiel destaca un monumento es el castillo que desde su imponente atalaya lo domina todo. La formidable fortaleza medieval, con su maravillosa forma alargada, tiene la apariencia de un gigantesco buque pétreo que surca el inmenso mar de la llanura castellana. Declarado monumento nacional en 1917, fue construido en el siglo X, en tiempos de Ramiro II de León, conquistado después por Almanzor y finalmente reconquistado por el conde Sancho García, quien al pronunciar su famosa frase (“Desde hoy y para siempre, esta será la peña más fiel de Castilla”) dio el nombre definitivo al sitio. Las distintas intervenciones dotaron a la fortaleza de las dos sólidas murallas que la defienden y de una soberbia torre del homenaje, de más de 40 metros de altura. Desde su privilegiado emplazamiento, en su día el castillo dominaba y protegía los valles de los ríos Duero, Botijas y Duratón. Hoy es un incomparable balcón desde el que disfrutar de las mejores panorámicas de la Ribera y lugar, desde 1999, del Museo Provincial del Vino, que merece una detenida visita.
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