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Laberintos de carbón en Teruel

Ruta por la región de las Cuencas Mineras, al norte de la provincia aragonesa, que permite recorrer las galerías de un antiguo pozo a 200 metros de profundidad

Galería de un antiguo pozo de carbón en el Museo Minero de Escucha, al norte de Teruel. 
Galería de un antiguo pozo de carbón en el Museo Minero de Escucha, al norte de Teruel. Andrés campos

Raro es el invierno que en la localidad turolense de Andorra no aparece un coche con esquís en la baca y su conductor preguntando si queda mucho para llegar a las pistas. ¿Mucho? ¡Nooo! Solo un poquico: 300 kilómetros. Otro que se ha dejado llevar alegremente por el navegador GPS y, en vez de arribar a la blanca Andorra, la del Pirineo, ha acabado en la negra Andorra, la de las minas de carbón del norte de Teruel, donde lo más parecido que hay a un remonte es el castillete metálico del pozo de San Juan.

javier belloso

La verdad es que, salvo esquiadores despistados, apenas se ven turistas en la zona. Quizá la razón sea que sus dos mayores atractivos no se encuentran a la vista, sino escondidos bajo tierra: laberintos de carbón y pinturas rupestres. Si hizo falta una plataforma ciudadana para reivindicar hace unos años que Teruel sí existe, el norte subterráneo de Teruel ya no digamos. Para la población local, diezmada y empobrecida por la crisis de la minería, que busca en el turismo una fuente alternativa de ingresos, la invisibilidad es un grave problema. En cambio, para el viajero que anhela destinos intactos, o no demasiado manoseados, esto es una mina. Y nunca mejor dicho.

El eje vertebrador de estas tierras es el río Martín, que las recorre de sur a norte a lo largo de casi cien kilómetros y nos va a servir de guía para descubrir sus tesoros ocultos. Cerca de su nacimiento, en la umbría de la sierra de San Just, se halla la antigua mina Se Verá (en activo hasta 1968), hoy Museo Minero de Escucha, el único de España que permite visitar un tajo natural de carbón. Equipados como auténticos mineros (con casco, linterna frontal y autorrescatador para poder inhalar oxígeno en caso de incendio o acumulación de gas), los visitantes bajan en carros que se deslizan por una fuerte pendiente hasta una profundidad de 200 metros, donde les espera un recorrido de un hora por galerías claustrofóbicas, algunas de ellas apuntaladas a la vieja usanza, con troncos. Aunque para claustrofóbico (y peligroso), lo que hacían algunos mineros con tal de ahorrarse las colas que se formaban para salir del pozo en los carros al final de cada turno: subir acostados en la cinta transportadora de mineral.

En Utrillas se ha recuperado el ferrocarril minero, un trenecito tirado por una locomotora centenaria

Hasta 2002 se estuvo extrayendo carbón en la vecina localidad de Utrillas, cuyo pozo emblemático, el de Santa Bárbara, ha sido rehabilitado como Parque Temático de la Minería. Además de numerosas instalaciones (caldera, sala de máquinas, polvorín, vestuario…), se ha recuperado el ferrocarril minero, un trenecito como de juguete, tirado por la centenaria locomotora de vapor Hulla, que vuelve a circular haciendo la felicidad de los más viejos del lugar (funcionó hasta 1968) y también de los niños que no han visto más carbón que el dulce que les traen los Reyes Magos; y los que han sido buenos, ni siquiera ese.

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Para descubrir el otro gran tesoro que ocultan estas tierras, sus 40 abrigos con arte rupestre levantino y esquemático, hay que adentrarse a pie en los barrancos del río Martín, siguiendo el sendero GR 262, de 86 kilómetros. El tramo más espectacular es el que recorre el paraje de los Estrechos, entre Ariño y Albalate del Arzobispo (18 kilómetros). Aunque tampoco es aburrido el que va de Oliete a Ariño (9,5 kilómetros), pasando junto a la sima kárstica de San Pedro, un socavón formidable de 85 metros de diámetro y otros tantos de profundidad con un lago en su fondo alimentado subterráneamente por las aguas del río. Cerca se alza el poblado ibérico Cabezo de San Pedro, con una torre que lleva en pie desde el siglo III antes de Cristo.

Paraje de los Estrechos, el más espectacular de los barrancos del río Martín (Teruel).
Paraje de los Estrechos, el más espectacular de los barrancos del río Martín (Teruel).Andrés Campos

Cielo estrellado

Quien no pueda, o no quiera, andar por estos despeñaderos buscando pinturas rupestres, puede visitar el centro de interpretación de Ariño, antigua escuela para hijos de mineros donde se muestran fieles reproducciones de las mismas: cabras, ciervos, toros, arqueros, jinetes e incluso mujeres embarazadas. También hay en Ariño un excelente hotel-balneario (www.balneariodearino.com), que aprovecha las aguas que brotan humeantes en la orilla del río y donde, de noche, se ve el cielo más estrellado que quepa imaginar.

Aunque no se come mal en el balneario, es mejor acercarse a Albalate y, después de pasear por esta hermosa población contemplando su campanario mudéjar y su castillo-palacio arzobispal, sentarse en Casa Agustín (www.casaagustin.org), a la vera del río Martín, y zamparse un chuletón de buey o unas costillas de ternasco a la brasa. De primero hay que probar las judías a la paja. Y como aperitivo, la gloriosa oreja de cerdo frita. ¿Calorías? Pues unas 3.500. Como un kilo de lignito turolense.

Guía

También es un plan apetecible, para acabar la ruta, acercarse al atardecer a Andorra (la de Teruel), cuando el último sol baña el castillete del pozo de San Juan y sus perfiles herrumbrosos. Este coloso de 45 metros de altura, con poleas de 4,5 metros de diámetro, es la Torre Eiffel de la comarca y la joya del Parque Minero MWINAS, donde además se exhiben cientos de artilugios procedentes de la cercana mina La Oportuna (cerrada en 2005), incluidas las mastodónticas perforadoras con puntas de diamante que horadaron sus 45 kilómetros de galerías. A esta hora melancólica no falta con quien conversar en los jardines del parque, donde los viejos mineros suelen venir a pasear y a picar en el filón inagotable de sus recuerdos.

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