Los Jándalos, escenario con el sello de Jerez

En 1877, sir Alexander Williams y Arthur Humbert instalan en Jerez una bodega de brandis lujosos para conquistar el mercado británico de bebidas espirituosas. Alcanzado pronto el éxito, tuvieron que trasladar su producción desde el centro de Jerez a otro emplazamiento en las afueras, cuya nave de envejecimiento en forma de paraguas octogonal mereció en 1974 el Premio Nacional de Arquitectura. Treinta años después, la antigua bodega Williams & Humbert del barrio de Santo Domingo fue convertida en hotel por el empresario Santiago Cobo, que ya había conseguido implantar su sello en la costa gaditana con otros dos establecimientos hoteleros en El Puerto: el Vistahermosa y el Santa María.

Si bien es cierto que el decorado del alojamiento jerezano presenta una imagen algo rancia y confusa en el maridaje de muebles clásicos con otros contemporáneos, la celebración de un evento familiar o corporativo en la antigua nave de barricas impone respeto y solemnidad estética. Impresiona escuchar una presentación a tantos metros de su artesonado, entre los pilares que antaño dieron solera a los brandis y amontillados de la casa.

No menos acertado ha sido habilitar en el espacio entre edificios un aparcamiento como los que muy pocos hoteles pueden jactarse de ofrecer hoy en Jerez. Las instalaciones spa, en verdad diminutas, también otorgan un momento de gloria y relax a la estancia nobiliaria del huésped.

Quizá por su falta de uso, la cafetería permanece cerrada buena parte del día. Su apertura, a partir de las siete de la tarde, genera donde antes no había nada una terraza muy concurrida a poco que haya buen tiempo, circunstancia nada extraña en esta ciudad andaluza.

En el inmueble administrativo se encuentran las habitaciones —salvo las dúplex, situadas en la bodega primitiva—, todas correctas en su ambientación, repletas de buenos detalles y muy cómodas para vivirlas. Y para dormir en ellas, claro. La moqueta en los suelos se mantiene en buen estado. El apresto de los colchones, también. Así como la disponibilidad de enchufes en altura, imprescindibles para alimentar los dispositivos móviles con los que hoy se viaja. Aunque seguramente se podría haber conseguido un mayor espacio para la ducha y una mejor insonorización en las paredes.

Nada que objetar al funcionamiento del equipo que atiende a los huéspedes, a cargo de Belén Gil Monreal. Su omnipresencia, fruto del don de la ubicuidad, asegura que todo fluya en el interior como fluye en el exterior. Una autoridad profesional insuperable.

{ "active": true, "code": "227869", "elementType": "offerExtension", "id": 11, "name": "JEREZ DE LA FRONTERA", "service": "tripadvisor" }