16 fotosLa vendedora de helados que no puede ir al colegioMónica, de 12 años, trabaja en un puesto callejero por un sueldo con el que ayuda a su familia.El País Semanal10 feb 2022 - 20:50CETWhatsappFacebookTwitterBlueskyLinkedinCopiar enlaceMónica tiene 12 años y trabaja vendiendo helados en un descampado junto al aeropuerto de El Alto, en Bolivia. Su jornada laboral ronda las seis horas. Mariana ElianoHuérfana de padre, su hermana mayor, de 19 años, se ocupa de ella, de otra hermana de 14 y de dos sobrinos pequeños cuyos padres murieron. Un hogar sin adultos. Mariana ElianoLa niña elabora los helados con una máquina de hierro, hielo y sabores. El envase mantiene frío el producto sin electricidad durante todo el día. Mariana ElianoMónica tiene un rato para el almuerzo, que le compra la dueña del negocio, doña Karen. Ella se ocupado de ayudar a la familia en los momentos de más necesidad, cuando las hermanas estaban desamparadas. Mariana ElianoCasi todo su trabajo consiste en conseguir clientes. Mónica agita un trapo al pie de la carretera hasta que alguien se para y ella lo conduce hasta su puesto de venta. Mariana ElianoEl suyo es un trabajo parecido a los de los empleados de un auto-servicio de comida rápida. Los clientes se comen el helado a bordo de su vehículo. Mariana ElianoLos clientes pasan un buen rato en el establecimiento, hasta que les rellenan de nuevo una parte del helado gratis. Unos veinteañeros llegan en moto a comprar sus granizados. Mariana ElianoMónica es la única de las empleadas que buscan clientes sin móvil. Cuando no pasan coches su único divertimento es ver aterrizar los aviones en el aeropuerto. El no tener móvil le complicó hacer los deberes durante la pandemia. Mariana ElianoJunto al de Mónica hay otra docena de establecimientos al aire libre que venden helados y empanadillas a los conductores que circulan por la avenida principal. Mariana ElianoMónica vive en una casa en condiciones muy precarias, sin ducha y con un baño casi inservible. En breve toda la familia se mudará a un hogar nuevo donde disfrutarán de más comodidades. Mariana ElianoLa madre de Mónica, Magaly, desaparece por épocas por su dependencia de alcohol, pero últimamente vive con sus hijas y apoya en lo que puede en las tareas de la casa. Mariana ElianoMónica solía tener buenas notas, pero el cierre de los colegios con la pandemia la retrasó mucho en el colegio. Sin móvil, sin estabilidad en casa, no ha vuelto a reengancharse al colegio. Mariana ElianoMónica juega con sus sobrinos en casa, aunque tienen muy pocos juguetes y tiempo para divertirse. Los niños trabajadores se pierden una parte importante de la infancia. Mariana ElianoSus dos perros, Manchas y Doggy, la acompañan al colegio, como dos guardas protectores. En el camino se pelean con todos los perros que se encuentran en el camino. Mientras ella da clase, Manchas y Doggy esperan en la puerta, hasta que sale. Mariana ElianoLa directora de su colegio, la maestra Condori, está preocupada por su desempeño académico desde la pandemia. Sin padre, sin entorno estable, está teniendo muchas dificultades para pasar de curso. Mariana ElianoMónica nunca ha ido al cine ni se ha bañado en una piscina. Apenas es una niña que ya trabaja, por lo que muchas actividades que se consideran propias de su edad no existen para ella. Mariana Eliano