¿De quién es el consumidor?
Francia vive un rifirrafe entre responsables políticos y Amazon en vísperas del ‘Black Friday’ y de la campaña navideña
Hoy es un día negro, y en más de un sentido. Para algunos será un día negro porque los números saldrán del rojo: aprovecharán las circunstancias para llenarse los bolsillos. Y para otros, negro será sinónimo hoy de aciago porque la ola hiper consumista no les alcanzará a ellos, pequeños comerciantes que no han sabido aún subirse al tren de la venta electrónica o que lo han intentado pero sin éxito. Muchos quieren vender, pero ¿tenemos nosotros que comprar? La pregunta, por si hay dudas, es completamente retórica. ¿De quién es el consumidor? ¿Siempre del mejor postor: del que le promete el oro y el moro, aunque examinado de cerca el oro no sea de 24 kilates?
Algunos políticos y personalidades francesas han decidido tomar cartas en el asunto y defender al pequeño ante el gigante. ¿No dice la Biblia que David venció a Goliat? El milagro, pues, puede reproducirse hoy de nuevo. De entrada, el Gobierno francés ha pedido a Amazon que retrase el Black Friday una semana para que el pequeño comercio, que aún tiene cerradas las puertas hasta finales de noviembre, pueda competir en igualdad de condiciones con el líder de la distribución en línea.
La defensa del débil no se queda solo en eso. La semana pasada, el 16 de noviembre, 120 responsables políticos, sindicalistas, ONG y ciudadanos de a pie publicaron una tribuna en France Info donde pedían parar, tal cual, Amazon, imponiéndole una “tasa especial”. El dinero recaudado a través de ese impuesto excepcional se invertiría en ayudas para el comercio de proximidad. Y pedían ese parón en seco “antes de que sea demasiado tarde”. Para ellos Amazon es el claro ganador en esta pandemia que ha arruinado a muchos por el camino.
Francia ha visto en estos meses que un millón de personas se quedaban por debajo del umbral de la pobreza
En la tribuna se lee que mientras Francia ha visto en estos meses que un millón de personas se quedaban por debajo del umbral de la pobreza, la fortuna de Jeff Bezos superaba un listón jamás visto hasta la fecha. El 26 de agosto de 2020 Bezos se convirtió en la primera persona en la historia en atesorar él solito una fortuna superior a los doscientos mil millones de dólares. Por todo ello los firmantes han creado la plataforma Stop Amazon donde ofrecen herramientas para el combate: desde visuales hasta modelos de carta para enviar a los diputados.
Al día siguiente de la publicación de la tribuna, el 17 de noviembre, un grupo de personalidades políticas y de la cultura así como asociaciones medioambientales lanzaron una petición online titulada Por una Navidad sin Amazon. Entre los firmantes, la alcaldesa de París, Anne Hidalgo; el alcalde verde de Grenoble, Eric Piolle; la también alcaldesa verde de Poitiers, Léonore Moncond’huy, además de Cyril Dion, el director del documental “alterconsumista” Demain y la ONG Greenpeace, entre otros. Leo en este periódico que Colau se sumó al manifiesto francés en defensa del comercio de barrio.
No puedo poner el enlace a la petición, aunque en pocas horas consiguieron casi 27.000 firmas porque al poco fueron víctimas de un ciberataque que los dejó fuera de combate, nunca mejor dicho. El diario Libération se preguntaba si detrás de esta embestida virtual se esconde la sombra del gigante americano. ¿El imperio contraataca? Con esta pregunta iniciaba el periódico francés su crónica.
La petición de hecho buscaba no solo frenar el crecimiento del gigante de la distribución en territorio francés en perjuicio del comercio minorista, sino también concienciar sobre las consecuencias fiscales, económicas y medioambientales de este modelo de consumo. En este sentido el manifiesto aboga también por leyes que luchen contra este modelo de sociedad desde la Asamblea Nacional.
En un mismo espíritu, pero más orientado hacia el pequeño consumidor ha vuelto a la palestra en Francia estos días la campaña Greenfriday, que celebra este año su cuarta edición haciendo un llamamiento a los pequeños gestos que generan grandes impactos. A fin de cuentas, si Amazon se ha convertido en el mastodonte que es se debe a un marco legal que se lo ha permitido, es cierto, pero también a los miles y miles de consumidores que optan por sus servicios.
Y mientras se entrechocan en la arena pública y mediática las espadas de políticos, sindicalistas y ONG por un lado y de representantes de Amazon por el otro, los franceses siguen confinados, comprando a golpe de clic. Francia ha cerrado sus comercios de calle para salvar vidas y el precio a pagar ha sido cargarse de un plomazo la actividad comercial de barrio. En el mío, sin ir más lejos, ha cerrado ya definitivamente la única floristería que había. Que esta profunda crisis —sanitaria, económica, comercial y existencial— sirva para que el país, todo él, se replantee a fondo qué modelo de sociedad quiere construir y trabaje para ello. ¿Vencerá David a Goliat?
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