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“Es el rostro del colonialismo”: la guerra entre Mark Zuckerberg y los nativos de Hawai para construir su complejo soñado

Una campaña viral de Change.org acusa al gurú tecnológico multimillonario de demandar a decenas de familias locales para forzarlos a vender su tierra

Mark Zuckerberg, CEO de Facebook y uno de los hombres más ricos e influyentes del mundo, durante una comparecencia ante el Congreso de Estados Unidos en octubre de 2019.
Mark Zuckerberg, CEO de Facebook y uno de los hombres más ricos e influyentes del mundo, durante una comparecencia ante el Congreso de Estados Unidos en octubre de 2019. Getty Images

Los ánimos están caldeados en el paraíso. “Si alguna vez sale de su complejo, tengo la sensación de que no le gustará lo que se encuentre. Los juzgados no le servirán de mucho si se topa con el hawaiano equivocado”. El correo electrónico con el que Brian Evans responde a las preguntas de ICON no entiende de sutilezas. Este cantante y compositor está actualmente en campaña para ser elegido representante del distrito 2 de Hawái en el Congreso de Estados Unidos y dice personificar la hostilidad que los locales sienten por su vecino más ilustre y controvertido, Mark Zuckerberg.

“Si alguna vez sale de su complejo, tengo la sensación de que no le gustará lo que se encuentre. Los juzgados no le servirán de mucho si se topa con el hawaiano equivocado”

Una enemistad simbolizada por las más de 750.000 firmas que se han adherido ya a la petición emprendida por la activista Mia Brier en Change.org, que pide frenar el “colonialismo” del CEO de Facebook en Hawái. “Es el sexto hombre más rico de mundo y está demandando a nativos hawaianos en Kauai para poder construirse una mansión con sus tierras. Ellos han construido sus vidas ahí. Ellos han construido sus familias ahí. (…) ¿Para qué se está haciendo una mansión?, ¿para vivir en Kauai dos meses al año? Esto es inhumano. Esto es enfermizo”, defiende la campaña viralizada en las últimas semanas. Zuckerberg, y su insólita relación con un profesor jubilado, han conseguido lo que parecía imposible: agriar la arquetípica felicidad de los nativos. No hay Aloha para los gurús digitales.

Su litigio con los lugareños comenzó en 2014, cuando adquirió un terreno de 300 hectáreas en Kauai por valor de unos 90 millones de euros. Conocida como “Isla jardín” por su apabullante vegetación, es un santuario de playas de arena blanca, cataratas y montañas verdes que ha servido de escenario para el rodaje de filmes como Parque Jurásico o Piratas del Caribe. La propiedad del CEO, digna de una relectura milénica de un villano de la saga de James Bond, cuenta con una playa de 800 metros, una plantación de caña de azúcar y una granja orgánica con cultivos como la papaya o el jengibre.

Algunos vecinos de Kauai se manifiestan contra Mark Zuckerberg en una imagen publicada en Twitter.
Algunos vecinos de Kauai se manifiestan contra Mark Zuckerberg en una imagen publicada en Twitter.Twitter

Sin embargo, y pese al contundente desembolso, la privacidad en su recién estrenada residencia vacacional no estaba garantizada. Una docena de pequeñas parcelas dentro de sus dominios seguían perteneciendo a cientos de locales con derecho a acceder a ellas a su antojo. Estas tierras, que reciben el nombre de Kuleana –“responsabilidad” en hawaiano–, fueron otorgadas a los nativos a mediados del siglo XIX cuando se privatizó el suelo del país por primera vez. Según la ley estatal, las parcelas debían de pasar de generación en generación, sin importar la existencia de un testamento o el conocimiento de las mismas por parte de los herederos. “La tierra es su abuela, y uno no puede vender a su abuela”, sostiene el profesor de la Universidad de Hawái Kapua Sproat en The Guardian, ratificando el simbolismo, casi de antepasado sagrado, que tiene la arena para la población oriunda.

“Los nativos estamos en contra de la codicia que mueve a esta gente. Él ya tiene suficiente tierra: diez casas, trescientas hectáreas. A nosotros apenas nos queda nada. Él es el rostro del neocolonialismo en Hawái”

En enero de 2017, la prensa local comenzó a publicar artículos sobre las denuncias que cientos de herederos de esos terrenos estaban recibiendo por parte de los abogados de Zuckerberg. El gurú tecnológico demandó a las familias kamaainas propietarias con el objetivo de desenredar la titularidad de los terrenos y que, con tal de resolver la disputa entre sus beneficiarios, un juez obligara a vender las parcelas al mejor postor en una subasta pública. “Las leyes aquí son muy diferentes a las de cualquier otro sitio. Si el propietario de una parcela quiere deshacerse de ella, el comprador debe comprársela tanto a él como a sus descendientes. Zuckerberg hizo una investigación genealógica e identificó a todos los herederos de los propietarios originales”, esclarece el joven nativo Ashton Kaneao a ICON.

El eco mediático de esta estratagema legal y el rechazo tajante de los locales, ya irritados por la construcción de un muro de dos metros alrededor de la finca que les impedía el paso, erosionó la imagen pública de Zuckerberg. El empresario terminó publicando un artículo de opinión en un periódico de la isla –actualmente desaparecido de Internet–, confirmando la retirada de las demandas y su intención de llegar a una solución acordada con la comunidad. “Ha sido un error”, manifestaba. Sin embargo, el amigo y vecino Mark Zuckerberg dejó un deliberado cabo suelto en su mea culpa: su apoyo a futuros litigios liderados por locales.

Vista de la costa de Na Pali, en la parte oeste de la isla Kauai en Hawái.
Vista de la costa de Na Pali, en la parte oeste de la isla Kauai en Hawái.Getty Images

El pasado verano, un profesor jubilado llamado Carlos Andrade desembolsó más de dos millones de euros en una subasta pública de cuatro de las parcelas situadas en la propiedad de Zuckerberg. Andrade, bisnieto de un inmigrante portugués llamado Manuel Rapozo que compró las tierras en 1894, llevó a los tribunales a centenares de familiares para reclamar su derecho a apropiarse y/o vender los terrenos. El pujador derrotado en la subasta fue Wayne James Rapozo, que representaba a la unión de decenas de herederos del ancestro. Este abogado de Londres acusó a Andrade de ser una marioneta financiada supuestamente por el fundador de Facebook a través de la empresa fantasma Northshore Kalo LLC: “Después de haber sido vencidos en la subasta por un jubilado que se ha gastado dos millones de euros, parece claro que algo muy malo está pasando”.

“Él quiere quedarse con lo que no le pertenece. Por supuesto que la gente de Hawái está en su contra, está comprando sus tierras y denunciando a los nativos”, añade el candidato Brian Evans, que ha hecho de su transparente desafección por el gurú un activo electoral: “Es un idiota. Tiene una personalidad ensimismada, narcisista y egomaníaca a la que no pueden importarle menos los hawaianos”. A pesar de que niegan cualquier interés en hacerse con las tierras recién adquiridas por el profesor, su equipo de comunicación sí confirma que “secunda la demanda de Carlos Andrade por ser el único miembro de la familia Rapozo que ha cuidado, vivido y pagado impuestos en el solar durante los últimos 40 años”.

La sospecha de fraude en las subastas ha vuelto ha provocar la indignación en las islas, que tildan al magnate de saqueador de unas tierras que les pertenecen por derecho. Ashton Kaneao utiliza el término ‘hewa’ (‘equivocado’) para definir el comportamiento que desde 2016 ha tenido el millonario en la isla. “Los nativos estamos en contra de la codicia que mueve a esta gente (…) Él ya tiene suficiente tierra: diez casas, trescientas hectáreas. A nosotros apenas nos queda nada. Él es el rostro del neocolonialismo en Hawái”.

La viralidad de la campaña de Change.org ha obligado a su equipo de comunicación a aclarar, de nuevo, las intenciones de Zuckerberg en la isla. “La premisa de la petición es falsa. Mark no está denunciando a los nativos y nadie ha sido obligado a abandonar su tierra”, aseguró un representante del empresario a la revista Newsweek. “Antes de que Mark se apropiara del terreno, iba a ser subdividido para la construcción de 80 casas. En lugar de eso, la propiedad está siendo usada como un rancho en funcionamiento y un retiro familiar, diseñada en colaboración con familias locales y expertos para crear y mantener actividades agrícolas sostenibles y, al mismo tiempo, preservar su belleza natural y proteger su vida salvaje”. Cuando lo consiga, preservar y proteger la concordia con sus vecinos debería ser su siguiente objetivo.

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