Magdy Martínez Solimán, nuevo director de la Aecid

El último perfil de Magdy Martínez Solimán (1961) en EL PAÍS, le califica nada menos que de "magnífico". El artículo resumía su nutrida carrera política hasta entonces, 1999. Un año después, el socialista aceptó un cargo en el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo como asesor principal de gobernanza para los 18 países de África Occidental. En la ONU ha trabajado durante los últimos 20 años, "centrándose en el desarrollo institucional de las legislaturas, el poder judicial, la legislación electoral, las estrategias anticorrupción, la rendición de cuentas en la gestión financiera pública y las transiciones democráticas y el diálogo nacional", dice su currículo. Hasta ahora. Martínez Solimán vuelve a España para asumir la dirección de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, tal como ha confirmado este martes el Consejo Rector de la institución.

El puesto estaba vacante desde que Aina Calvo dejó el cargo en febrero de 2020 al ser nombrada delegada del Gobierno en Baleares. Para asumir su nueva responsabilidad, Martínez Solimán deja su labor como representante del PNUD en Barbados, donde vivía desde que aceptó tal posición en junio de 2019, para tomar las riendas de la Aecid. Abogado de formación y experto en derecho internacional, escribe una línea más en su vida laboral con la tarea por delante de reformar la institución. Una transformación "inaplazable", en palabras de la ministra de Exteriores, Arancha González Laya, en su primera comparecencia ante la Comisión de Cooperación Internacional en el Congreso el pasado 18 de junio. En esa misma intervención adelantó, además, que "pronto" habría una persona al frente de la Aecid.

Bajo su responsabilidad, Martínez Solimán tendrá a los más de 900 trabajadores en la sede del organismo en Madrid y en sus 48 unidades de cooperación en el exterior —31 Oficinas Técnicas de Cooperación, 13 centros culturales y cuatro formación, repartidas en América Latina y el Caribe, el continente africano, Oriente Próximo y Asia.

"Esperamos que, ya con este nombramiento, una vez que empiece el nuevo curso político en septiembre, podamos empezar a dar los primeros pasos para elaborar una nueva Ley de Cooperación", valora la noticia Andrés Rodríguez Amayuelas, máximo responsable de la Coordinadora de Organizaciones de Cooperación para el Desarrollo. "Las organizaciones venimos repitiendo desde hace años que la Aecid, o como se la llame en la futura configuración que tenga, va a ser la pieza clave sobre la que pivote la nueva cooperación española", añade. Una que, en su opinión, tiene que ser moderna, feminista y ecologista. "Con la vista puesta en 2030".

Desde la Coordinadora de ONGD le piden a Martínez Solimán que siga con "el mismo talante" de su predecesora para dialogar con los diferentes actores del sector. "Estamos totalmente dispuestos a ponernos a colaborar como Coordinadora con el nuevo director para conseguir que la cooperación española esté presente con calidad en los países en los que desarrolla proyectos para conseguir que nadie se quede atrás", ofrece Rodríguez Amayuelas.

En su etapa política, Martínez Solimán fue secretario de Estado de Juventud en el Gobierno de España, miembro del Comité Organizador de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92, viceministro de Presidencia, portavoz del Gobierno de Andalucía y miembro electo de su ciudad natal, Málaga. De ahí, dio el salto al mundo: Togo y Bangladés, Nueva York, Senegal, México y Trinidad y Tobago. En 2006 fue nombrado por el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, primer director ejecutivo del Fondo para la Democracia de las Naciones Unidas (UNDEF). Tras encadenar otras posiciones, en 2012 da un salto y es designado subadministrador adjunto del PNUD y subdirector de la Oficina de Políticas de Desarrollo. El 1 de octubre de 2014, fue ascendido a subsecretario general de la ONU, Administrador Adjunto del PNUD y director Buró de Políticas y Apoyo al Programa.

En ese período se aprueban los Objetivos de Desarrollo Sostenible, la agenda internacional para lograr un mundo más justo, pacífico y un planeta todavía habitable para 2030. Todavía en su despacho de Nueva York, Martínez Solimán expresaba entonces que las economías más avanzadas tenían que ser "más solidarias". "La verdad es que no cumplen con el 0,7%", reflexionaba en septiembre de 2016. Ahora se encuentra con una España que destina apenas el 0,19% de su Renta Nacional Bruta en ayuda oficial al desarrollo. Lejos del compromiso del Gobierno de alcanzar el 0,5% en 2023. "En segundo lugar, los países ricos no distribuyen bien su riqueza, así que tienen que reducir su creciente desigualdad. No que los ricos sean menos ricos, pero que los pobres sean menos pobres", abundaba en una entrevista entonces en la que también apuntaba un tercer desafío para los países más ricos: el ambiental. "Tienen que descarbonizar sus economías. Reducir sus emisiones y producir de manera más asequible".

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