Las buenas intenciones no bastan, y en la ONU... ¿lo saben?
Un año después de que se aprobaran los Objetivos de Desarrollo Sostenible, 50 países ya han integrado la agenda global en sus políticas nacionales. Ahora, los líderes llaman a acelerar el proceso
Un año, con sus 365 días, 8.760 horas, 525.600 minutos, ha pasado desde que 193 países aprobaran los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en la Asamblea General de la ONU en septiembre de 2015 para lograr un “mundo más justo, equitativo y pacífico” en 2030. En ese período, más de cinco millones de niños han muerto antes de cumplir los cinco, la mitad de ellos por causas prevenibles como la neumonía o la diarrea. Se ha alcanzado, además, la cifra histórica de 65 millones de refugiados, de los que miles se han jugado la vida y la han perdido en el Mediterráneo huyendo de la guerra. Unos 800 millones de personas amanecían sin saber si iban a comer algo antes de que se pusiera el sol. Estos y otros tantos datos urgen a cumplir con lo prometido en Nueva York. Un mantra unánime que han repetido con insistencia los líderes, diplomáticos, técnicos y activistas en el hervidero de eventos organizados en torno al aniversario de la agenda universal.
En el encuentro dedicado expresamente al aniversario de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (Sustainable Development Goals coming to live) el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, señaló que es necesaria más acción e implementación. “No tenemos tiempo que perder. Vivimos en una época de desafíos sin precedentes”. Pese a que su mandato está a punto de finalizar, prometió “todo el apoyo” del sistema de Naciones Unidas y solicitó a los presentes, políticos, periodistas y activistas de todo el mundo que presionen a los Gobiernos para que cumplan.
La cuestión es: además de discursos y papeles, ¿qué se ha hecho? David Nabarro, asesor del secretario general Ban Ki-moon para la Agenda 2030, responde. “Más de 50 países han integrado los ODS en el corazón de sus estrategias nacionales de desarrollo. Algunos de ellos son avanzados y eso refleja la naturaleza universal de este plan, que es para todos en cualquier parte todo el tiempo. Me consta que, además, otros 50 países están en ello. Estoy contento de ello, porque en realidad la implementación de los ODS comenzó en enero de 2016. También vemos que el sector privado, las organizaciones de la sociedad civil, las organizaciones religiosas, los medios, la comunidad científica y artistas están buscando su modo de ayudar”.
Pese a las llamadas a la “aceleración” de todo líder con un micrófono delante porque tal o cual causa no pueden esperar, el optimismo impera cuando se compara cómo ha arrancado el proceso en comparación con los anteriores Objetivos del Milenio (ODM). El malagueño Magdy Martínez-Solimán, subsecretario general de la ONU, administrador Adjunto del PNUD y director Buró de Políticas y Apoyo al Programa, a la postre, el encargado de coordinar a las instituciones de la ONU para apoyar a los países para la implementación en la práctica, destaca que 100 países –pobres, de renta media o pequeños estados insulares– han solicitado ayuda técnica en estos meses, principalmente para nacionalizar la agenda en sus legislaciones, plantear cómo costearla y medir los logros. De las peticiones recibidas, un 71% de los países solicitaron orientación general sobre los ODS, un 67% preguntaron sobre cómo trasladas la agenda a sus planes nacionales de desarrollo, y en un 51% de los casos también solicitaron apoyo estadístico y para reportar los datos, según un informe del Grupo de la ONU para el desarrollo.
El pasado julio, incluso, 22 países ya presentaron su primer informe de seguimiento de los Objetivos. “Ya es más que lo que ocurrió con los del Milenio que tardaron cinco años en ponerse en marcha y hubo que implementarlos en 10”, subraya Olav Kjørven, director de asociaciones públicas en Unicef. Coincide con Nabarro en celebrar que ya haya países e incluso gobiernos locales cuyos planes naciones incluyen las aspiraciones de los Objetivos. “Es positivo, pero al mismo tiempo hay urgencia”, insiste.
Los niños también se implican
Unicef aspira a que todos los niños del mundo conozcan los ODS, los reclamen y defiendan. ¿Cómo? Con su proyecto la Lección más grande del mundo, una serie de contenidos sobre los Objetivos preparados para impartir en cualquier colegio del planeta. Así lo explica Alison Bellwood, directora del programa: "Esta iniciativa consiste en enseñar los ODS a los niños en cualquier lugar e inculcarles que ellos tienen un papel en conseguir el plan". Para ello, el contenido elaborado incluye datos, pero también emociones a través de vídeos con historias inspiradoras. Su idea es que dos clases, de 45 minutos cada una, se dediquen a esta materia en las escuelas de todos los países sin importar su nivel de desarrollo. "Para que sea una lección que no olviden. Para que los niños piensen que ellos también pueden hacer algo", subraya Bellwood.
Y manos a la obra, Unicef ha contactado con los Ministerios de Educación, ONG, y sus propias oficinas en los 191 países en los que el organismo está presente para difundir entre los colegios la iniciativa coincidiendo con la semana de la celebración de la asamblea general de la ONU. Pese a que ya el año pasado, lanzó este programa por primera vez al tiempo que se aprobaban los Objetivos, no dispone de datos de cuántos centros educativos han impartido desde entonces su lección. “Es muy difícil saberlo”, señala Bellwood. La responsable del proyecto confía, sin embargo, en conseguir el objetivo: “Se trata de hacerles saber que pueden hacer algo; y si se lo repetimos regularmente, crecerán concienciados con los ODS”.
Este año, toca centrarse en los derechos de las niñas. ONU Mujeres y su embajadora de buena voluntad, la actriz Emma Watson, han colaborado en el desarrollo de los contenidos.
En este sentido, Uganda es uno de los ejemplos. El país africano, en el puesto 163 de 188 países del Índice de Desarrollo Humano, es uno de los primeros que ha adaptado su política nacional a la consecución de los 17 ODS. Además de la tradicional ayuda internacional para implementar tales medidas encaminadas a reducir la pobreza extrema, crear un sistema de salud universal o asegurar educación de calidad a todos los niños, necesita poder medir su progreso y evaluar la efectividad de las decisiones que tomen sus gobernantes para lograr tales retos. De momento, solo tienen datos de 80 de los 231 indicadores –desde cuántas personas se contagian de malaria anualmente hasta el número de mujeres en el mercado laboral formal. El diagnóstico está hecho y la maquinaria de los despachos se pone en marcha para asesorarles y apoyarles. Más papel, informes, correos electrónicos, video-llamadas y reuniones allá o acá para avanzar hacia la deseada implementación en la práctica. Sobre todo la ansía el 33,2% de su población, 12,5 millones de personas que sobreviven con menos de 1,90 dólares al día.
Martínez-Solimán destaca la importancia de la retórica y los informes tan comunes y abundantes en este proceso. “Los discursos en Nueva York son simbólicos y los papeles son hojas de ruta”. Y destaca que, más allá del negro sobre blanco, algunos países han pasado a la acción. “China dice que quiere sacar de la pobreza a 50 millones de personas en los próximos cinco años y cuando les preguntamos cómo lo harían respondieron: a 10 millones al año”, indica Martínez-Solimán desde su despacho en un edificio frente a la sede central de la ONU en el que se puede observar gran parte de la Gran Manzana. “También los ingleses han comenzado a trabajar en mejorar el acceso a la justicia”, añade.
No opina lo mismo la activista de Liberia y premio Nobel de la Paz, Laymah Gbowee, quien en el debate en una de las decenas de salas de conferencias de la ONU sobre el aniversario de los ODS, dijo: "El secretario general ha reunido a 16 personalidades para defender los ODS pero todo se puede quedar en retórica, en un espectáculo. No basta con que los Gobiernos aprueben planes de desarrollo si no alinean su presupuesto con ellos. Priman el presupuesto militar y a las mujeres les dedican las sobras. Hagamos de esto una realidad".
No se puede trabajar en desarrollo sin optimismo. Debemos pensar que los Gobiernos se han puesto de acuerdo para cumplir lo pactado Magdy Martínez-Solimán, ONU
Tal como se están desarrollando los acontecimientos, ¿qué se puede esperar para 2030? Más comedido que otros colegas en el edificio, Martínez-Solimán cree que se conseguirán “resultados intermedios”. En su opinión, hay “mejores políticos que antes”, más comprometidos y que tienen menos gastos militares y pueden dedicar el presupuesto al desarrollo. “No se puede trabajar en desarrollo sin optimismo. Debemos pensar que los Gobiernos se han puesto de acuerdo para cumplir lo pactado”, apostilla. ¿También los ricos? El español enumera los tres grandes retos que deben afrontar las economías más avanzadas, no exentas de tareas pendientes. “Primero tienen que ser solidarios. La verdad es que no cumplen con el 0,7%”. Se refiere al compromiso adoptado en 1980 en la 34 asamblea general de la ONU para que los países más prósperos destinasen tal porcentaje del PIB a los más desfavorecidos. Hasta la fecha, siete han cumplido, el resto se han mantenido de media en el 0,3% y España ha experimentado la caída libre en los años de crisis hasta el 0,17% en 2015. “En segundo lugar, los países ricos no distribuyen bien su riqueza, así que tienen que reducir su creciente desigualdad. No que los ricos sean menos ricos, pero que los pobres sean menos pobres”, abunda. Y finalmente, el tercer desafío es el ambiental. “Tienen que descarbonizar sus economías. Reducir sus emisiones y producir de manera más asequible”, termina.
“Los países ricos saben que tienen que cambiar. El ejemplo más claro es el Objetivo 13, el clima. Cada país tiene que reducir sus emisiones de carbono, pero los ricos necesitan hacerlo más rápido. Por eso países como Estados Unidos o Noruega ya han ratificado el documento acordado en la COP21”, añade en este capítulo David Nabarro.
Anuncios como el de China, los mensajes de esperanza de los embajadores de buena voluntad de la ONU -desde astronautas hasta actrices-, o llamadas a la acción como la de la presidenta del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en definitiva, las promesas y buenas intenciones en los cientos de eventos y otros tantos hashtags, con la presencia omnipresente en unos y otros de los candidatos en campaña a la secretaría general, han sido el pan de cada día en la semana en la que los Gobiernos evitaron, sin embargo, asumir compromisos claros en la cumbre sobre refugiados. Cuando más falta hace, más que nunca antes en la Historia, pues más de 65 millones personas viven desplazadas de sus hogares debido a conflictos, y muchos más, 1.400 millones, sufren las consecuencias de crisis violentas o provocadas por el cambio climático.
Si los resultados de los Objetivos del Milenio han sido limitados y no han evitado una crisis sin precedentes de refugiados y desplazados por guerras y situaciones de violencia extrema justo cuando acababan y se suponía que el planeta tenía que ser mejor que en el 2000. ¿Hay motivos para imaginar un mundo más justo y pacífico en 2030 gracias a los ODS? “Si hay compromiso político sí. No veo el futuro de color rosa, habrá eventualidades que habrá que afrontar, pero creo firmemente que avanzaremos”. Lo dice Olav Kjørven, de Unicef, aunque la respuesta es común. “A pesar de los grandes problemas actuales, en los últimos 16 años se ha producido más progreso para más gente que nunca antes. En muchos aspectos el mundo es mejor que en el 2000”, sentencia.
Natasha Maimba, de 14 años procedente de Zimbabwe y Minahil Sarfaraz , de 15 y Pakistán, son refugiadas en Irlanda. Ambas, jóvenes embajadoras de Unicef, exigieron en sus discursos “mejores soluciones” a los problemas de la humanidad. “Las que están llevando a cabo no están funcionando”, evidenciaros.
Our youth advocates Minahil and Natasha urging "us all for better solutions, as clearly what we are doing is not working" #DEV2030 pic.twitter.com/cAAU836vEN
— UNICEF Media (@UNICEFmedia) September 22, 2016
Sin duda, la Agenda 2030 es radicalmente distinta de los Objetivos del Milenio, aunque comparte con aquellos la lucha contra la pobreza extrema, el hambre y enfermedades como el VIH, la malaria y la tuberculosis. Para saber si será efectiva habrá que llevarla al terreno y medir el impacto de las acciones. ¿Cuándo se producirá esa tan reclamada transición de la esfera teórica a la práctica? David Nabarro asegura que “ya está pasando”. El grado de conocimiento de los Objetivos por parte de la sociedad civil es mucho mayor que el que se registró con los ODM. A esa sociedad civil le corresponderá reclamar el cumplimiento a sus Gobiernos. Y algunos han empezado a responder legislando en favor de los ODS. “Es como un jardín en el que las semillas han sido plantadas y empiezan a salir los primeros brotes, algunos son fuertes y otros no, pero sé que ese jardín va a crecer bello y fuerte”, vaticina Nabarro. Si florece un bello rosal o un espinoso cardo se verá en 14 años.
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