Ya lo decía Bruce Lee: “Sé agua, amigo mío”
En tiempo de incertidumbres, saber improvisar, adaptarse, vivir el momento y crear el futuro nos aleja de frustraciones y fracasos.
En este proceso de desescalada, más de uno se ha sentido como Charlton Heston al final de El planeta de los simios, cuando descubre la Estatua de la Libertad hundida en la playa. Solo entonces se da cuenta de que, sin cambiar de planeta, el mundo que conocía ha dejado de existir. Algo así podemos sentir cuando lleguemos a la “nueva normalidad” que nadie sabe a ciencia cierta cómo será. Si en el siglo XX el poeta y filósofo Paul Valéry decía que el futuro había dejado de ser lo que era, en el siglo XXI ya nadie se atreve a pronosticar cómo será. No sabemos qué pasará la semana que viene, cómo y dónde haremos vacaciones, si los niños regresarán a la escuela en septiembre… Acostumbrados a hacer planes, ¿cómo manejar la vida en medio de tanta incertidumbre? Veamos unas cuantas claves para no perder el rumbo en el mar de lo impredecible.
Improvisar en vez de planificar. Dejemos de hablar de ese futuro incierto que nos estresa y decidamos sobre la marcha. De hecho, algo que caracteriza a los grandes viajeros es que nunca saben dónde se detienen o cuánto tiempo se quedan en un lugar. Podemos adoptar su mismo espíritu y acostumbrarnos a “tocar de oído”, según las circunstancias, pero también según lo que nos apetezca hacer en cada momento. Esto implica vivir plenamente el día de hoy en vez de programar el mañana.
Disfrutar de la vida líquida. En su entrevista más famosa, Bruce Lee nos recomendaba ser como el agua y ponía de ejemplo el fluido que adopta la forma de la taza, la botella o la tetera. Aplicado a lo que estamos viviendo, significa desarrollar al máximo nuestra flexibilidad. “No te establezcas en una forma, adáptala”, decía Bruce Lee. “El agua que corre nunca se estanca”. Estar siempre en movimiento, adaptarnos a lo que requiere de nosotros cada momento, en lugar de quejarnos y de intentar nadar contra corriente, es la segunda clave.
Menos es más. Una de las lecciones que nos ha dado la pandemia es que no era necesario movernos tanto. Sobre la creencia de que hay que viajar para ver mundo, Paul Auster decía que “si estás quieto y con los ojos bien abiertos, verás todo lo que puedes manejar”.
Estar atentos a las oportunidades. El escenario de la incertidumbre pondrá en peligro las grandes estructuras, pero puede ser un campo propicio para los freelance, las start-ups y los nuevos negocios. A nivel personal, es también la ocasión de introducir cambios en nuestras rutinas gracias a lo aprendido durante el confinamiento. ¿De qué has prescindido y no tienes ganas de retomar? ¿Qué nuevos hábitos positivos te propones mantener? ¿Cuáles son tus prioridades ahora?
Centrarnos en el día a día, apostando por la proximidad y los pequeños objetivos, es el mejor bálsamo para la incertidumbre. Ser incapaces de pronosticar el futuro, más que un castigo, puede ser una liberación. El consultor Peter Drucker ya advertía hace décadas de que, en realidad, nadie sabe nunca lo que va a suceder. Y lo explicaba así: “Tratar de predecir el futuro es como intentar conducir por una carretera rural de noche, sin luces de ningún tipo, mientras vas mirando por el parabrisas trasero”. Y Abraham Lincoln decía al respecto que “la forma más segura de predecir el futuro es crearlo”.
Las pequeñas cosas. Podemos decidir las pequeñas cosas que acabarán configurando nuestra vida. Elegir de qué manera nos vamos a alimentar, cómo y dónde vamos a viajar, qué relaciones y actividades ocuparán nuestro tiempo. También en qué gastamos el dinero. Y eso nos hará más coherentes con nuestro propósito vital.
Se avecinan grandes cambios, pero los más importantes son los que cada cual va a llevar a cabo. —eps
Francesc Miralles es escritor y periodista especializado en psicología.
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