Salvar el océano Austral: objetivo 2020
Philippe Cousteau se suma a la campaña para conseguir proteger siete millones de kilómetros cuadrados de aguas australes en la Antártida
Existe en el sur del mundo un gran océano que aún conserva casi toda su biodiversidad intacta. Pese a que desde finales del siglo XIX especies como las ballenas y las focas estuvieron en el foco de mira de cruentas campañas de caza, las poblaciones lograron recuperarse y hoy es uno de esos lugares que, según cuentan los que se sumergen, bulle de una extraordinaria biodiversidad polar. Sin embargo, siglo y medio después de las primeras expediciones de navegantes por estas aguas siguen sin tener el nivel de protección que garantiza la conservación de todos sus ecosistemas. Y es, desde hace tiempo, una reclamación de activistas ambientales, muchos científicos y casi todos los Gobiernos. Pero no de todos.
Este año podría ser el del cambio ¿Y por qué el 2020 es tan importante? Pues porque a finales de octubre, si el coronavirus no lo impide, se celebra una nueva reunión de la Convención para la Conservación de los Recursos Vivos Antárticos (CCAMLR) en Australia, foro en el que se decide sobre este asunto entre los 25 Estados miembros, más la UE, y aún hay dos países, China y Rusia, que no están por la labor de proteger más de lo que ya hay, es decir, en torno a un 12% de estas aguas polares. El problema: cualquier cambio debe hacerse por unanimidad.
Uno de los que se han involucrado en esta batalla es Philippe Cousteau, nieto del famoso oceanógrafo francés Jacques-Ives Cousteau y hoy activista y educador ambiental desde su ONG, EarthEcho International. “En estos momentos de crisis económica, no puede ser que pensemos que destruyendo la naturaleza nos recuperaremos económicamente de la pandemia del coronavirus. Es mentira. Solo estaremos a salvo con un medio ambiente sano. Si queremos que los niños vivan en un entorno saludable, en momentos como este necesitamos políticos que lo defiendan", dice contundente, desde su casa en California, vía Skype.
Cousteau es uno de los portavoces de la coalición Antártida 2020, que surgió con el reto de promover este año la conversión en santuarios de vida marina más de siete millones de kilómetros cuadrados del océano Austral, es decir, casi cuatro millones y medio más de los que hay ahora. En concreto, desde esta plataforma se busca convertir en santuarios tres áreas que se consideran fundamentales para preservar la riqueza de los ecosistemas marinos antárticos: el mar de Weddell, el entorno de la península antártica y tres zonas en la Antártida oriental.
En estos momentos casi el 12% de la superficie del Antártico son áreas marinas protegidas, pero de ellas sólo un 4,6% son áreas sin captura, según una investigación reciente
También Greenpeace, a nivel mundial, lleva tiempo presionando para que se apruebe un santuario marino en el mar de Weddell, campaña en la que involucró a los actores Javier y Carlos Bardem, que viajaron hasta la Antártida y grabaron un documental a las órdenes de Álvaro Longoria.
"En comparación con el resto de los océanos del mundo, en la Antártida tenemos algunos de los sistemas marinos más saludables que quedan", señala Cassandra Brooks, una de las autoras de una reciente y exhaustiva investigación, publicada en la revista PLoS One, sobre este tema. “El problema es que ahora no están protegidos y que son hábitats que ni siquiera conocemos bien", asegura la investigadora de la Universidad de Colorado. En realidad, este es de los primeros estudios globales que se han hecho sobre la protección de la fauna marina antártica desde las costas hasta las aguas abisales de mar abierto. Es un mundo de 10.000 especies, incluidas ballenas, focas, pingüinos, peces, corales, arañas marinas gigantes y tantos otros seres vivos que, en gran parte, no se encuentran en ningún otro lugar del planeta.
El estudio señala que actualmente casi el 12% de ese océano tienen rango de Áreas Marinas Protegidas pero de ellas solo un 4,6% están libres de capturas, es decir, prácticamente solo el mar de Ross, que sí es un santuario. Ampliar esa área está, pues, en manos de los miembros de la CCAMLR. Por cierto, en ese 12% están incluidos cinco conjuntos de islas subantárticas que tienen jurisdicciones nacionales, pero que se gestionan con las normas de la Convención Internacional.
Según los investigadores, ampliando la máxima protección a esos siete millones de kilómetros cuadrados, estarían representadas 22 de las 23 regiones bentónicas, es decir, fondos marinos antárticos, que existen: 17 lo estarían con más del 10% y hasta 12 al menos con un 30% de lo que ocupan. En la actualidad, por el contrario, lo están nueve y solo en seis se prohíben capturas pesqueras (que son las del mar de Ross). En las demás, se puede pescar, y no poco debido al éxito comercial de la llamada merluza negra o patagónica y al krill. En definitiva, a día de hoy el 61% de las ecorregiones bentónicas en aguas nacionales antárticas permanecen desprotegidas, pero también lo están las internaciones, y por ende, la mayoría de los ecosistemas.
Los investigadores defienden en PLoS One la protección para las mismas áreas que propone la plataforma Antártica 2020, áreas que según dicen supondrían el 75% de los ecosistemas marinos. Así, casi todos los grupos pelágicos de ese océano estarían a salvo, al menos en parte, algo especialmente importante en un contexto de cambio climático. "Como científicos marinos, es importante que nos queden lugares en los que realmente podamos estudiar sistemas saludables, si bien en este caso sufren estrés climático", reconoce Brooks.
Cousteau está convencido de que en otoño, por fin, se logrará cambiar de opinión a China y Rusia para obtener sus votos, y confía en que lo vean como una oportunidad. “Este año se celebra el bicentenario de la pionera llegada a la Antártida de los navegantes rusos Bellingshausen y Lazarev, así que Rusia tiene la ocasión de presentarse ante la comunidad internacional como protector del lugar que descubrió. Mi abuelo y mi padre estuvieron en el Ártico. El primero hasta recibió la Orden de la Revolución de Octubre en 1972. Por ello apelo a su memoria para que su Gobierno reconsidere su postura. Y respecto a China, en este momento sería muy bueno para su imagen global sumarse a un objetivo tan grande como es este”, asegura. Además, cree que Alemania, Francia y España tienen un importante papel. “España es ahora miembro consultivo con CCAMLR y está en buena posición para influir en estos países. Este objetivo es todo un símbolo a nivel global, algo real que significaría un cambio crítico para los océanos con una sola acción”, asegura.
Y es que el océano Austral es crucial. Almacena el 90% del agua dulce del mundo, impulsa la circulación oceánica global y regula el clima terrestre. En palabras de Casssandra Brooks, “todos los sistemas de la Tierra dependen de él". La cuestión es que, como ella comenta, a medida que suben las temperaturas, la fauna marina que acoge va viajando más al sur, hacia el frío, pero un día ya no habrá un sur más al sur al que ir". "Adoptar este nivel de protección sería un hito importante en la dirección correcta", afirma Brooks.
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