¿Qué hemos aprendido del confinamiento? Claves para la siguiente fase
Estos dos meses nos han enseñado a vivir con menos, a centrarnos en lo importante y a desempolvar viejos sueños
Los médicos utilizan un método radiológico para identificar qué se esconde en nuestro cuerpo. Con un líquido inofensivo para el organismo y una prueba de rayos X pueden reconocer tumores o quistes que de otro modo sería difícil descubrir. La prueba de contraste, que así se llama, sería una buena metáfora para explicar lo que hemos conseguido gracias al confinamiento. Estos dos meses en casa nos han permitido identificar cuanto escondíamos. No lo hubiésemos descubierto en otras circunstancias. Eso ha servido para tensar las relaciones personales. Nos hemos enfrentado a problemas que estaban latentes, pero que no queríamos ver. Por ejemplo, hemos reflexionado si el trabajo que hacemos es el que realmente nos llena, siempre y cuando tengamos la suerte de seguir trabajando. Con nuestros hijos hemos comprobado nuestro termómetro de paciencia. Y, excepto para algunos afortunados que han pasado los meses de confinamiento en situaciones realmente beneficiosas, la mayoría no lo hemos llevado bien.
En Estados Unidos, Qualtrics y SAP han realizado una consulta a 2.700 empleados de más de 10 industrias durante marzo y abril. Desde el inicio de la pandemia, el 75% de los encuestados asegura sentirse más aisladas socialmente. Un 67% reconoce padecer más estrés, mientras que el 57% siente una ansiedad mayor. Otro 53% afirma encontrarse más agotado emocionalmente, según un artículo publicado por la revista Harvard Business Review. No han sido meses agradables. Sin embargo, los malos momentos ofrecen una oportunidad única de aprendizaje. Estas circunstancias nos empujan a enfrentarnos a la prueba de contraste entre lo que somos y nuestra realidad, tanto de aquello que nos gusta como de lo que nos molesta. Veamos algunas experiencias que hemos podido extraer:
- Aprender a vivir con menos y centrarnos en lo importante. Durante el confinamiento hemos tenido que apañarnos con lo que teníamos. Posiblemente, nos hayamos dado cuenta de que se puede vivir con menos cosas de las que imaginábamos. Otras que parecían muy importantes han desaparecido de un plumazo. El confinamiento nos ha ayudado a modificar nuestras prioridades. “Cuando todo esto pase, quiero tener tiempo para los míos; conciliar más mi vida personal con el trabajo” o “me doy cuenta de lo poco que necesito para estar bien” son algunas de las expresiones que he escuchado insistentemente durante las últimas semanas. Esta parada forzosa nos ha permitido darnos cuenta de cómo somos cuando estamos sin el acelerador puesto y a valorar la familia, la amistad y los pequeños momentos, que antes pasaban desapercibidos.
- Conocernos con la emocionalidad a flor de piel. Los ánimos se han crispado durante el confinamiento. Hemos visto todo tipo de reacciones. Hay quien ha decidido quedarse en el enfado constante, como se observa en las redes sociales, que están que arden. Pero también hay quien lo ha aprovechado para conectar con su vulnerabilidad. En el primer caso, el aprendizaje será más difícil, porque desde la ira se aprende poco. Vale la pena mirar qué camino hemos adoptado y cómo ha afectado a nuestras relaciones personales durante estos meses.
- Desempolvar viejos sueños. Muchas personas se han replanteado recuperar proyectos pasados. Hay quien se da cuenta de que lo que desea realmente es volver a estudiar esa oposición cuyos apuntes guardaba en un cajón o quien, por las circunstancias, le toca reinventarse. Otros se cuestionan dónde vivir, si van a seguir teletrabajando cuando todo esto termine o piensan en recuperar una afición que tenían aparcada. La pandemia nos ha enfrentado a la noción del tiempo. Es el momento perfecto para recuperar muchos sueños sencillos que dejamos por el camino.
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