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Columna
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La flauta

Eligió un día festivo, cuando todos estaban celebrando oficios eclesiales, para volver con su flauta solo que esta vez a quien se llevó fue a los niños

Félix de Azúa
Un niño y una niña frente a un parque infantil.
Un niño y una niña frente a un parque infantil.H.Bilbao (Europa Press)

En una populosa ciudad del sur se produjo, para espanto de la población, una invasión de ratas. Estaban por todas partes y mordían. Los poderes públicos se agitaron para encontrar al célebre flautista ratero, un músico que con su instrumento las hechizaba y se iban tras él. Lo encontraron y contrataron, pero el flautista dijo que solo aceptaría si prometían, una vez resuelta la epidemia, formar un Gobierno justo y benéfico. Así lo prometieron.

El flautista comenzó a tocar su instrumento y las ratas salieron de todos sus escondrijos y comenzaron a seguirle encantadas. El flautista las llevó hasta un precipicio por el que cayeron todas y murieron. Volvió entonces el músico al pueblo y exigió que cumplieran su palabra las autoridades, pero estas le dieron una botella de vino, le invitaron al fútbol, le presentaron a una corista de la tele, pero el músico insistía en su exigencia. Al final lo sacaron a patadas de la ciudad.

El flautista eligió un día festivo, cuando todos estaban celebrando oficios eclesiales, para volver con su flauta, solo que esta vez a quien se llevó fue a los niños, que le siguieron cantando y riendo. Caminaron hasta la montaña y allí los guardó en una cueva secreta. Cuando los gobernantes se percataron de lo que había sucedido fueron a buscar de nuevo al músico y con llantos y plegarias le rogaron que devolviera a los niños. También le entregaron una nueva Constitución democrática y benéfica. El flautista accedió y los condujo hasta la cueva. Sonó de nuevo la flauta, pero ante el pasmo de los gobernantes comenzaron a salir de la cueva innúmeros ancianos cantando La Marsellesa.

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Sobre la firma

Félix de Azúa
Nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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