“Ahora que hemos conocido Madrid sin contaminación”: el manifiesto de tres arquitectas para una ciudad ‘postcovid’
Volver a los bulevares que nos han robado los coches y dar protagonismo al peatón y las bicicletas no es una utopía: otras ciudades ya lo están haciendo estos días. No nos quedemos atrás
Nadie podía imaginar nuestra ciudad sin automóviles, sin atascos, sin ruido, sin polución; sin embargo, debido al confinamiento de la población y la paralización de la actividad, esta imagen es hoy una realidad. Una realidad que, afortunadamente, tiene algo positivo y es que nos ofrece la oportunidad de imaginar una ciudad mejor. A nadie se le escapa, al observar las calles vacías, el espacio que tenemos y la oportunidad única de repartirlo de forma más equitativa. Ahora es posible imaginar una ciudad en la que cabemos todos, y donde prevalece la convivencia, desaparecen la crispación y el estrés y el ciudadano disfruta del espacio público respirando un aire saludable, sin bocinas ni atascos.
Esa ciudad postcovid con la que nos gustaría encontrarnos al salir se conseguiría con una serie de intervenciones que otras ciudades del mundo han probado posibles.
Un plan serio de movilidad para bicicletas
La cuarentena por el coronavirus ha constatado lo que ya sabíamos, que el coche es el responsable de la contaminación en la ciudad, de la mala calidad del aire y de las pésimas consecuencias que la polución acarrea para la salud. También sabemos que la bicicleta es el vehículo privado que ofrece más ventajas y, de hecho, esta es la mejor alternativa para la movilidad durante esta situación, pese a los problemas que algunos ciclistas se han encontrado, y para el futuro inmediato.
Esto me ha llegado al movil. Desconozco origen y autoría.
— Antonello Dellanotte (@Adellanotte) April 7, 2020
Pero vamos, que yo lo vengo notando desde casa. La calidad del aire, no solo por la lluvia, sino por la ausencia de humos, es otra. #Medioambiente #COVID19 #airelimpio #madrid@ManuelRevilla57 @clara_vignolo pic.twitter.com/bJmoiWX40p
Su uso es saludable, es silencioso, es compacto en la calzada, no ocupa espacio de aparcamiento y tampoco se pierde tiempo buscando dónde aparcarla. El problema de Madrid no eran las pendientes de la ciudad, sino el peligro de un tráfico denso y la falta de espacio para circular. Es el momento de implementar en nuestra ciudad una red ciclista segura y segregada para que la bicicleta pueda servir de vehículo para todos, incluidos niños y mayores: el Plan director de movilidad ciclista de Madrid.
Volver a los bulevares de principios del siglo XX
Según este plan, la nueva calle se distribuiría de la siguiente manera: ampliación del espacio actual de las aceras –con árboles que ofrezcan sombra en verano–, carriles-bici segregados y seguros, espacio para el transporte público también segregado y, siempre que fuese posible, por el tamaño de la calzada, una zona verde o bulevar. La adaptación a este modelo puede ser progresiva, empezando en algunas calles, y luego extendiéndose al resto de la ciudad. Tenemos que conseguir reducir el espacio del automóvil (carriles y aparcamientos) y volver a la distribución de principios el siglo XX, antes de que el coche invadiera nuestros bulevares, recortara nuestras aceras y eliminara nuestros árboles centenarios para hacerse con todo el espacio en la calzada.
Muchos profesionales venimos reivindicando desde hace años este nuevo modelo de calles que apuesta por la promoción de la salud y la calidad de vida en la ciudad. Entre ellos, arquitectos, urbanistas y profesores de la Escuela Técnica de Arquitectura Superior de Madrid y la Universidad Politécnica de Madrid (véanse algunos proyectos como ODS2030, Proyecto UNI-Health 2019, DuyOT, iniciativas en la semana de la movilidad, etc.).
La redistribución del espacio de la calzada que proponemos ya está siendo implementada en muchas ciudades del mundo, pero más aún se han unido a esta estrategia durante la covid-19. No queremos que Madrid vuelva a estar a la cola del desarrollo sostenible, apostando por la promoción del vehículo privado como medio de transporte. Como apuntaba un artículo de El País, en Viena se han cerrado ya más de 20 calles a los coches; en Berlín se han convertido las calzadas en recorridos preferentes para el ciclismo urbano; en Estados Unidos decenas de ciudades han cerrado avenidas a los coches y han transformado calzadas en carriles-bici, y Milán transformará más de 35 km en espacio para peatones y ciclistas.
En Londres ya existía un manual para ayudar a los diseñadores a pensar en calles más saludables –Healthy streets check for designes, Mayor of London March 2019–, donde se establecen 10 indicadores con medidas para incentivar el paseo por las calles, facilitar los cruces de peatones, establecer lugares sombreados para descansar y fomentar las zonas sin ruido ambiental.
Espacio para pasear
Está comprobado que pasear es una actividad fundamental que mejora la salud: reduce entre un 35% y un 50% las posibilidades de desarrollar diabetes de tipo 2, entre un 20% y un 30% la depresión y, en porcentajes similares, Alzheimer, enfermedades del corazón, roturas de cadera y varios tipos de cáncer. Parece oportuno hoy reflexionar sobre esta nueva ciudad. Queremos conservar lo que se ha puesto en evidencia durante la cuarentena: una ciudad sin polución, sin ruido, donde los pájaros no van al psiquiatra, que diría Joaquín Sabina. Sin tráfico.
En otros países, la cuarentena no impide salir de casa para ir al parque o a dar un paseo. Quizá porque tienen en cuenta que están comprobados científicamente los beneficios que los espacios verdes tienen en la salud mental. La naturaleza reduce el estrés y la ansiedad, aporta sensación de bienestar y, además, absorbe el CO2 de la atmósfera, lo que mejora la calidad ambiental. Es el momento de reivindicar el espacio verde de la ciudad.
El nuevo Madrid
Recientemente, el Plan General de Ordenación Urbana ha incorporado en su actualización la recuperación de la red de bulevares históricos de Madrid. Este proyecto permitirá el desarrollo de 17 kilómetros de calles más verdes para hacer la ciudad más peatonal y fomentar los desplazamientos activos, a pie, con las consecuencias positivas que eso tiene para la salud.
Como vemos, la ciudad de Madrid ya cuenta con un repositorio de ideas, proyectos y guías de diseño incorporando el concepto de infraestructura verde en el diseño de la ciudad. El reciente Plan de infraestructura verde y biodiversidad de la ciudad de Madrid incluye los conceptos de infraestructura verde, azul y marrón, que distingue la Unión Europea en la planificación territorial, y recoge más de 180 acciones concretas para ser desarrolladas y puestas en marcha de aquí a 2030.
En este plan destaca el proyecto de Red ARCE para la conexión de los grandes espacios verdes urbanos a través de una red continua y coherente de calles, avenidas y bulevares que se transformarían en corredores verdes, o parques lineales, que ofrecerían múltiples paseos en la naturaleza dentro de la ciudad.
Finalmente, cabe destacar que el ayuntamiento aprobó el pasado otoño la realización de un carril-bici seguro en todo el eje de la Castellana desde Atocha hasta Plaza de Castilla. Pidámosle también que el bulevar peatonal de la Castellana se convierta en el verdadero parque lineal que fue en su día y ya no es debido a su trazado discontinuo.
No nos quedemos atrás, utilicemos este momento histórico para que todos estos planes para nuestra ciudad no tarden años en ponerse en marcha. Los ciudadanos reclamamos a nuestras administraciones, a nuestros políticos, que se comprometan a darnos ya una ciudad más saludable, más limpia, más segura y, por lo tanto, más bella, que proteja la calidad del aire y mejore el espacio público y la vida de todos los madrileños.
(*) Belén Moneo Feduchi es arquitecta cofundadora de Moneo Brock Studio y profesora del Departamento de Composición en la Etsam, de la Universidad Politécnica de Madrid.
Ester Higueras García es doctora arquitecta y profesora titular Urbanística y Ordenación del territorio de la Universidad Politécnica de Madrid.
Elisa Pozo Menéndez es arquitecta, urbanista e investigadora en la Etsam, de Universidad Politécnica de Madrid.
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