Una nueva oportunidad para el multilateralismo
La que fuera vicepresidenta y ministra de Exteriores de Panamá se lamenta de la falta de empuje para alcanzar la Agenda 2030, pero cree que el coronavirus puede suponer una oportunidad
La sala de la Asamblea General de las Naciones Unidas estaba atestada de mandatarios de los 193 países. Jefes de Estado o de Gobierno reunidos en aquella sala. Corría septiembre de 2015. Shakira abrió la ceremonia diciendo: "Vivimos en un mundo en el que muchos de los que nacen pobres morirán pobres y depende de nosotros ser la generación que cambie eso". El escenario era perfecto para adoptar la Agenda 2030, una hoja de ruta agresiva mediante la cual nos comprometíamos todos a erradicar el hambre y la pobreza para el año 2030.
Casi cinco años después de ese momento histórico y de la adopción de la Agenda 2030, hemos sido testigos del debilitamiento de los espacios multilaterales. Organismos como las Naciones Unidas y otros ven sus programas restringidos por falta de recursos. Al parecer, adoptamos esta hoja de ruta, pero nos faltó fuerza; hemos avanzado, pero aún con pasos pequeños y sin medidas o decisiones realmente disruptivas que permitan una verdadera transformación.
Hoy, una pandemia nos muestra que las cosas se pueden hacer diferentes cuando se trata de una crisis, que es posible proteger la vida y evitar el potencial colapso de los sistemas de salud. Gobiernos alrededor del mundo anuncian programas de rescate, de sustitución de renta para los más vulnerables, de flexibilización de pagos por servicios básicos. Las empresas están descubriendo que funciones que antes pensaban era imposible que se desarrollaran desde casa, sí se pueden ejecutar con teletrabajo, contribuyendo además a facilitar una mejor conciliación familiar. Y las escuelas perciben que la educación remota puede funcionar abriendo nuevas posibilidades.
En paralelo, descubrimos cómo en momentos de crisis la desigualdad también aflora de la manera más cruda. El trabajador manual no puede desarrollar sus labores a distancia y los estudiantes de muchas familias, sobre todo en el mundo en vías de desarrollo, no tienen en sus casas las condiciones mínimas de conexión a Internet para poder estudiar y no perder el año escolar. Lo más básico que ha sido recomendado, el lavado de manos, no está disponible para más de la mitad de la población del mundo, que no tiene acceso a servicios seguros de saneamiento.
No tengo dudas de que esta crisis pasará, con importantes costos en términos de vidas humanas, empleos, para la subsistencia y las economías. Pero pasará. La pregunta es si lograremos que superada la crisis no regresemos a lo que conocemos como lo normal, que sabemos tiene aún retos pendientes como la desigualdad y la pobreza. Mi apuesta es a que la crisis lleve al mundo a comprender que la solución a los problemas globales requiere de abordajes globales y que el vehículo y el escenario para ello son los espacios multilaterales.
Una pandemia nos muestra que las cosas se pueden hacer diferente cuando de crisis se trata, que es posible proteger la vida y evitar el potencial colapso de los sistemas de salud
Ante el llamado del secretario general de la ONU, Antonio Guterres, de abordar la crisis con "responsabilidad compartida, solidaridad global", convocando a una acción multilateral sin precedentes, corresponde ahora responder y construir juntos una realidad distinta post Covid-19. Si lo logramos, si comprendemos que las cosas deben cambiar, que la colaboración debe reinar, que las crisis se enfrentan mejor cuando hay cooperación, quizás podamos dentro de cinco años mirar hacia atrás y ver esta crisis como el momento decisivo que abrió la posibilidad de construir un mundo mejor.
Coincido con Shakira, depende de nosotros ser esa generación que logra cambiar la realidad de hoy para que todo aquel que nace pobre tenga la opción de cambiar su situación si se lo propone. Llegó el momento de cambiar la normalidad previa a la Covid–19 y que trabajemos con ahínco por el paradigma del desarrollo humano, poniendo a las personas en el centro, generando oportunidades, desde el ámbito multilateral y de las instituciones que juntos hemos creado para ello. Si la del coronavirus es una crisis suficientemente grave para cambiar el modo de hacer las cosas en el corto plazo, la sostenibilidad ambiental, económica y social lo es para cambiarlas en el largo plazo.
Isabel de Saint Malo de Alvarado fue vicepresidenta y ministra de exteriores de Panamá de 2014 a 2019, y es asesora del PNUD.
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