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3.500 Millones
Coordinado por Gonzalo Fanjul y Patricia Páez
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Rompamos juntas el silencio

Las mujeres maltratadas viven en estado de alarma cada día, pero con la cuarentena la situación puede ser mucho peor

“Reza, reza, que te va a hacer falta, que esta pelea la va a ganar quien de los dos quede vivo”
“Reza, reza, que te va a hacer falta, que esta pelea la va a ganar quien de los dos quede vivo”Adriano Machado (Reuters)

Desde hace miles de años convivimos con una vulneración de los derechos humanos que tiene dimensiones de pandemia global: la violencia de género, que afecta a 1.200 millones de mujeres en todo el mundo. Por eso, aliento a todas las que están siendo maltratadas a que usen su valor y su fuerza, no para resistir el confinamiento con sus maltratadores, sino para pedir ayuda y comenzar una vida nueva. El 016 y el 112 siguen activos, hay casas de acogida abiertas y la policía la va a ayudar a salir sanas y salvas de esta situación. Que el estado de alarma sea una señal que les haga romper el silencio, porque se merecen ser felices. Pero nunca, nunca, nunca les digáis a vuestros maltratadores que los vais a abandonar. Este consejo os puede salvar la vida.

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Mi señal fue el 11 de septiembre y la tragedia de las Torres Gemelas de Nueva York. Mi marido solía decirme que me pegaba porque me quería y le creí durante 11 años en los que me violaba y me tapaba la boca para que no hiciera ruido: “Aguanta, aguanta y no llores que ya voy a acabar”. Me prohibía leer libros, bailar, ver mi Semana Santa de Sevilla y besar a mis familiares. Incluso el día de mi boda con la mirada me indicaba a quien podía besar y a quien no; me exigía estar a menos de tres metros de él en cada momento y darle un recibo de todo lo que comprara, o pedirle autorización previa, aunque fuese una barra de pan.

Si mis amistades llamaban, él decía que yo era una mujer casada y que no tenían que molestarme. Dejaron de llamarme. Mi hermana me vio cardenales en el cuello, me inventé que me los hacía mi bebé dándome pellizcos cuando le amamantaba y ella se lo creyó. Nadie me rescató. Yo era invisible como la mayoría de las mujeres maltratadas en España. Solo dos de cada 10 mujeres son beneficiarias de los recursos porque el resto no rompe el silencio.

Ayuda a romper el silencio

Si eres víctima de violencia de género o si sospechas que una mujer cercana pudiera estar siendo maltratada marca el 016 o el 112. Si no sabes muy bien cómo actuar, puedes escribir a comunicacion@fundacionanabella.org y juntas haremos una estrategia para apoyarla y que vuelva a ser feliz. También pueden contar con la Fundación Ana Bella marcando el (+34) 667233133.

La caída de las Torres Gemelas fue mi señal para decidir separarme. A lo que él contestó: “No chiquita no, tú nunca te separarás de mí porque lo nuestro es amor o muerte”. La agresión fue tan violenta que de rodillas rezaba temiendo por mi vida y él me increpaba: “Reza, reza, que te va a hacer falta, que esta pelea la va a ganar quien de los dos quede vivo”. Salvé mi vida. Cometí el error de decirle a él que le iba a dejar. Nunca hay que decírselo al maltratador porque es el momento que más peligra nuestra vida. Esa noche usé mi miedo para llamar y preguntar si yo podía separarme aunque mi marido no quisiera. Me contestaron que tenía que acudir a una cita con una asesora jurídica que me iba a explicar el procedimiento. “No puedo ir”, les dije. “¿Tienes coche, tienes la llave de tu casa?”. “Sí”. “¿Por qué no puedes venir?”. Y mi respuesta con 29 años fue: “Porque no puedo salir de mi casa sola y sin que él sepa dónde voy”.

Cuando las mujeres somos maltratadas es como convivir cada día en estado de alarma confinadas con los hombres que nos maltratan. Más de un millón y medio de hombres en España siguen maltratando a sus parejas. Me escapé con mis cuatro hijos, denuncié, estuve en una casa de acogida y he vuelto a ser feliz. Ahora dedico mi vida a ayudar a otras mujeres, sobre todo a las invisibles, a través de la Fundación Ana Bella.

Estos días estamos recibiendo cientos de mensajes de mujeres que nos piden ayuda para soportar el confinamiento con sus parejas: “Me persigue por toda la casa mirándome fijamente, han aumentado las agresiones sexuales, me raciona la comida, me ha encerrado en el cuarto, no me deja ir al baño. Tengo miedo de que explote; me comporto lo más sumisa que puedo para no alterarle, pero tengo más miedo que cuando me pegaba”.

Nadie me rescató. Yo era invisible como la mayoría de las mujeres maltratadas en España. Solo dos de cada 10 mujeres son beneficiarias de los recursos porque el resto no rompe el silencio.

Las supervivientes voluntarias de la fundación las acompañan día y noche para que vean en el estado de alarma una oportunidad para librarse de esa relación que las está consumiendo. No hay que ser asesinada para ser una víctima de violencia de género, una vida de maltrato es una vida perdida. Cuando somos maltratadas nos roban los instintos para poder reaccionar ante los malos tratos y necesitamos que la gente de alrededor nos ayude a salir de esa relación abusiva. Todos y todas podemos actuar como agentes de cambio frente a la violencia de género en el estado de alarma.

Nosotras usamos nuestro tiempo, nuestra experiencia, nuestro amor, pero también nos hacen falta recursos económicos para lograr que más mujeres recuperen sus vidas, no como víctimas dependientes de un subsidio, sino como mujeres supervivientes con una vida nueva.

Ana Bella Estévez es emprendedora social y fundadora de la Fundación Ana Bella que ayuda a mujeres maltratadas.

#LOSOTROSCONFINADOS

Esta es la tercera de una serie de historias en las que trataremos diferentes ángulos de la cuarentena, desde la voz de los más afectados en esta nueva forma de vivir durante la pandemia del coronavirus.

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