Migrantes en cuarentena: La vida de las personas más vulnerables
Desde refugiados hasta cuidadoras ¿Cómo afecta el confinamiento a las personas que viven en constante movimiento?
Nuestro mundo parece que se ha vuelto del revés en pocas semanas. Muchas personas vivimos tal vez la situación más compleja que nos ha tocado vivir como humanidad. Afloran muchos sentimientos encontrados en este tiempo de confinamiento. Por un lado, miedo, descontrol, ansiedad y fragilidad. Por otro, generosidad, solidaridad, conectividad y amor. Con el paso de los días, hay un cierto movimiento que nos devuelve a lo esencial de la vida.
En esta situación, nos viene la pregunta por los colectivos más vulnerables. Entre ellos, las personas que están en movimiento, que se han visto forzados a dejar su hogar por la violencia o buscando un futuro para los suyos.
Varias familias en las llamadas comunidades de Hospitalidad del Servicio Jesuita a Migrantes han vivido en primera persona el drama del coronavirus, así lo cuentan algunas personas hospitalizadas y los equipos de voluntarios que reparten alimentos y medicinas, además de brindar acompañamiento. Era el caso de Pepi, una mujer muy cercana a la parroquia de San Ignacio de Loyola en el Barrio de Tetuán en Madrid, quien murió sola en su casa, con su esposo ingresado, y que lo dio todo por acoger y ser puerta abierta a familias refugiadas en la parroquia.
Recibo la llamada de Bertha, una amiga salvadoreña que vive en Boston, angustiada porque su hijo se ha quedado atrapado en una escala en Barcelona y no puede regresar a El Salvador por el cierre de fronteras. Embajadas y consulados sobrepasados, y la solidaridad de familias y amigos.
Recordar a tantas mujeres migrantes que sostienen el cuidado de nuestro país y que atienden de nuestros mayores. Carmita ha optado por irse a vivir de interna por la preocupación de dejar solo al anciano con inicio de Alzheimer al que cuida. Cada día se comunica con cierta angustia con sus hijos en su casa.
Daniela me manda mensajes de WhatsApp a diario para que salga al balcón y salude a los niños. Su familia, natural de Ecuador, vive junto a su esposo y tres hijos pequeños en un piso de 30 metros cuadrados. Cada día se despierta con pesadillas, pensando en el futuro después del tiempo del confinamiento, y en sufrir un ERTE y despido.
En la calle, junto a mi ventana, aparecen a cierta hora varias mujeres del albergue cercano para echarse un pitillo. Sus rostros hablan de situación de calle, de deterioro físico, y estos días su vulnerabilidad hace resonar en mí la solidaridad y mucha humanidad.
Carmita ha optado por irse a vivir de interna por la preocupación de dejar solo al anciano con inicio de Alzheimer al que cuida.
Diego me llama comentándome que el consulado de España le insta a que regrese a España desde Oregon, en Estados Unidos. Su beca de estudios, el sueño que perseguía, tiene que posponerse o aplazarse por ahora. Llega el tiempo de regresar a casa y en cierta manera ver frustrado su sueño.
Muchos encuentros en línea, como el Espacio Mambré, en el cual poder saber los unos de los otros y vivirse conectados. Sheila una mamá venezolana, nos decía el jueves pasado lo importante que son estos espacios que la hacen sentirse en casa, parte de una nueva familia.
Khalidou me testea desde un centro de estancia temporal de inmigrantes y que cuenta las dificultades de convivencia en estos últimos días, la imposibilidad de conseguir alimentos fuera y el miedo a que el virus llegue al centro.
Frente a todas estas nuevas necesidades entre la población más vulnerable y pese a que los centros se han tenido que cerrar al público, instituciones sociales con el Servicio Jesuita a Migrantes seguimos acompañando, sirviendo y defendiendo en toda España, ofreciendo servicios a las personas migrantes y refugiadas más vulnerables.
En España residen 7.305.869 de personas que han nacido fuera de nuestras fronteras, lo que representa un 15,5% de la población. Estas personas sostienen nuestro sistema de pensiones y nuestro mercado laboral, en sectores tan esenciales como el de los cuidados o de la distribución y supermercados, tan importantes en este tiempo de emergencia sanitaria. Pero a la vez, sectores de gran vulnerabilidad laboral y con menor protección social.
Alberto Ares es miembro del Servicio Jesuita a Migrantes.
#LOSOTROSCONFINADOS
Esta es la segunda de una serie de historias en las que trataremos diferentes ángulos de la cuarentena, desde la voz de los más afectados en esta nueva forma de vivir durante la pandemia del coronavirus.
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