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Coordinado por Gonzalo Fanjul y Patricia Páez

¿Cómo contar a tus hijos o nietos que el señor al que cuidas te maltrata?

El machismo y edadismo es una combinación terrible que hiere profundamente a las mujeres mayores de 65 años y las vuelve sumamente vulnerables

Aunque muchas veces no se identifiquen con el término, las mujeres mayores también sufren violencia de género
Aunque muchas veces no se identifiquen con el término, las mujeres mayores también sufren violencia de géneroFundación Luz Casanova

Cuando se habla de violencia de género, se suele olvidar a las mujeres con años. ¿Por qué? Por mayores y porque esta sociedad las invisibiliza cuando cumplen años. Simplemente dejan de existir. Pero están aquí y son una parte fundamental de nuestra sociedad. Aunque no suelen aparecer en las campañas para tomar conciencia sobre violencia, también a ellas las matan y sufren violencias en plural.

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Peinan canas, sus pensiones (si las tienen) muchas veces son ruinosas y en ocasiones no se identifican como víctimas de la violencia de género. El concepto les queda demasiado lejos. Este enero, en una semana nefasta, computamos dos feminicidios hacia ellas: dos hombres asesinaron a sus mujeres, mujeres mayores, mujeres víctimas del machismo.

Ellas sufren dos marginaciones. La primera es la marginación de la edad (el edadismo), un fenómeno en el que la sociedad invisibiliza y castiga a quienes cumplen años. La segunda es la marginación de su género: si eres mujer pagas también por un machismo estructural que no nos contó ni tuvo en cuenta. Lo denuncian las actrices, las escritoras y las dirigentes, a quienes además se las mira y califica con una lupa especial, que va más allá de la edad cronológica. Una lupa social: la de ya no estar en el mercado.

Pero si hablamos de violencias, las víctimas mayores de 65 son todavía menos visibles. Los datos dicen que piden menos ayuda (cuando lo hicieron, hace treinta o cuarenta años, no se las atendió) y dicen que denuncian menos, pero esto es complejo. No lo hacen por miedo, sino por la carga social. ¿Cómo contar a tus hijos o nietos que el señor al que cuidas te maltrata? ¿Cómo denunciarle? No van a una comisaría o centro social porque dependen de ellos (económicamente), porque las enseñaron a callar, por cultura, religión, porque le asusta enfrentarse a la justicia.

Los datos dicen que piden menos ayuda (cuando lo hicieron, hace treinta o cuarenta años, no se las atendió) y dicen que denuncian menos, pero esto es complejo. No lo hacen por miedo, sino por la carga social

En un estudio de la Universidad de Comillas se ve que el 24,4% de las mujeres entrevistadas no tenía información sobre los recursos existentes para víctimas de violencia y que el 14,4% no ha oído hablar de la Ley de Violencia de Género. Pero están, también las matan y violentan. Hace falta actuar de una forma específica con ellas porque pagan con sus vidas el machismo y edadismo de la sociedad.

El problema, especialmente con ellas, es que existe una visión muy reduccionista de la violencia contra las mujeres, una mirada muy limitada que impide ver las múltiples violencias a las que son sometidas. Se pone el foco en los daños físicos y se eluden los problemas sociales derivados de las violencias. Esa perspectiva olvida graves temas como el aislamiento social, la falta de autoestima e indefensión, o el control personal continuo y prolongado durante muchos años por parte de sus parejas. Ello impide ver el enorme coste físico y psicológico para las mujeres mayores y el enorme coste social de vulneración de derechos por mirar a otro lado.

Desde la Fundación Luz Casanova trabajamos desde el año 2017 con esas mujeres tanto en prevención, detección y atención para una salida de ese horror desde su idiosincrasia. En ellas pesa la culpa, la angustia y falta de autoestima acumulada por años. Por eso es importante una mirada de confianza y dinamismo que rompa con dinámicas a veces cronificadas y normalizadas. No vale tratar a las personas mayores de forma infantil restándoles autonomía y responsabilidad o influyendo más de lo necesario en sus decisiones. Tampoco se puede dar por hecho que no va a haber cambios de comportamientos o actitudes y por tanto no tratar de incidir sobre ellos, asumiéndolos como algo que no se puede cambiar.

Entonces, ¿cómo combatir este mal?

En estos años de trabajo con ellas y desde sus realidades concretas identificamos algunas acciones concretas y urgentes para poder revertir esta realidad:

Finalmente, si con todo lo que te hemos contado aquí te cuesta un poco creer el impacto de la violencia machista en la vida de estas mujeres, te invitamos a escucharlas en este video:

Julia Almansa es directora de la Fundación Luz Casanova.

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