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Columna
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Mucha muerte por delante

Nunca seremos capaces de comprenderla, o sea, de asir mínimamente lo que significa y, quizá por ello, nos resistimos a su llamada casi sin excepción

Jorge M. Reverte
Unas manos entrelazadas de una anciana.
Unas manos entrelazadas de una anciana. Santiago Torralba (EFE)

Siempre ha estado ahí. Y, si se mira alrededor con algo de serenidad, lo que ahora es difícil, siempre se ha dedicado a la misma gente. Cuanto más débil es un colectivo, más fácil le es penetrarlo, claro. Y se vuelca, sobre todo, en lo que ahora se conoce por “grupos de riesgo”, que traducido al español vulgar, significa algo así como “mayor de 70 años con alguna patología previa, sobre todo si es respiratoria”.

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Por supuesto, estoy hablando de la muerte, asunto que da mucho de sí. Creo que era el padre de los Fraguas el que decía con mucha razón eso de que “nos queda mucha muerte por delante”. La frase es buena, pero el contenido da vértigo.

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Nos queda tanta muerte por delante que nunca seremos capaces de comprenderla, o sea, de asir mínimamente lo que significa y, quizá por ello, nos resistimos a su llamada casi sin excepción.

Siempre ha estado ahí. Esperando a que nuestras acciones o nuestras omisiones nos lleven con ella. Porque irse solo puede ser fruto de un error o de que se ha entrado, sin darse uno cuenta, en un “grupo de riesgo”. Pues malditos sean. Formar parte de alguno quiere decir que, de una u otra manera, está uno desahuciado. No vale demasiado la pena luchar por ese pedazo de carne, porque, tarde o temprano, la lucha tendrá su fin y ya sabemos cuál será el resultado.

La vida es un pequeño paréntesis en el gran lapso de tiempo que tenemos por delante. Qué salvaje, qué inmisericorde, qué exacto, el inventor de la frase.

En cierta manera, lo que conseguimos con tanta lucha, y lo sabemos desde siempre, es hacer un poco mayor el margen que gobierna ella. No es más grande que eso el premio. Es una miseria.

Hay que hacer, entonces, un esfuerzo para conseguir entrar más tarde en los “grupos de riesgo”. Un poco más tarde. Con eso nos conformamos. Qué poco. Nos queda aún mucho que vivir, que es algo sobre lo que, con un poco de suerte, podremos pensar. ¿Vamos a poder hacerlo? Tampoco está muy claro.

Dejemos para más tarde, cuanto más tarde mejor, lo de entrar en los dichosos grupos. A la muerte no es preciso darle pistas, sabe ir a donde quiere. Lo único que pasa es que ahora viene más veces que antes.

Sea como sea, tenemos mucha muerte por delante.

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