La mujer en la sombra de Carlos Ghosn
Carole, esposa del magnate del automovilismo, es investigada como pieza clave en su fuga. Se casaron en 2016, les gusta pisar las alfombras rojas y los elegantes salones
La rocambolesca fuga protagonizada por el magnate del automovilismo y evadido de la justicia japonesa, Carlos Ghosn (Porto Velho, Brasil, 1954), sigue acaparando las portadas de la prensa internacional. A la sombra de una evasión de película destaca su mujer, Carole (Beirut, Líbano, 1966), y vehemente defensora del expresidente de Nissan-Renault. Niega ser el cerebro de la operación de huida, tal y como apuntan la prensa francesa y libanesa, y sobre ella pesa una orden de arresto por supuesto perjurio emitida por la fiscalía nipona, según reveló la agencia Kyodo News.
¿Cuál ha sido su papel en la fuga de Ghosn? A la pregunta, Carole se limita a sonreír y pasa el testigo con la mirada a su marido, sentado junto a ella en el restaurante de un lujoso hotel de Beirut durante una entrevista con EL PAIS. “Ella no tuvo nada que ver”, se apresura a decir cogiéndole la mano. “Carole no está implicada en nada”, asevera también al teléfono y desde París su abogado François Zimeray. “Se trata de un acto de vendetta por parte de la justicia japonesa”, remacha.
Carole también posee la nacionalidad estadounidense, país en el que ha pasado gran parte de su vida. Poco se sabe de esta mujer, cuyo nombre de soltera es Nahas, fuera de su relación con el magnate de los negocios. En el año 2000 y bajo el nombre de Carole Marshi, creó una marca de caftanes de lujo en Nueva York, llamada Calm. Fabricadas en Líbano, las prendas fueron fruto de la colaboración con la diseñadora Alison Levasseur. Parte de los ingresos fueron donados a una organización benéfica que apoya a las mujeres libanesas más desfavorecidas. Tras unos años de actividad, la empresa cerró sus puertas.
En la metrópoli estadounidense han crecido sus tres hijos, fruto de un primer matrimonio. Su hija estudia en la Universidad de Brown y los dos varones se dedican al mundo de las finanzas. Sin prole en común, Ghosn también cuenta con hijos de su anterior matrimonio con Rita Khordani: Caroline, Nadine, Maya y Anthony.
Es precisamente en torno al supuesto abuso en materia de derechos humanos sobre el que ha vertebrado Carole su plea en defensa de Carlos Ghosn durante los 130 días que cumplió entre rejas. “Pasó frío, durmió en el suelo, no le daban suficiente comida y ni siquiera nos dejaron mandarle su medicación comprada en Francia, tenía que tomar la que le proporcionan en la prisión”, relata indignada. El 28 de diciembre, envió una carta de nueve páginas a la ONG Human Rights Watch para denunciar la situación durante la encarcelación de su marido.
El hombre conocido como el “asesino de costos” tras llevar a cabo un milagroso rescate económico de la empresa Nissan, calificó a la justicia nipona de “agujero negro”. Dueño de un pasaporte francés, además de libanés y brasileño, Carole pidió al presidente galo, Emmanuel Macron, que interviniera en defensa de Ghosn. Sus conexiones con las altas esferas llegaron hasta la Casa Blanca, donde también se ha abogado para presionar a la justicia nipona en el caso.
No es de extrañar que las primeras palabras que Ghosn pronunció en público y en libertad fueran destinadas a su esposa. “Me gustaría expresar mi profunda gratitud a mi mujer, Carole”, dijo el exdirectivo en una conferencia de prensa en Beirut. A lo que los familiares y amigos sentados en las primeras filas rompieron en aplausos para deleite de una sonriente Carole. “En nueve meses solo me dejaron ver a mi mujer durante dos horas y en presencia de mi abogado, profundamente avergonzado por la situación”, apuntó durante la rueda de prensa. El día anterior se daba a conocer una orden de arresto lanzada por Tokio contra su esposa. Sin embargo, el letrado asegura que “Carole no tiene nada que ocultar” a la Justicia, y prueba de ello, defiende, es que en el mes de abril regresó al país asiático para responder a las preguntas de los fiscales.
“No hay ningún proceso judicial y no existe acuerdo de extradición entre Líbano y Japón”, apostilla este abogado especializado en Derechos Humanos al ser cuestionado sobre la orden de arresto que pesa sobre Carole. “No puedo decir nada más”, zanja. Ghosn aseguró ante más de un centenar de periodistas que no se habría fugado de Japón si le hubieran permitido vivir en su casa junto a su mujer durante el tiempo de espera hasta que se celebrara el juicio. “Ha sido el mejor regalo, un milagro”, festejó Carole tras el reencuentro con su marido en Beirut, donde el fugado aterrizó en un jet privado desde Estambul el pasado 30 de diciembre, justo a tiempo para celebrar el fin de año con sus suegros y amigos. “Estoy feliz de que lo hiciera”, ha asegurado en declaraciones recogidas por Reuters.
La unión de Carlos y Carole se ha convertido en uno de los controvertidos broches del caso Ghosn. Tres años después de que su relación quedara al descubierto en 2013, se casaron por lo civil en mayo de 2016 en París. Festejaron las nupcias varias semanas más tarde coincidiendo con el 50 cumpleaños de ella y lo hicieron con una suntuosa fiesta de época en el Gran Trianón del palacio de Versalles. Entonces, Carole lució un vestido diseñado por su compatriota Rabih Kayrouz, el mismo que vistió en la alfombra roja del Festival de Cannes en 2017, donde acudió junto a su marido.
“Fue un evento precioso, pero ahora se ha convertido en un gran desastre”, dice Carole rememorando la fiesta de Versalles. “Ojalá no lo hubiera hecho”, admitió. El entonces jefe de la alianza Renault-Nissan es acusado de abusar de su posición para obtener el uso del palacio. Durante la conferencia de prensa que mantuvo en Beirut, Ghosn también lamentó el evento aunque alegó que no “sabía que había que pagar el alquiler de la sala”. Más tarde ofreció 50.000 euros por el uso del Trianón. El pasado viernes, fiscales franceses han anunciado que la investigación dará un paso más con el traspaso del caso a manos de los jueces.
La pareja rehúsa hablar de la inverosímil fuga que tanta curiosidad ha despertado. Alegan que podría perjudicar a quienes le ayudaron. Una fuga cuyo coste según expertos citados por Bloomberg, asciende a 13,5 millones de euros en una operación que habría contado con la participación de un mínimo de 25 personas.
Ambos viven ahora en Beirut en una casa que es objeto de litigio. Nissan reclama la vivienda como propiedad de la empresa, los Ghosn como propia. “No es la primera falacia que dicen. Esa casa es objeto de un litigio entre Nissan y yo y está en manos de la justicia libanesa”, protesta Ghosn. “Confío en que la justicia libanesa lo zanje de forma favorable. Esa casa se hizo para mi uso y en el marco de una compensación. Los miembros del Consejo [de Nissan] están al corriente y existe un papel firmado por Saikawa diciendo que esa casa no solo estaba a mi disposición, sino que podía comprarla una vez me jubilara”, elabora. Asegura que aún no han comprado la vivienda debido a que hay un proceso judicial en marcha. El palacete de rosas paredes y ventanales celestes fue construido en 1930 y se encuentra en el corazón cristiano de la capital libanesa, en el barrio de Ashrafiye. La vivienda está valorada en 9,5 millones de dólares (unos 8,6 millones de euros), a los que hay que sumar numerosas reformas en las que Carole se volcó personalmente.
La pareja dice estar a gusto y rodeados de amigos y familia en Líbano. Sobre Ghosn pesa una prohibición de viajar emitida por la justicia libanesa que le ha confiscado su pasaporte francés. Ellos aseguran no tener prisa por salir del país. “No quiero saber nada más de Japón”, reitera Carole. Coqueta, rehúsa por un momento posar junto a su marido en el exquisito Hotel Boutique Albergo de Beirut. “Acabo de salir del gimnasio y no voy vestida acorde”, se disculpa para después aceptar y colocarse detrás de Ghosn.
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