Amor a prueba de mochilas
Con sus accesorios de viaje elaborados a base de materia sostenible, Deira Reina y Pablo Baqué fundaron una firma que invita a escapar de la rutina.
El estudió fotografía. Ella, comunicación audiovisual. Pero, por diferentes motivos, ambos decidieron que no querían dedicarse a ninguna de estas profesiones. Deira Reina y Pablo Baqué, de 32 y 33 años, han conseguido que sus mapas y complementos fabricados en materiales sostenibles se vendan en casi 85 tiendas de 14 países.
El mejor ejemplo de hasta qué punto amor y negocio van de la mano en esta historia es que, en el momento en que Deira Reina se puso de parto, Pablo Baqué encontró el local en el que en 2018 abrieron la primera tienda propia de Walk with Me, la marca de mapas que crearon hace siete años y que ha crecido hasta incluir carteras, estuches, bolsos y mochilas. “Nosotros decimos que nació el niño y la niña”, bromea Reina, el alma creativa de una pareja autodidacta, que ha pasado de editar planos turísticos a diseñar y vender su colección de complementos por todo el mundo, principalmente en España, Inglaterra, Irlanda y Alemania, y a exhibirla en un luminoso y amplio local en el madrileño barrio de Las Letras. A pesar de haber estudiado en el mismo colegio de Barcelona, la historia de Reina y Baqué comenzó en Londres y maduró en Madrid. Allí fue donde un buen día se les ocurrió diseñar un mapa. “Pensamos que por qué no se podía hacer un plano bonito que fuese gratuito, en el que los comerciantes pagasen por anunciarse”, recuerda Baqué.
La propuesta no cuajó, pero fue la semilla para un primer triunfo. Acabaron editando guías y mapas creados por ilustradores y vendiéndolos en tiendas. Había nacido Walk with Me. “Queríamos guías que no hablaran a la gente en tercera persona. Nos gustaba la idea de que caminaran con la gente”, explica Baqué. La respuesta a cómo se pasa de editar planos a diseñar y fabricar neceseres, estuches, carteras y mochilas se encuentra en la necesidad creativa de Reina. Apasionada de las manualidades, decidió comprarle una máquina de marroquinería a una extrabajadora de Zara a cambio de que le enseñara a usarla. Creó su propia marca de bolsos de piel, pero no evolucionó, entre otras cosas, por los altos costes de producción.
“Fabricarlos valía ciento y pico euros y teníamos que venderlos muy caros”, justifica Baqué, defensor de los precios justos y de unos métodos productivos sostenibles.
Esas dos convicciones compartidas, el perfeccionismo y el sentido estético de ambos, explican las idas y venidas previas antes de encontrar la fórmula definitiva, que comenzó a fraguarse tras un viaje a Estados Unidos en 2015.
En aquellas vacaciones se toparon con las fundas de las libretas de la marca Traveler’s Company. Inspirándose en ellas, Reina diseñó su propia versión con piel reciclada, que se convirtió en el primer artículo de la colección Deren. Después llegaron el resto de artículos que compartían un denominador común: la ausencia de costuras. “Yo sabía lo que costaba coser, entonces me propuse hacer algo que no lo necesitase”, señala Reina, que ideó un método de fabricación que recuerda al origami.
Los prototipos de los nuevos productos cuelgan de los percheros de su tienda-taller, en la que también venden en exclusiva una colección de bolsos y mochilas de algodón orgánico. En febrero prevén abrir su segundo local, esta vez en Barcelona.
Los dos coinciden en que Walk with Me ha supuesto un aprendizaje constante. Un camino que aún está en curso y en el que han tenido que averiguar también cómo conjugar lo profesional y lo personal. “Al principio intentábamos separar el trabajo y la vida familiar, pero no funciona. Los problemas del trabajo los solucionamos en casa”, confiesa ella.
Aunque la clave para sobrevivir a un negocio compartido la resumen en una única palabra: respeto, a pesar de la diferencia de criterios. “Cuesta bastante sacar productos o elegir colores”, afirma Reina, que acusa entre risas a Baqué de decir siempre que no a sus creaciones. “Nunca nos ponemos de acuerdo”, añade. Una regla que se rompe cuando se les pregunta si volverían a trabajar para otros. “No”, responden al unísono.
Sobre la firma
