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África No es un paísÁfrica No es un país
Coordinado por Lola Huete Machado

Por qué 1960 fue el año de África

Un total de 17 naciones del continente se independizaron en esa fecha, un momento histórico que significó un cambio de época

Maksim Shutov, Unsplash
Buenos Aires -

A lo largo de este intempestivo 2020 se cumplen 60 años de un momento único en la historia africana. En 1960, por primera vez, una veintena de países africanos se incorporaron a la Organización de Naciones Unidas. Las independencias fueron impulsadas por los cambios externos, en una nueva era marcada por la presión de las superpotencias contra el colonialismo, por varios antecedentes de independencia (sobre todo en Asia), por los avances del principio de autodeterminación y, a nivel local, por la lucha y los logros del nacionalismo africano, entre otros factores.

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Fue una época marcada por el optimismo. El Primer Ministro británico, Harold MacMillan, fue tajante en su discurso en el Parlamento sudafricano, en febrero de 1960: “Vientos de cambio”. Y lo definió como una marea independentista imparable. Sin embargo, más tarde ese clima positivo daría lugar a un hondo pesimismo.

Nuevas naciones, ricas, marginadas o pobres

De todos los países africanos independizados a lo largo de 1960, tres no habían sido parte del imperio francés: Nigeria, el Congo belga y Somalia (esta última dividida entre Italia y Gran Bretaña). Excepto los dos primeros, uno la joya africana de la corona británica y el territorio más poblado del continente, y el otro, riquísimo en recursos minerales, el resto eran marginados y pobres o de dimensión reducida.

African nations order of independence 1950-1993

En septiembre de 1958 Guinea Conakry había votado por no permanecer atada a la Comunidad Francesa, un intento reestructurado de supervivencia del Imperio francés, con antecedentes desde 1946, en una era desafiante con la supremacía europea cuestionada desde varios frentes, sobre todo a partir del término de la Segunda Guerra Mundial.

Como la V República Francesa estipulaba la posibilidad de sus miembros de poder alejarse del cuerpo, a lo largo de 1960, 15 países hicieron lo propio. El devenir sangriento de la guerra de liberación argelina, junto a la mala prensa en contra de Francia por las atrocidades cometidas, inclinó la balanza en torno a una galofobia que generó desafecciones en el seno de la Comunidad Francesa para una Francia cuyo prestigio había quedado muy debilitado a raíz de lo padecido durante la Segunda Guerra Mundial y la ocupación. En el resto de los territorios franceses, con excepción de Madagascar, la independencia fue pacífica y negociada. Los problemas sobrevendrían más tarde.

También la independencia de Nigeria, el 1° de octubre, fue producto de la negociación y no acarreó grandes complicaciones pese al tamaño del país y su población. En conferencias de relieve (algunas incluyeron Londres de sede) se acordó cómo debía darse el rumbo hacia la independencia. Por ejemplo, en 1954 se creó la Federación de Nigeria, confiriendo mayor grado de autonomía a las regiones, en un intento por balancear el delicado equilibrio étnico. La llegada de la independencia parecía augurar años de prosperidad, ya que se veía a la clase dirigente preparada y comprometida, sobre todo por Nmandi Azikiwe, líder del principal partido político nacionalista y primer presidente de la Federación. Sin embargo, la primera irrupción del golpismo militar derrocó a Azikiwe, en 1966, y provocó una situación crítica para el federalismo. Al año siguiente la crisis estalló cuando la rica en petróleo Biafra declaró la secesión, dando inicio a una guerra devastadora de más de dos años y cuyas imágenes recorrieron el mundo. La intervención de los militares sería de allí en más una constante de la política local, al igual que en otros países del continente para la época.

El ex Congo belga contrasta con los casos anteriores. La emancipación fue apresurada y sin mucha coordinación, lo que frustró en forma veloz el optimismo presente en la ceremonia de transferencia de poder a la que acudió el monarca belga Balduino, el 30 de junio, y en la que el dirigente congoleño Patrice Lumumba sentenció: “La independencia del Congo es un paso decisivo hacia la liberación del continente africano entero”. El país cayó rehén de la contienda facciosa entre los cuadros nacionalistas y de una secesión en una rica provincia minera, Katanga, promovida por la antigua metrópoli, entre otros actores. El clima de inestabilidad hizo posible fraguar el asesinato, a manos de las fuerzas conservadoras y neocoloniales, de Lumumba, en enero de 1961. Así la causa independista tuvo a su primer gran mártir.

Balance de un remolino irrefrenable

El año 1960 marcó un antes y un después en torno a la carrera por la liberación de África. Dicho año cerró con la proclamación de la Resolución N° 1.514 (XV) de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre la concesión de independencia a los países y pueblos coloniales, del 14 de diciembre. En el texto de la norma se lee: “La falta de preparación en el orden político, económico, social o educativo no deberá servir nunca de pretexto para retrasar la independencia”.

La década recién iniciada marcó un remolino irrefrenable en pos de las independencias: desde 1961 hasta 1968, 14 países vieron la luz. Pero aún restaban varias colonias en alcanzar la descolonización, en particular las que llevaron adelante largas luchas de liberación contra Portugal. Eso sería otro capítulo, en los años setenta, e incluso otros territorios, como Namibia, debieron esperar aún más tiempo para verse libres.

Sin embargo, comparado al año 1960, 1970 era muy distinto. Las proyecciones optimistas habían quedado atrás pues en varios países africanos irrumpieron el golpismo militar y la modalidad del sistema de partido único. En suma, los deseos de desarrollo quedaron en papel mojado.

Omer Freixa es historiador africanista argentino. Docente e investigador de las Universidades de Buenos Aires y Nacional de Tres de Febrero.

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