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Coordinado por Gonzalo Fanjul y Patricia Páez

El ministro Escrivá puede revolucionar la política migratoria. Basta con que relea lo que publicó

El nuevo gobierno tiene la oportunidad de romper un continuismo fallido

Gonzalo Fanjul
El ministro José Luis Escrivá, durante su toma de posesión.
El ministro José Luis Escrivá, durante su toma de posesión.Luis Sevillano (EL PAIS)

“(…) la AIReF [Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal] prevé un flujo de entradas netas para el promedio de 2018-50 de 270.000 personas [por año]. (…) El stock de inmigrantes acumulado alcanzaría en 2050 entre el 13,2% y 16,7% de la población, en línea con el nivel actual en países de nuestro entorno. Esta evolución sería coherente con las tendencias a nivel mundial, puesto que en ausencia de políticas migratorias restrictivas, se espera un flujo de trabajadores creciente de los países más jóvenes a los más envejecidos así como de los más pobres a los más ricos.

(…) Estos flujos migratorios pueden tener un impacto económico positivo más allá de la sostenibilidad del sistema de pensiones, pero también puede aumentar el sentimiento de rechazo. (…) la evidencia muestra que el rechazo, en buena medida, surge de una percepción errónea sobre la naturaleza y características de la inmigración, lo que abre la puerta a la posibilidad de políticas públicas que corrijan esas percepciones equivocadas”.

Los párrafos anteriores corresponden al informe Opinión sobre la Sostenibilidad del Sistema de la Seguridad Social, publicado por la AIReF en enero de 2019. En materia de movilidad humana, su lógica es prístina:

Simple, ¿verdad? Pero el hecho de que sea simple no significa que no sea revolucionario. Les reto a encontrar declaraciones remotamente similares en cualquier alto cargo de este o de anteriores gobiernos. Y esta es la buena noticia: quien ocupará la responsabilidad de la política migratoria en el nuevo equipo de Pedro Sánchez es José Luis Escrivá, que presidía la AIReF cuando este informe de opinión fue publicado. Es de esperar que esta opinión sea también la suya.

Si lo es, el ministro Escrivá solo tiene por delante una carrera de obstáculos. La idea de una política migratoria racional, ajustada a los hechos y beneficiosa para todas las partes involucradas encaja mal con las bonitas tradiciones españolas (o las europeas, ya que estamos). Cambiarla exigirá sortear las andanadas de una oposición asalvajada que se acerca a este asunto con la naturalidad de un tiburón que huele sangre electoral. Pero también las discretas minas que vayan desplegando sus compañeritos de gobierno, en especial los del Ministerio del Interior. Una cosa es que no alberguen la Secretaría de Estado y otra muy diferente que no sepan quién manda aquí.

Pronto tendremos oportunidad de comprobar si el ministro es aficionado a la relectura. La elección de los altos cargos de su ministerio puede confirmar el estilo inane de la anterior secretaria de Estado, u optar por un equipo con sangre en las venas y un mandato político claro que ayude a este departamento a liderar dentro del gobierno otra política migratoria. En concreto, la que permitiría alinear de manera inteligente los intereses económicos de España, las obligaciones internacionales de protección y una política de desarrollo moderna y responsable. E impulsar, de paso, el reformismo dentro de la UE.

Mucha suerte, ministro. La va a necesitar.

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