Cuestión de fondo
Los ritmos previstos para la conformación del Ejecutivo tienen como propósito asegurar que el presidente pueda decidir la orientación política del Gobierno
Antes de que Pedro Sánchez recibiera la confianza del Congreso para ser investido como presidente del Gobierno, y de que prometiera su cargo ante el jefe del Estado, comenzaron a circular los nombres de los posibles ministros para los departamentos asignados a Unidas Podemos en el Ejecutivo de coalición pactado con el Partido Socialista. La dirección de Unidas Podemos aseguró que los nombres dados a conocer, y que alcanzaron poco después, incluso, a los niveles de secretarios de Estado y jefes de gabinete, eran tan solo propuestas, sobre las que habría de decidir el presidente del Gobierno. La explicación es insuficiente porque no se trata solo de una cuestión de forma. Más bien es una sustancial cuestión de fondo, relativa al respeto institucional exigible a un partido, y a un líder, que formarán parte del Gobierno de España.
La desenvoltura en las formas es una cosa y, otra, ignorar que detrás de los procedimientos para constituir un Gobierno existen razones que van más allá de los detalles protocolarios. Los ritmos previstos por la Constitución para la conformación de este poder del Estado no son parte de un ritual arbitrario ni anticuado, sino que tienen un propósito tan relevante como asegurar que quien ha recibido la confianza de la Cámara pueda decidir en absoluta libertad la orientación política del Gobierno y los equipos con los que quiera desarrollarla. El hecho de haber suscrito un pacto de coalición no exime de respetar estas garantías a ninguna de las partes.
El contexto político en el que prosperó la investidura de Sánchez es suficientemente compleja de por sí como para provocar más equívocos. Y si no se trata de un equívoco, sino de un mensaje político deliberado, los motivos de preocupación serían aún mayores, porque no cabría otra interpretación que suponer que UP sigue sin comprender que, con coalición o sin ella, Gobierno solo puede haber uno, como en alguna ocasión explicó el propio presidente Sánchez. Las razones deberían estar claras para un partido que, como Unidas Podemos, acumulará en breve plazo tan relevantes cuotas de poder.
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