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Columna
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Gobierno biónico

Muchos creen que será un ejecutivo inestable, pero Sánchez sabe que, en la política como en el deporte, no importa la fragmentación de tu equipo, sino la de tu rival

Víctor Lapuente
Los diputados del PSOE y de Unidas Podemos se aplauden mutuamente tras las intervenciones de los portavoces del grupo de Unidas Podemos ante el pleno del Congreso.
Los diputados del PSOE y de Unidas Podemos se aplauden mutuamente tras las intervenciones de los portavoces del grupo de Unidas Podemos ante el pleno del Congreso. EFE

El bronco debate de investidura es malo para el PP. Porque hoy la noticia es la evitable crispación de la oposición y no las ineludibles diferencias entre los socios del PSOE. En un Parlamento tan agriado, las cartas juegan a favor de Sánchez. El presidente confía en que el suyo no será un Gobierno Frankenstein, compuesto de miembros incompatibles entre sí, sino un Gobierno biónico. Un Ejecutivo biológicamente del PSOE al que se le van poniendo y sacando aliados de forma instrumental, cual extremidades mecánicas. Para hacer unas políticas, las formaciones de izquierdas y, para otras, las nacionalistas. Todas necesarias, todas menores.

Muchos creen que será un Gobierno inestable, pero Sánchez sabe que, en la política como en el deporte, no importa la fragmentación de tu equipo, sino la de tu rival. ¿Y alguien imagina a Vox, PP, Ciudadanos, JxCat y la CUP orquestando una moción de censura constructiva? Una vez investido, y aprobados unos presupuestos (el auténtico Rubicón), Sánchez consigue casi agotar la legislatura, pues tiene gasolina para éste y dos años más (prorrogando las cuentas públicas). Y, en la política moderna, tres años es una eternidad.

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Pero, con las prisas, Sánchez se ha saltado dos normas canónicas en la formación de Gobiernos multicolor. La primera es que, antes de sentarte con otros partidos, asegúrate el apoyo del tuyo. Como estamos viendo a diario, los barones territoriales socialistas no están contentos con las cesiones, por vagas que sean, a ERC. En una época en la que los partidos están en manos de reyes absolutistas, se menosprecia la resistencia de los señores feudales, pero, para llevar a cabo la agenda de reformas presentada por Sánchez, la cooperación de las comunidades autónomas no sólo es deseable, sino necesaria.

Y la segunda regla es dialoga al mismo tiempo con todos los socios que vas a necesitar para gobernar, ya sea en una misma mesa (ideal) o en partidas de ajedrez simultáneas (más realista). Si, como ha ocurrido en este caso, pretendes que el documento firmado con uno solo de tus aliados (Unidas Podemos), por importante que sea, constituya el programa de un Gobierno que necesita entre media y una docena de partidos para aprobar cualquier ley, o eres ingenuo o deshonesto.

Sánchez debe tener presente que un ser biónico da menos miedo que Frankenstein, pero no siempre funciona mejor. @VictorLapuente

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