_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Inalterable

Nada es tan peligroso como la actitud de una derecha presuntamente democrática pero incapaz de aceptar serenamente sus derrotas

Almudena Grandes
Pablo Casado junto Cayetana Álvarez de Toledo este domingo en el Congreso de los Diputados.
Pablo Casado junto Cayetana Álvarez de Toledo este domingo en el Congreso de los Diputados.Mariscal (EFE)

Podemos decir muchas cosas, y todas serán ciertas. Que el bipartidismo se ha ido para no volver. Que las dificultades para formar Gobierno que nos han llevado a las urnas cuatro veces en cuatro años revelan la resistencia de los grandes partidos a aceptar una nueva realidad. Que la inesperada proliferación de opciones con representación parlamentaria, que ha obligado a trocear el Grupo Mixto, pone de manifiesto la necesidad de reformar unas cámaras que fueron diseñadas para una coyuntura muy diferente. Todo eso es tan cierto como la incertidumbre con la que todos los ciudadanos, tanto los partidarios como los detractores del próximo Gobierno, contemplamos el futuro inmediato. Pero en la política nacional existe un factor absolutamente inalterable, que se repite una y otra vez desde mucho antes de que estrenáramos el actual sistema democrático. La derecha está convencida de que España es un objeto de su exclusiva propiedad, y cuando los resultados electorales la apean del poder, se comporta como si se lo hubieran robado. El debate de investidura ha aportado un nuevo ejemplo de esta larga y detestable tradición. Cuando la izquierda gobierna, no solo la bronca, el histrionismo, la manipulación, el pateo y las difamaciones están garantizados. Cuando la izquierda llega al poder, la derecha trabaja para extender una sombra de ilegitimidad —cuanto más turbia, mejor— sobre cualquier Gobierno cuya legitimidad se asiente en la voluntad popular expresada en unas urnas que le han sido adversas. El principal riesgo que corre la democracia española no es la abstención de ERC y Bildu. Nada es tan peligroso como la actitud de una derecha presuntamente democrática pero incapaz de aceptar serenamente sus derrotas.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Almudena Grandes
Madrid 1960-2021. Escritora y columnista, publicó su primera novela en 1989. Desde entonces, mantuvo el contacto con los lectores a través de los libros y sus columnas de opinión. En 2018 recibió el Premio Nacional de Narrativa.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_