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IDEAS | AHORA QUE LO PIENSO
Columna
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Escarnio público

Ley del solo si es si
Manifestación en apoyo a la menor agredida sexualmente por tres exjugadores de la Arandina.Santi Otero (EFE)
Edurne Portela

India, 7 de diciembre de 2019: un grupo de cinco hombres quema viva a una joven de 23 años cuando se dirige a declarar sobre la violación que ha sufrido hace un año. Entre los agresores se encuentra su violador, que ha quedado en libertad provisional tras pagar una fianza.

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Vacas mirando al tren
Ancianos guerrilleros

Afganistán, 3 de noviembre de 2015: un grupo de hombres lapida a una joven por incumplir la ‘sharía’ (ley islámica). Había huido con su amado de un matrimonio forzado. Ella murió lapidada en una zanja. A su amante le dieron 100 latigazos.

En España, nos recuerdan los señores (y algunas señoras) que dicen que el feminismo es innecesario o, peor todavía, una lacra o, Dios nos libre, un invento de Soros, esto no pasa. Los mismos señores (y algunas señoras) también nos acusan de dar la espalda a las mujeres de los países musulmanes donde se impone la sharía, siguiendo un razonamiento obtuso que no voy a perder el tiempo desmontando aquí. Pero en parte tienen razón estos señores (y algunas señoras). Hace unos cuantos siglos que en los territorios hispánicos los hombres no queman a las mujeres en la hoguera por pensar, hablar o actuar contra su poder. También es verdad que hace unas décadas que los hombres no meten a las mujeres a la cárcel por ejercer sus derechos reproductivos (1985) o por adulterio (1978). Fueron dos de los delitos mediante los cuales la ideología franquista controló el cuerpo y el deseo de las mujeres. Según el Código Penal vigente entonces, era adulterio cuando una mujer casada “yace con varón que no sea su marido, y el que yace con ella, sabiendo que es casada”. Era un delito privado y quien acusaba era “el marido agraviado”, que podía perdonar penalmente a su mujer cuando le diera la gana.

Así que es cierto, estas cosas terribles ya no pasan en España. Lo que sí pasa en España es que hay hombres que violan a mujeres y a niñas y que algunos violan en grupo y que la mayoría de las víctimas no denuncia y que alguna sí lo hace. Lo que sí pasa en España es que hay señores (y algunas señoras) que dicen que las feministas nos quejamos de vicio y que no hay violencia de género. Lo que sí pasa en España es que esos mismos señores (y algunas señoras) hacen lo que sus predecesores, algunos no muy lejanos en sangre y/o ideología: practican el escarnio público, la humillación, el intento de degradación, el linchamiento colectivo y señalamiento de las mujeres que, por necesidad o por convicción, se atreven a denunciar la violencia contra ellas mismas o contra otras. El caso más extremo, el abuso más cruel y dañino es revelar los datos personales y detalles privados e íntimos, incluso la imagen, de las víctimas de la violencia sexual machista. Pasó con la víctima de los violadores de los sanfermines de Pamplona y ha vuelto a pasar con la víctima de los violadores de Aranda del Duero, con el agravante de que en este caso estamos hablando de una menor. Tanto los que usan sus puestos de poder en medios de comunicación como los que salen a la calle a linchar verbalmente a una joven menor violada no son diferentes de aquellos que defendían el Código Penal franquista por el cual cualquier desviación de la norma convertía a la mujer en puta y por tanto merecedora de todas las violencias. Dadas las circunstancias, ni siquiera es tan difícil imaginarlos lapidando a una mujer indefensa. Sólo haría falta que uno de ellos, o de ellas, tirara la primera piedra.

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