Los Franco sacan a subasta sus valiosas joyas familiares
En pleno reparto de la herencia, los nietos del dictador venden a través de Christie's tres importantes piezas de diamantes y esmeraldas que pertenecieron a Carmen Polo, con un precio estimado de 400.000 euros
La familia de Francisco Franco está en pleno reparto de la herencia. Tras la muerte hace casi dos años de Carmen Franco, la única hija del dictador, a los 91 años y a causa de un cáncer terminal, ahora sus hijos están ejecutando su legado, que no es poco. Los siete descendientes acumulan un patrimonio que supera las 250 propiedades y los 102 millones de euros. Sin embargo, pretenden que esa fortuna siga creciendo. Para ello se están deshaciendo de inmuebles, como el edificio de la calle Hermanos Bécquer, 8, de Madrid, valorado en más de 50 millones de euros, o la finca de La Piniella, en Asturias. Pero también están empezando a vender valiosos objetos de su patrimonio como las joyas.
La familia saca al mercado importantes piezas cuyo valor se estima en 400.000 euros. En concreto, se trata de un juego de pendientes y collar de brillantes y esmeraldas, además de un importante anillo de diamantes, que van a vender a través de la casa Christie's. La subasta tendrá lugar en su sede londinense el miércoles 27 de noviembre, dentro de una venta de unas 300 piezas que han denominado "Joyas Importantes".
En el catálogo de esta colección de la casa Christie's hay joyas de diversas familias reales (aunque no se detalla cuáles), de la emperatriz Eugenia de Montijo, de aristócratas británicos como los Grantchester, de grandes duquesas y de otros coleccionistas privados. En el caso de las tres piezas de los Franco están calificadas como "propiedad de una importante familia española" y se venden en tres lotes distintos, por los que se puede pujar de forma separada, pero las dos piezas de esmeraldas forman parte del mismo juego, como se reseña en dicho catálogo.
Las tres joyas de los Franco son de gran valor. La primera, más valiosa y desconocida, es un gran solitario, que podría ser un anillo de pedida de matrimonio. Se trata de una sortija de diamantes con hasta siete de estas gemas, tres y tres en cada uno de los laterales y una gran piedra central de 19,24 kilates de talla marquesa. Es la que mayor precio puede alcanzar de las tres: se estima que podría venderse en 140.000 y 210.000 euros.
La segunda y más conocida es un collar con cinco grandes esmeraldas engastadas sobre una gargantilla de platino y diamantes. De hecho, la esmeralda central se sitúa también en un gran broche de diamantes de estilo art déco. La pieza data de alrededor de 1925 y se estima que el precio de venta estará entre los 93.000 y los 140.000 euros.
La tercera es un par de pendientes a juego, del mismo estilo y datados de alrededor de 1930. Cada una de las dos piezas lleva tres esmeraldas, también engastadas sobre platino y diamantes. En uno de ellos se puede leer la firma de la casa Cartier. Su precio podría estar entre los 41.000 y los 58.000 euros.
Este juego de diamantes y esmeraldas lo llevó Carmen Franco, la hija del dictador, en la boda de la infanta Elena con Jaime de Marichalar celebrada en la catedral de Sevilla en marzo de 1995. La última vez que se vio el collar en público, ya sin pendientes, fue hace tres años. En octubre 2016 Margarita Vargas, la esposa de Luis Alfonso de Borbón, nieto de Carmen Franco, lo llevó en una gala de entrega de premios en Madrid acompañando un vestido de terciopelo granate firmado por el modisto Jorge Vázquez. Un diseño de escote barco con el que Vargas lucía de forma evidente esa valiosa pieza.
Luis Alfonso fue uno de los nietos que mayor relación tuvo con la hija del dictador. Tras la marcha de su madre, Carmen Martínez Bordiú, a París, el joven pasó parte de su adolescencia al lado de su abuela, en su casa de Madrid, y la consideraba una segunda madre. Él es ahora el presidente honorífico de la Fundación Francisco Franco.
Las joyas son uno de los símbolos de identidad de la familia Franco; en concreto, los collares de perlas. La esposa del dictador, Carmen Polo, los usaba con tanta frecuencia que popularmente se la llegó a denominar La Collares. A menudo a alguna joyería de Madrid le tocaba regalarle una de esas piezas, que costeaban entre el gremio de joyeros mediante un fondo común. Entre sus ristras de perlas, Carmen Polo solía esconder el hilo de su audífono.
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