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Columna
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¿Tsunami (Anti)Democrático?

Los independentistas han sabido vender su insólita revolución contra una democracia liberal con excelentes publicistas y también propagandistas sin escrúpulos

Teodoro León Gross
Disturbios de la noche del martes en Barcelona.
Disturbios de la noche del martes en Barcelona.Julián Rojas

Cada vez que un reportero habla de Tsunami Democrático, por decirlo al modo de las redes sociales, muere un gatito. Expresado de un modo más tradicional, cada vez que se dice Tsunami Democrático, se hace puntuar al independentismo. Durante todo el procés, una de sus victorias constantes ha sido la retórica propagandística vertebrando su discurso sobre 'democracia', 'derecho a decidir', 'urnas', 'gente de paz', 'libertad'…. frente al cual poca épica podía oponerse con legalidad, tribunales, cientocincuentaycinco o incluso estado de Derecho, por aquello de sonar a Estado. Han sabido vender su insólita revolución contra una democracia liberal con excelentes publicistas y también propagandistas sin escrúpulos desde las cátedras en EE UU a los banquillos de la Premier League, todo regado con esos fondos públicos que ya suman condenas por malversación. La última aportación ha sido el Tsunami Democrático mientras invadían un aeropuerto, saboteaban vías, bloqueaban vías medulares y boicoteaban otros servicios.

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Esta misma semana, mientras se desencadenaba ese mal llamado Tsunami Democrático, las tropas turcas iniciaban la operación Fuente de Paz. Naturalmente una campaña militar para masacrar a los kurdos se digiere mejor con la etiqueta Fuente de Paz. Y ya se sabe que la reiteración de ciertos sintagmas (aquello de las mil veces goebbelsianas) acaba por generar realidad. O como mínimo nutre lo que Faye llamó "principio de creación de aceptabilidad". Esos envoltorios son muy de la escuela americana, y es fácil recordarlo en las operaciones de los noventa, desde la invasión de Panamá en 1989 denominada Causa Justa o de Somalia en 1992 con el rótulo de Restaurar la Esperanza… hasta la Libertad Duradera tras el 11-S. Nada nuevo en los lenitivos retóricos. Por eso es un imperativo democrático resistirse a usar las etiquetas para moldear los marcos mentales.

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De la Revolución de las Sonrisas al Tsunami (Anti)Democrático, huelga señalar que se trata de estafas conceptuales. Pero en el procés, el Estado siempre perdió la batalla de la comunicación. Ellos "se presentaban como un nacionalismo cívico" mediante "conceptos sencillos de entender" que les daban una pátina "moralmente superior". Los entrecomillados son de El golpe posmoderno de Daniel Gascón. El optimismo antropológico de Zapatero y la apatía marianista facilitaron aquello. No es fácil desmontar esa realidad paralela (en la que han logrado excluir la idea misma de la legalidad) pero es necesario. Moncloa ha mejorado en la proyección internacional, pero en el interior arrastra el lastre de la moción frankensteiniana, y más con la derechas pujando en la subasta electoralista: ¡Ley de Seguridad Nacional! ¡La veo y subo al 155! ¡Yo subo a estado de excepción!... Juzgado, y bien juzgado el golpe del 1-O, hay tarea política, pero con pocas expectativas hasta el 10N. Hasta entonces, al menos, sería lo suyo no seguir perdiendo la batalla de la comunicación aceptando usar el Tsunami Democrático. De momento ya se ha agotado la existencia de gatitos.

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Sobre la firma

Teodoro León Gross
Málaga, 1966. Columnista en El País desde 2017, también Joly, antes El Mundo y Vocento; comentarista en Cadena SER; director de Mesa de Análisis en Canal Sur. Profesor Titular de Comunicación (UMA), licenciado en Filología, doctor en Periodismo. Libros como El artículo de opinión o El periodismo débil... Investigador en el sistema de medios.

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