El escritorio donde se puso fin a la República
La Mesa de Azaña ha estado custodiada durante 80 años por una familia francesa
La mesa sobre la que Manuel Azaña firmó en 1939 su renuncia como presidente de la II República en el exilio vuelve a España después de 80 años. Durante este largo tiempo el escritorio ha estado custodiado en la localidad francesa de Collonges-sous-Salève, en la Alta Saboya, por la familia de Luc Franzoni, nieto del dueño de la casa en la que vivió Azaña. La pieza, de madera lacada con bordes de cobre, incrustaciones de marquetería y extensible, encierra un gran valor simbólico y, pese a que su destino final aún no ha sido desvelado, el Ministerio de Exteriores se propone organizar un acto oficial de recepción de la pieza y, a la vez, de homenaje a Azaña.
Fue en febrero de 1939, cuando la guerra estaba dando sus últimos coletazos, cuando el político, escritor y periodista cruzó la frontera. Francia y el Reino Unido habían dictado la sentencia de muerte de la República al reconocer al Gobierno de Franco. Esa era la señal que Azaña esperó para estampar la firma en la carta de renuncia. No le quedó más salida que enfrentarse a lo inevitable. Murió un año después en Montauban. Su tumba fue visitada por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el pasado febrero para rendir tributo al último jefe de Estado republicano, en un periplo que también lo llevó al cementerio de Colliure, donde está enterrado el poeta Antonio Machado, y al campo de concentración de Argelès, donde estuvieron retenidas más de 100.000 personas en condiciones inhumanas.
El escritorio de Azaña vuelve a España por el tesón de quienes han sido sus dueños. Franzoni dijo en el solemne acto de entrega del mueble a la secretaria de Estado de la España Global, Irene Lozano, que esperaba que la pieza llegara a España como un esfuerzo de paz, de democracia, y en una Europa reconciliada consigo misma. “Será portadora de memoria y de esperanza”. Sus antiguos propietarios solo han pedido que se exhiba en un lugar digno. El Gobierno aún no tiene decidido dónde ubicará un escritorio que evoca un capítulo dramático en la historia de este país. El hecho de que el Ejecutivo esté en funciones y a las puertas de unas nuevas elecciones ha dejado en el aire su futuro emplazamiento, pero la idea es que además de pasar a formar parte del patrimonio español se integre en la memoria histórica del exilio republicano.
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