Así son los ocho hoteles que van a cambiar Madrid (y no solo para los turistas)
La capital se pone a la altura de otras europeas y entra en la nueva década con una renovada oferta hotelera —y el ocio que la acompaña–, en cuyo diseño se han implicado destacadas firmas de arquitectura e interiorismo
Hacía años que la oferta hotelera de Madrid, de una suntuosidad clásica, a escala humana, se había visto sobrepasada por un nuevo turismo que demanda más espacio y más espectacularidad, a la altura no solo de otras capitales europeas, sino de la propuesta de la propia ciudad, que cada año recibe centenares de visitantes atraídos por el creciente comercio de lujo, provenientes de China o Rusia. Una nueva generación de hoteles viene a complementar aquel tejido turístico, y Madrid arranca década con grandes cadenas, propuestas boutique, diseños de interiores renovados y actualizados a las comodidades contemporáneas, aterrizando en el centro de la ciudad.
Hace unos meses hablábamos de Bless Hotel Madrid, diseñado por Lázaro Rosa Violán con una clara inspiración en ese lujo clásico, que no renuncia a sus raíces, pero con un concepto moderno y orientado también al ocio: su terraza Picos Pardos, su bar-bolera Fetén Clandestine Bar y el restaurante de Martín Berasategui, Etxeko, han hecho pleno desde que abrió sus puertas. El mes pasado se estrenó también Riu Plaza de España, que aún genera colas en su entrada para acceder a su roof bar. Estos son los hoteles que van a cambiar Madrid.
Four Seasons Canalejas - Diseño y arte desde las manillas de las puertas
"Que [el centro de] Madrid no tuviese grandes cadenas hoteleras, que no tuviera un Hilton, un Sheraton, un Raffles, un Mandarin o un Four Seasons, había hecho que se quedara muy por detrás de otras capitales, incluso de algunas con bastante menos nivel que Madrid". Al otro lado del teléfono, al presidente ejecutivo del Estudio Lamela el argumento le ayuda a demostrar lo que el nuevo Four Seasons de Plaza Canalejas, el proyecto en el que llevan trabajando siete años, aportará a la ciudad cuando abra sus puertas. Aunque aún no hay una fecha definida.
¿En qué fase se encuentran ahora? Carlos Lamela ríe. "En la de intentar acabar cuanto antes". Su equipo firmó la T4 del aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas, la ampliación del estadio Santiago Bernabéu o las Torres Colón en 1976, pero este, dice, es de los proyectos más difíciles a los que puede enfrentarse un estudio de arquitectura hoy.
Primero porque ha habido que engranar los diferentes usos que tendrá el complejo: el parking, la galería comercial en tres niveles (-1, 0 y 1), el hotel con sus 200 habitaciones en cuatro niveles, y luego las 22 residencias en los pisos superiores. Esa mezcla de tipologías no es nueva; en realidad recupera el planteamiento original de los siete edificios que anteriormente había, hasta que varias entidades bancarias se hicieron poco a poco con todas las plantas.
A estas dificultades se sumó el hecho de que ninguno de los edificios tenía una estructura en común. "Actuar en todos a la vez, teniendo en cuenta que son históricos y que hay que proteger sus fachadas, y que cada uno tiene las ventanas a diferentes alturas, complicó el trazar los pasillos horizontales que debe haber en un hotel", explica Lamela. "Casarlo todo fue casi como hacer un sudoku".
Algo parecido ocurrió con la remodelación. "En los edificios Plaza Canalejas 1 y Alcalá 14 tuvimos que proteger sus primeras crujías exteriores, que eran BIC (Bienes de Interés Cultural). Igual que los elementos arquitectónicos y decorativos que se pactaron con Patrimonio, e incluso otros muchísimos que Patrimonio no consideraba lo suficiente relevantes como para conservarlos. Nosotros sí lo hicimos, y los restauramos con artesanos de todo el país".
El dato que proporciona Lamela ayuda a hacerse una idea: "Se han abierto 14.000 fichas de elementos protegidos, que van desde una vidriera hasta la manilla de una puerta, chimeneas o la cámara acorazada de uno de los bancos que antiguamente operaba allí".
De aquellas entidades bancarias quedó también un buzón barroco, hecho de latón y cubierto con figuritas de Cupido. "Todavía estamos decidiendo dónde lo colocaremos", comenta por correo electrónico Steve Henry, uno de los directores del estudio BAMO, responsables del interiorismo de buena parte de los Four Seasons y quienes están diseñando, desde San Francisco, la decoración del nuevo hotel en Canalejas.
"A diferencia de lo que planteamos en otro de nuestros proyectos, el Grand Hotel a Villa Feltrinelli (Italia), en el que los muebles o bien eran históricos o bien tenían un look histórico, en el de Madrid no hemos hecho reproducciones del pasado. Lo que ya existía lo hemos mantenido, y lo nuevo es contemporáneo con una línea clásica", detalla Henry, y hace hincapié en el lobby, que en su día pasó de ser el Palacio de La Equitativa al Banco Español de Crédito. "El comité histórico nos pidió que reutilizáramos el suelo de piedra con sus patrones clásicos, las columnas, los techos y tragaluces, las persianas de madera y los accesorios de Cremona del siglo XIX [la ciudad de los violines, al norte de Italia]".
Esa carga histórica la han contrarrestado con soluciones más actuales, como una pared de cristal transparente que separa el vestíbulo de la zona comercial. "La idea era que, así, el suelo, el techo y las paredes laterales no se dividieran en dos, sino que diera la sensación de continuidad y se mantuviera el aspecto que el lobby tenía antes". Sobre el suelo descansarán las alfombras de la firma Alpujarreña, hechas a mano con lana de Granada, y con las ilustraciones de las escrituras del artista Jacobo-Pérez Enciso.
La misma tensión entre pasado y presente se extiende a las suites royal y presidencial, y a las restantes habitaciones. Pero no al spa: "Allí todo es nuevo", puntualizan. "Será un sitio muy teatral con paneles verticales de madera pulida y una escalera de bronce y piedra caliza que sube hasta la terraza de terracota, justo donde la piscina". En la entrada, una enorme lámpara de cristal Lasvit presidirá la estancia.
Otra serie de lámparas, las de la casa veneciana Seguso, irán destinadas al salón de baile. Y, para el resto, la asesora de arte Paloma Fernández-Iriondo adquirió antigüedades españolas. Ella convocó un concurso entre escuelas de arte en Madrid, Valencia y Sevilla para comisariar gran parte de la colección del hotel. "Todos los pasillos los hemos tratado como si fueran espacios expositivos", explica Fernández-Iriondo, aunque no confirma aún el nombre del artista que firmará la escultura monumental del lobby.
Lo que sí adelanta es que habrá una colaboración con la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, ubicada justo al otro lado de la calle Alcalá: los huéspedes podrán visitar los vaciados en yeso que la institución lleva archivando desde 1744. El objetivo, según el equipo de BAMO, es que cualquiera que se aloje en el hotel, por pocos días que sean, pueda acercarse al diseño y la herencia cultural. Y llevarse a casa una opinión resumida de qué es lo que se está cociendo ahora mismo en el país.
Riu Plaza España - El nuevo cielo de Madrid
Llevaba 10 años en ruinas, y sin un casero con las ideas claras. Hasta este año, que es justo cuando la cadena mallorquina Riu empezó con el lavado de cara del que es, desde el pasado 12 de agosto, el nuevo hotel de Plaza España. Su equipo de interiorismo explica por correo electrónico cómo fue la reforma: "Ante todo, hemos respetado la historia del edificio".
El concepto del Riu Plaza España es transportar a todo el que entre en el hotel al Madrid de los años cincuenta. O sea, a la misma época en la que los hermanos Otamendi, imitando a la Escuela de Chicago, levantaron el edificio de hormigón armado más alto de Europa. Pero al estilo español: con ladrillo, piedra caliza blanca y una portada barroca de tamaño XL, por si alguien consideraba que el conjunto en sí había quedado pobretón.
Ahora, la proeza de los Otamendi sigue casi intacta. "Queríamos proteger los elementos patrimoniales y que sirvieran para lo mismo que antes". Como las puertas originales de la entrada, los pasamanos de las escaleras, los balaustrados en los balcones y las candilejas, que junto al mármol verde característico se mantienen en el lobby. Allí se reubicaron los bajo relieves, esta vez enmarcados con celosías en latón y alistonados de madera de nogal. "Las veces que no pudimos recuperar el uso original de alguna pieza, que es lo que nos pasó con la botonera del ascensor, la relegamos a objeto de decoración".
Al hotel se le añadieron "sutiles referencias" a Broadway y la Quinta Avenida, y a la propia ciudad de Madrid. "Por ejemplo, la zona de restauración se articula en diferentes alturas, inspirándose en el Palacio de Cristal del Retiro". O el sky bar panorámico en la azotea, que desde su apertura provoca colas en la puerta del hotel, y que en su área cubierta de la planta 26 intenta rememorar la Movida madrileña con neones, ilustraciones pop, textiles aterciopelados y techos y paredes revestidos de espejos, "para multiplicar la sensación espacial", concretan.
El resto sigue su propia línea. Las 585 habitaciones se complementan con papel vinílico texturado, más madera de nogal, textiles de tonos neutros y obras de artistas jóvenes. El arte contemporáneo, de hecho, finiquita el proyecto del Riu Plaza España. “Hay varios cuadros modernos en las zonas comunes y, en el lobby, una lámpara de 300 hojas de laurel hechas de vidrio". ¿Eso significa algo? "Digamos que simboliza el éxito de toda la gente que ha estado trabajando tanto tiempo en este proyecto".
The First One Boutique Hotel – Un acogedor
Por el momento, más de 1.000 huéspedes han podido ver ya el trabajo del decorador y anticuario Lorenzo Castillo, —artífice de uno de los 400 mejores diseños de interiores del siglo según la selección de Phaidon— en el hotel que se inauguró el pasado mayo en la calle de Preciados. El autor cuenta que la obra fue un reto, precisamente por lo contrario al proyecto de Canalejas, su reducido tamaño: "Al tratarse de un hotel boutique, tuve que adaptar a una escala mucho más pequeña a la que estoy acostumbrado las comodidades y necesidades decorativas".
Normal. Castillo lleva décadas proyectando casas descomunales por España. La suya, en el barrio madrileño de Lavapiés, es un palacete del siglo XVII de 1.000 metros cuadrados que lo decoró con estatuas y piezas clásicas. El Hotel Santo Mauro de Madrid y su jardín los firmó él. El Room Mate Grace, a pocos metros de Times Square en Nueva York, también. Y varios más de la misma cadena en Barcelona, Florencia y la Provenza, al sureste de Francia.
Para el The First One Boutique Hotel, de siete plantas y 45 habitaciones, partió del concepto que le transmitieron sus propietarios, los hermanos Alejandra y Álvaro Mazaheri. Lo resumen ellos mismos por teléfono: "Queríamos crear un sitio acogedor que se pareciese más a una comunidad que a un sitio frío de bed and breakfast, al que vas a dormir después de un largo día de turismo", apuntan. "Nuestra idea era plantear algo así como una casa personal, muy glamurosa y con un aspecto recargado".
Lorenzo cumplió lo último a rajatabla, y con una inspiración art déco que se aprecia, según explica, "en las formas curvas que cierran los cuartos de baño, las mezclas de color como el negro y el naranja calabaza o los estampados geométricos". También se ve en objetos que se diseñaron en exclusiva: moquetas tejidas de lana, mobiliario de roble francés macizo o lámparas con apliques de metal. Y en antigüedades a las que acostumbra el decorador. "En el salón hay ménsulas con porcelanas Blanc de Chine del XVIII sobre un fondo de moaré de oro, y tapicerías de terciopelo en verde esmeralda y azul índigo".
"Algunas habitaciones", prosigue, "vienen con referencias al mundo oriental y están cubiertas con papel pintado a mano, muy parecido a los papeles de arroz chino, también del XVIII, en color verde celadón. Otras, en cambio, son un paseo por el Imperio Otomano. Se ve en los cabeceros en forma de arco. Y el remate final, como siempre ocurre en nuestras obras, tiene que ver con el uso de materiales ricos: suelos de mármol trabajados ópticamente y paredes cubiertas de carey".
La pregunta que resurge es unánime: ¿qué hace un hotel así en una calle como la madrileña Preciados? Los propietarios responden: "Veíamos que el lujo se concentra por [el barrio de] Salamanca. Pero ahora que el centro está en remodelación podrá convertirse en otra zona igual de sofisticada, y en una muy atractiva para jóvenes que nunca habían pensado en Madrid como destino".
A ellos se enfoca el The First One Boutique Hotel. Por eso, todas las habitaciones disponen de televisores enormes HD, con HBO e Internet de alta velocidad. Esto responde a una estrategia largoplacista: "Aspiramos a ser un refugio dentro de la ciudad".
Los que están por venir: del W al nuevo Ritz
Se prevé que en 2020 Madrid contará con cuatro hoteles más: el W en la misma plaza de Canalejas, sobre el antiguo hotel Asturias, un edificio del siglo XIX que está restaurando la firma de arquitectura Rockwell Group. Contará con 121 habitaciones, 20 suites y un roof bar. A él se sumarán el hotel Teatro Albéniz en plaza de las Descalzas, el Pestana CR7 (sí, el de Cristiano Ronaldo) en Gran Vía, y el renovado Ritz del Paseo del Prado que dirigirá el grupo chino Mandarin Oriental.
Entre todos harán que la ciudad estrene década con una mayor diversificación a la altura de otras capitales europeas. Lo que está por ver es si conseguirá actualizarse al mismo ritmo que sus nuevos hoteles.
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