El discípulo de Elsie de Wolfe, Tony Duquette, y su socio Hutton Wilkinson, se encargaron de darle un giro a este palacio del siglo XII de la familia Brandolini. Fue el filántropo Dodie Rosekrans el que, en los ochenta, les pidió que le dieran forma a una nueva Venecia. Duquette era muy conocido en la época, ya que había trabajado para los duques de Windsor. Decidió dejarse llevar por el lujo evidente a partir de un esquema barroco.
Lo consiguió a través de tejidos de seda con estampados de leopardo y sofás diseñados originalmente para la actriz Ina Claire por Syrie Maugham. Según contaba su socio, “solía trabajar in situ, añadiendo capas sobre capas, objetos sobre objetos, escuchando a la habitación”.