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Tribuna
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Salvaguardar la salud en un planeta que se calienta

Existen muchos riesgos climáticos para los que el mundo debería estar preparándose con urgencia, pero uno de ellos, quizá el más importante, apenas es tema de discusión: las enfermedades

Un niño enfermo de dengue es tratado en la unidad especial del hospital universitario de Tegucigalpa (Honduras), el 3 de julio de 2019. Honduras ha declarado el estado de emergencia nacional por estas fiebres, que ya han costado la vida a 44 personas en lo que va de 2019.
Un niño enfermo de dengue es tratado en la unidad especial del hospital universitario de Tegucigalpa (Honduras), el 3 de julio de 2019. Honduras ha declarado el estado de emergencia nacional por estas fiebres, que ya han costado la vida a 44 personas en lo que va de 2019. ORLANDO SIERRA (AFP)
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Desde daños causados a la infraestructura por los fenómenos meteorológicos extremos hasta inseguridad alimentaria causada por las sequías, existen muchos riesgos climáticos para los que el mundo debería estar preparándose con urgencia. Sin embargo, uno de los ámbitos en los que el cambio climático plantea, probablemente, el riesgo más importante apenas es tema de discusión: la salud humana.

Cuando ocurren desastres naturales, el número de víctimas fatales por inundaciones, hambrunas o derrumbes de edificaciones a menudo es solo el comienzo; a veces, las dolencias y las enfermedades que vienen a continuación causan mucho más daño. A medida que las temperaturas mundiales y los niveles del mar continúan elevándose, también aumenta la frecuencia e intensidad de los desastres naturales y, con esto, el riesgo de epidemias mortales y brotes de enfermedades endémicas.

Ese riesgo se puso de relieve recientemente en Mozambique, donde el ciclón Idai, que se produjo el pasado mes de marzo, ha provocado una epidemia de cólera, con más de 6.700 casos sospechosos por ahora. En cuanto a los riesgos de enfermedades endémicas, que a menudo se ignoran, un año después de que las inundaciones devastaran a Pakistán en 2010, hubo 37 millones de casos registrados de malaria, diarrea e infecciones respiratorias y cutáneas agudas. Del mismo modo, en las islas Salomón, las inundaciones en la capital causadas por una tormenta tropical en el 2014 condujeron a un brote de enfermedad diarreica que se extendió a cinco distritos que no habían sido afectados por la inundación.

Un sistema de atención primaria de salud con resiliencia es la mejor defensa contra tal devastación. Sin embargo, apenas se da espacio a tal sistema en la agenda climática. Este es un defecto grave, ya que los sistemas de salud tienden a ser particularmente vulnerables a las perturbaciones ambientales, ya sean aquellas relacionadas con el clima o de cualquier otro tipo. Según un estudio reciente de la Organización Mundial de la Salud, el 84% de los 94 países evaluados no están preparados para detectar y responder a brotes de enfermedades.

Más allá de comprometer la respuesta inmediata ante un desastre, la incapacidad de desarrollar resiliencia en los sistemas de atención de salud socava a largo plazo el suministro de intervenciones básicas de salud, lo que, a su vez, exacerba la vulnerabilidad del sistema y de la población a la que se presta servicios. En muchos casos, aquellos que probablemente sufran las consecuencias más graves del cambio climático, por ejemplo los pobres, son también quienes tienen el menor acceso a una atención primaria de salud confiable y efectiva. Incluso carecen de acceso a los servicios más básicos.

El 84% de 94 países evaluados no están preparados para detectar y responder a brotes de enfermedades

A medida que el cambio climático continúa, las consecuencias de tales debilidades empeorarán. Y se verán agravadas por otras tendencias mundiales, empezando por la urbanización.

Se espera que para el año 2050 dos tercios de la población mundial viva en áreas urbanas, es decir, 2.500 millones más de personas que en la actualidad. Esta rápida urbanización, impulsada en parte por factores como la pobreza, los conflictos y el cambio climático, agravará el riesgo de epidemias y enfermedades endémicas. Una mayor densidad de población facilita el contagio, a la vez que el aumento de la contaminación y de la presión sobre el saneamiento público puede provocar enfermedades respiratorias (como la neumonía) y enfermedades diarreicas (como el rotavirus y el cólera).

No solo los países pobres tienen que preocuparse. En las próximas décadas, se espera que el aumento de la temperatura acelere el retorno de los vectores de enfermedades, como el mosquito Aedes aegypti, a partes de Europa y América del norte, e incluso que provoque que se propaguen a nuevas regiones tan al norte como Canadá. Esto podría provocar un resurgimiento de la fiebre amarilla, que alguna vez fue omnipresente en Estados Unidos y partes de Europa, y brotes de fiebre del dengue y del virus Zika. Sobre la base de los datos del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático se pronostica que la combinación de cambio climático y crecimiento de la población pondrá a 6.000 millones de personas adicionales en riesgo de infección por dengue hasta el año 2080.

Sin una atención primaria de salud eficaz, la respuesta a las crisis siempre será reactiva, costosa e ineficiente. Afortunadamente, ya existe un sistema que puede facilitar la prestación del nivel de atención necesario.

El sistema de inmunización puede servir como base sobre la cual se edifique la atención primaria de salud

Ese sistema es el que ha garantizado que la inmunización llegue a más personas que cualquier otra intervención de salud. Más del 80% de los niños en todo el mundo (incluidos muchos en los países más pobres y los entornos que presentan los mayores desafíos) ahora tienen acceso a las vacunas rutinarias, que los protegen contra enfermedades como la difteria, el tétanos y la tos ferina.

El sistema de inmunización, que sin duda debería ampliarse para llegar a todos los niños, puede servir como base sobre la cual se edifique la atención primaria de salud. Ya que se tienen establecidas relaciones comunitarias, cadenas de suministro, personal capacitado, monitoreo de datos, vigilancia de enfermedades y registros de salud, se hace mucho más fácil implementar otras intervenciones de salud que puedan beneficiar tanto a las personas de manera individual como a la comunidad en general, como por ejemplo, programas de suplementos nutricionales así como de prevención de la malaria.

Incluso si el mundo logra evitar que la temperatura media del mundo aumente más de dos grados centígrados sobre los niveles preindustriales, tendremos que prepararnos para un aumento dramático de las emergencias de salud relacionadas con el clima. La expansión y el fortalecimiento de la atención primaria de salud es un medio eficaz, y rentable para desarrollar la capacidad de resiliencia frente a los desafíos que nos esperan.

Seth Berkley es presidente de Gavi, la Alianza Mundial para Vacunas.

Traducción del inglés: Rocío L. Barrientos. Copyright: Project Syndicate, 2019.

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