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Salud y dinero: los efectos colaterales de luchar contra el cambio climático

Las políticas climáticas urbanas pueden crear casi 14 millones de puestos de trabajo en las ciudades y prevenir 1,3 millones de muertes prematuras hasta 2030, según un nuevo estudio

Torres Marina Bay Sands de Singapur.
Torres Marina Bay Sands de Singapur.PIXABAY
Pablo Linde

Si tres cosas hay en la vida, luchar contra el cambio climático puede mejorar, al menos, dos. El esquema que pone en un lado de la balanza el desarrollo y el crecimiento y en el otro el cuidado del medioambiente está superado. Expertos reunidos en la Cumbre de Acción Global del Clima, que se celebra esta semana en San Francisco, abogan por concienciar a los ciudadanos con lo que más les importa. Lejos de arruinarles, un mundo más verde les dará más trabajo bien remunerado y mejor salud.

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Un estudio publicado en el marco del encuentro, al que EL PAÍS acude invitado por Alianza para el Clima y el Uso de la Tierra (CLUA, por sus siglas en inglés), pone cifras que respaldan esta tesis: las políticas climáticas urbanas pueden crear casi 14 millones de puestos de trabajo en las ciudades y prevenir 1,3 millones de muertes prematuras hasta 2030.

El documento examina una serie de soluciones urbanas efectivas para el cambio climático que son, a la vez, motor de empleo y salud. Estas son sus estimaciones:

Las inversiones en reacondicionamientos de la eficiencia energética residencial generarán una creación neta de 5,4 millones de empleos. “También darán como resultado un ahorro significativo de los hogares, así como reducciones de emisiones”, asegura el documento.

Los servicios mejorados de autobuses y las redes más extensas pueden prevenir las muertes prematuras de casi un millón de personas por año a causa de la contaminación del aire y las muertes de tráfico. Un mejor servicio también ahorraría 40.000 millones de horas en desplazamientos hasta 2030, lo que también conlleva importantes reducciones de emisiones.

La energía renovable para calefacción y refrigeración en edificios puede evitar 300.000 muertes prematuras adicionales por año para 2030, y crear aproximadamente 8,3 millones de empleos.

“El estudio muestra que todas estas políticas pueden tener resultados proporcionalmente mayores para los grupos de menores ingresos en las ciudades en desarrollo, donde las poblaciones tienen más que ganar con la introducción de nuevas tecnologías”, recalcaba el miércoles Patti Harris, directora ejecutiva Bloomberg Philanthropies, que ha financiado el informe firmado por la consultora Climate Opportunity.

En Singapur entendieron que ir con el coche al centro de la ciudad no es un derecho humano, pero respirar aire puro sí

En el foro Cities4Climate (Ciudades por el clima), donde se presentó la investigación, expertos y alcaldes de todo el mundo coincidían en la idea de que el cambio climático no puede seguir siendo observado como un gasto. “¿Quieres convertir a un minero de carbón en un ambientalista? Dale una buena nómina. Debemos construir alternativas renovables y crear empleos con ellos”, afirma Bill Peduto, regidor de Pittsburg.

Ya está sucediendo. Los empleos que más rápidamente están creciendo en Estados Unidos son el de instalador de placas solares y el de técnico en energía eólica. “Hay cinco veces más trabajos en la energía solar que en el carbón. ¿Es incompatible mitigación del calentamiento global con el crecimiento? Si alguien cree que sí, la respuesta es Singapur”, asegura Erik Solheim, director del programa de Medioambiente de la ONU. Para él, es el ejemplo perfecto de cómo una de las ciudades más ricas del mundo puede lograrlo siendo a la vez verde y sostenible. “Entendieron que ir con el coche al centro de la ciudad no es un derecho humano, pero respirar aire puro sí”.

¿Pero es Singapur rica por tener políticas medioambientales o a la inversa? Sobre ese punto indice Sheela directora de la ONG india Sparc. Opina que las soluciones no pueden ser las mismas en ciudades ricas que en otras donde la mayoría de la gente vive en asentamientos informales. Pero, según Solheim, la solución verde siempre va a ser la mejor. Pone el ejemplo de Cochin, un aeropuerto indio por el que pasan 10 millones de pasajeros cada año que fue el primero en alimentarse por completo con energías renovables. “Finalmente, salen más baratas. Ganan los inversores y gana el medioambiente. Hay muestras en el sur global de las que el norte puede aprender, como este, o Kigali, que es la ciudad más limpia del mundo y está en Ruanda”, subraya.

La concienciación de los ciudadanos para estos casos de éxito es crucial. Pero hay que ponérselo fácil, en opinión del Raymond Johansen, alcalde de Oslo: “No creo que nadie se levante por la mañana y piense: ‘Voy a hacer lo mejor para el planeta y gastar una hora extra en ir al trabajo’. Tenemos que crear infraestructuras que faciliten a la gente tomar las decisiones correctas”.

Más allá de eso, cambiar las mentalidades también requiere de un cambio de discurso, en opinión de varios de los expertos que intervinieron en el foro. Simplificar el cambio climático. “Podemos reducirlo a la contaminación. Nueve de cada diez personas del mundo respiran aire contaminado. Respiramos un aire asqueroso, que es el que causa el calentamiento global”, reclama enérgica Christiana Figueres, vicepresidenta de la Misión 2020.

Para rebajar la complejidad del problema del cambio climático, Tom Steyer, fundador de la ONG NextGen América, también aboga por reducirlo a dos de los problemas que a la gente más preocupan: salud y trabajo. Eso hizo en 2010, cuando lideró una campaña contra una proposición de ley (la 23) que, impulsada por un diputado conservador y respaldada por el lobby petrolero, pretendía suprimir otra norma contra el cambio climático en California. La idea era permitir más emisiones para bajar el paro. “No solo nos propusimos ganar, sino dar una paliza a nuestros rivales. Para eso conseguimos tener a nuestro lado a todos los sindicatos porque conseguimos convencerles de una realidad: los puestos de trabajo relacionados con las energías limpias son más y se pagan mejor”, rememora. Y lo consiguieron. La propuesta fue tumbada con un 23% de margen.

Hoy, este estado acaba de aprobar una ley para alimentarse solo de energías renovables en 2045. “Hemos derrotado el discurso de empleo contra desarrollo, pero tenemos que seguir luchando”, subraya Steyer.

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Sobre la firma

Pablo Linde
Escribe en EL PAÍS desde 2007 y está especializado en temas sanitarios y de salud. Ha cubierto la pandemia del coronavirus, escrito dos libros y ganado algunos premios en su área. Antes se dedicó varios años al periodismo local en Andalucía.

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