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Ciencia, dinero y compromiso político para salvar los bosques

Gobernadores de todo el mundo se comprometen con la protección de la jungla y sus comunidades, mientras que varias fundaciones anuncian una donación de casi 400 millones de euros

Tutiakk Katan, miembro de la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica.
Tutiakk Katan, miembro de la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica.PABLO LINDE
Pablo Linde

El eslogan de salvar los bosques se queda en una mera proclama si no viene acompañado de al menos tres ingredientes: conocimiento científico que explique por qué hay que luchar por ellos, voluntad política para hacerlo y dinero para sufragar esta misión. Todos ellos han convergido en San Francisco. En la víspera del comienzo de la Cumbre de Acción por el Clima, que se celebra desde este miércoles, 34 dirigentes regionales de los cinco continentes han firmado un acuerdo con las comunidades tradicionales que habitan las selvas para luchar contra la deforestación; nueve fundaciones han anunciado que aportarán 459 millones de dólares (unos 395 millones de euros) para conseguirlo y un estudio ha mostrado que estas áreas son más importantes de lo que se pensaba a la hora de capturar dióxido de carbono.

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A la primera cuestión, por qué es importante hacer algo por los bosques y por las comunidades que los habitan, ha dado (más) luz un estudio que se ha publicado en el marco de la cumbre. Muestra que la jungla manejada por pueblos indígenas y comunidades tradicionales almacenan casi 300.000 millones de toneladas de CO2, o lo que es lo mismo, el equivalente a 33 veces las emisiones de toda la energía generada en el mundo el año pasado. El cálculo es “conservador”, en palabras de Alain Frechette, director de Análisis de la Iniciativa Derechos y Recursos, promotora del informe. Aunque solamente analiza 64 países, que acumulan el 69% de la superficie arbórea del mundo, el resultado es cinco veces mayor de lo que se estimaba hasta ahora.

“Dos tercios de todo este carbono están en el suelo. Y seguirá ahí mientras los bosques permanezcan”, asegura Frechette. La ciencia también dice que no hay nadie mejor que las comunidades indígenas para preservarlos. Los territorios que habitan, a pesar de las amenazas constantes de empresas, mafias e incluso gobiernos, sufren entre dos y tres veces menos deforestación que aquellos que están en otras manos.

Pero en lugar de proteger a estos pueblos, la tendencia es la contraria: son “perseguidos, criminalizados y asesinados”, según Victoria Tauli-Corpuz relatora especial de la ONU sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas. Su último informe muestra que el año pasado 207 fueron asesinados por defender sus tierras.

 Los bosques manejados por pueblos indígenas y comunidades tradicionales almacenan casi 300.000 millones de toneladas de CO2,

“Las comunidades locales han probado ser buenas para los bosques. Asegurar los derechos indígenas es una forma barata y efectiva de conservarlos”, opina Charlotte Streck, de Climate Focus, al tiempo que asegura que aunque estos ecosistemas pueden frenar un 30% del cambio climático, solo reciben un 2% de los fondos internacionales que se dedican a tal fin. Y los resultados, por el momento, distan de ser esperanzadores: un estudio reciente de la Universidad de Maryland revelaba que 2017 fue el segundo peor año de la historia en cuanto a deforestación; el mundo perdió un área de bosque equivalente a dos veces el tamaño de Andalucía, es decir, 15,8 millones de hectáreas, a razón de 40 al minuto.

Este es el motivo por el que nueve grandes fundaciones filantrópicas se han comprometido este martes a donar casi 400 millones de euros en los próximos cinco años para proteger estos ecosistemas. “Las soluciones climáticas basadas en los bosques y el uso de la tierra son fundamentales para cumplir los objetivos climáticos mundiales: proteger y expandirlos, promover el uso sostenible de la tierra y garantizar los derechos y los medios de subsistencia de las comunidades indígenas y forestales ", aseguró Darren Walker, presidente de la Fundación Ford, que forma parte de la Alianza para el Clima y el Uso de la Tierra (CLUA, por sus siglas en inglés), que ha invitado a EL PAÍS a cubrir la cumbre del clima. Además de esta, las otras ocho fundaciones que se han sumado a la donación son ClimateWorks, David and Lucile Packard, Doris Duke, Gordon and Betty Moore, John D. and Catherine T. MacArthur, Margaret A. Cargill Philanthropies, Mulago y Rockefeller.

Las comunidades locales han probado ser buenas para los bosques. Asegurar los derechos indígenas es una forma barata y efectiva de conservarlos

Este anuncio se hizo prácticamente al mismo tiempo que se acordaban los Principios rectores para la alianza entre gobiernos subnacionales, pueblos indígenas y comunidades locales. Uno de los objetivos de la cumbre que comienza el miércoles en San Francisco es involucrar a los gobiernos regionales con las acciones contra el cambio climático. Este es justamente la base del acuerdo que 34 gobernadores (equivalentes a presidentes de comunidades autónomas en España) de cinco continentes han comprometido con las comunidades indígenas que viven en sus territorios.

“Hoy reconocemos el papel esencial de las comunidades locales y los pueblos indígenas para la conservación de los territorios forestales y el desarrollo de estrategias efectivas para el cambio climático. Reconocemos nuestra multiculturalidad, y nos extendemos para unirnos en el arduo trabajo por delante. Para tener alguna posibilidad de éxito, debemos fortalecer los lazos que nos unen y fomentar la participación inclusiva y exitosa de todos los sectores de la sociedad”, dijo el gobernador Jorge Aristóteles Sandoval Díaz, de Jalisco, México.

 Se trata precisamente de reconocer que los indígenas son los mejores guardianes del bosque y, en lugar de perseguirlos, protegerlos y apoyarlos. El consenso se basa en 13 principios que pretenden avanzar en este sentido. Para Cándido Mezúa, indígena emberá de Panamá, se trata de un tratado histórico: “Muchos lo verán como un simple documento, pero muchos de nosotros hemos llorado al verlo porque sentimos que se reconocen nuestros derechos. Hemos logrado que nos entiendan, que nos escuchen, que nos respeten y que nos valoren. Estar juntos [indígenas y gobiernos] era un sueño”.

Ya hay acuerdo político. Hay ciencia que los respalda. Y va llegando el dinero. Falta ver todo eso en forma de acción y resultados.

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Sobre la firma

Pablo Linde
Escribe en EL PAÍS desde 2007 y está especializado en temas sanitarios y de salud. Ha cubierto la pandemia del coronavirus, escrito dos libros y ganado algunos premios en su área. Antes se dedicó varios años al periodismo local en Andalucía.

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