¿Por qué ahora siempre son mujeres las que hacen el cartel de la Feria del Libro de Madrid?
Este año, la protagonista es una lectora anónima con un libro en llamas y una camiseta que levanta olas, obra de la ilustradora cántabra Sara Morante. Es la tercera vez consecutiva que la autora del cartel es una mujer
El gran acontecimiento alrededor del libro en España está a punto de comenzar: hoy se lee la primera página de esta edición número 78 de la Feria del Libro de Madrid, que se convirtió en arma arrojadiza política en las recientes elecciones municipales del 26 M por su posible traslado fuera de su hogar histórico, El Retiro. La feria es masiva y popular porque así lo dicen los visitantes que acuden en multitudes —2,2 millones el años pasado—, y también el número de ventas, en un mes en el que El Retiro bulle como ningún otro espacio de la ciudad durante 15 días, del 31 de mayo al 16 de junio.
En estas intensas jornadas, el libro revive en su versión de papel, y también lo hace el cartel que sirve como reclamo e instrumento publicitario para la Feria.
La historia del cartel de la Feria del Libro es un repaso al trabajo de grandes diseñadores e ilustadores con mensajes y conceptos muy diversos. Por él han pasado Alberto Corazón, Roberto Turégano, Isidro Ferrer o Manuel Estrada; y, en esta edición, ha sido la ilustradora Sara Morante la encargada de dar imagen a la Feria. Representa a una mujer que sujeta un libro ardiendo —referencia a la novela Fahrenheit 451, de Ray Bradbury—, y vestida con una camiseta que recuerda al lienzo La gran ola de Kanagawa, de Hokusai.
Pero la cartelería de la Feria del Libro es también diana de críticas más o menos fundadas. Nunca en sus 33 años de historia se había dado una polémica tan combativa como la de hace dos ediciones, en 2017, con el gato rojo con un libro abierto como bigote, que suscitó toda clase de memes en las redes sociales, y que, pese a ello, acabó ganando un Laus de plata.
Su autora es una mujer, Ena Cardenal; como lo fue el año pasado, cuando la ilustradora valenciana Paula Bonet entró en materia reivindicativa y representó a la mujer como centro del tornado activista actual, y con un futuro visible en todas las áreas artísticas. Gráficamente, respondía a las trazas de una ilustración conformada por varios dibujos superpuestos, con alusiones a la poeta Luna Miguel, la artista Louise Bourgeois, o la cantaautora Gabriela Mistral.
Este año, la mujer cobra protagonismo de nuevo. No solo en la temática del cartel, sino con la autora. Sara Morante, de Torrelavega (Cantabria), aplaude que haya más visibilidad femenina en este evento: "En España hay una buena cantera de diseñadoras, artistas, fotógrafas e ilustradoras, así que celebro que los carteles empiecen a llevar firmas de mujeres". ¿Es algo casual?
La justicia del equilibrio
"Al hacerme cargo del puesto, decidí de una forma consciente y meditada que todos los años será una mujer la que diseñe el cartel", cuenta Manuel Gil, director de la Feria del Libro de Madrid desde hace tres años. Y proclama: "Se trata de una justicia basada en el equilibrio. Cuando llegué habían pasado 75 años y solo Ana Juan había diseñado uno de los carteles".
"Es un privilegio que me eligiese la Asociación de Libreros de Madrid", dice. "Tengo plena libertad para dirigir los destinos de la Feria hasta que se decida lo contrario. Hasta ese momento, elegiré quién es la persona a la que se encargará el cartel, así que el proceso es sencillísimo. Una vez seleccionada la diseñadora, artista o ilustradora, le dejamos plena libertad para desarrollar creativamente el cartel".
Nacho Padilla, director de diseño del Ayuntamiento de Madrid con Manuela Carmena, comenta su posición sobre la reacciones de las redes y foros de internet: "La selección de artistas para hacer el encargo no es especulativa, es coherente y, hasta donde sé, dan libertad absoluta al artista. Así que un 10 a la Feria del Libro por mi parte".
Las polémicas que se generan en las redes solo llaman la atención de Padilla "cuando se refieren a los procesos de selección de forma argumentada. Si se trata de personas aireando sus gustos o disgustos, me produce una pereza mortal. Creo que estamos expuestos a un zumbido constante de opiniones superfulas".
Para Morante es algo natural, el cartel de la Feria del Libro "llega a muchísima gente y es normal que expresen su opinión". Pero trata de no prestarle demasiada atención: "Ni a las críticas negativas ni a las positivas, porque trabajar para contentar a los demás es una batalla perdida. El trabajo creativo es muy escurridizo y prefiero hacerlo con libertad". La misma que se intuye en la mirada, puesta en el horizonte, de la mujer que protagoniza el cartel de esta edición.
Un sueño no soñado
"Podría decir que [el hecho de que me llamaran para la Feria] es un sueño hecho realidad", reconoce Morante: "Si alguna vez me hubiera atrevido a soñarlo". Es "una cita muy importante para mí como lectora y como autora. Prácticamente empecé en la Feria del Libro del año 2010".
La ilustradora cuenta que ha pasado meses escribiendo y abocetando las ideas que se le iban ocurriendo. "Tenía claros los conceptos de los que quería hablar, pero no, cómo convertirlos en una imagen que, además, funcionase en un póster". Las claves, ilustra, son: "Una buena composición, sin grandes distracciones, con una paleta de colores llamativa y una imagen que de un golpe de vista sea sugerente, genere curiosidad o, al menos, atrape la mirada, y que transmita de forma rápida el mensaje. Como anécdota diré que la imagen final del cartel fue una de las primeras imágenes que pensé y anoté en mi libreta. De alguna manera fue la que se fijó con más fuerza".
El cartel de Sara Morante es un grito gráfico: olas y llamas se fusionan sobre la camiseta de la lectora anónima, un lienzo contemporáneo para los mensajes activistas. Concentrada en sus ideas, su mirada refleja pasión, la misma que inflama la imaginación de los millones de visitantes de la Feria del Libro de Madrid, al menos, mientras pasean entre las casetas.
El polémico y laureado gato
En la edición de 2017, el gato de Ena Cardenal —"Madrid es un gato que lee"— fue ferozmente criticado en las redes sociales por su aparente simplicidad. El tiempo y varios premios han dado la razón a su autora.
"A veces, lo complejo, por el mero hecho de serlo, parece más sofisticado y elevado", comenta Cardenal con humor, pasadas las diversas oleadas de comentarios agresivos e hirientes con las que supo lidiar. "El gato, en todos sus formatos, señaló una conexión emocional muy poderosa con las personas y, a la vez, se demostró que la sencillez descoloca".
"Desde la organización de la Feria, Manuel Gil [director de la Feria del Libro de Madrid] me dio plena libertad", recuerda. "Como diseñadora me planteé llegar al público de una forma gráficamente sencilla, al modo de las viñetas de la revista The New Yorker. Creé un símbolo inteligible para todos y que conectase con el espíritu lúdico de esta feria popular".
El cartel recibió un premio Laus de plata y acabó considerándose como un éxito rotundo de comunicación: la feria fue una de las más visitadas de la historia.
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