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Los imperdibles de la Bienal de Venecia: ¿qué ver cuando solo tienes 48 horas?

El festival de arte más importante del mundo roza por primera vez en la Arsenale la paridad (con un 46% de representación femenina). Las 'fake news', la alerta climática o las fronteras y la migración han guiado las propuestas de este año

Álex Vicente

¿Qué ver en la Bienal de Venecia cuando uno tiene los días contados? El vasto programa de exposiciones y eventos organizados en la ciudad de los canales, convertida en capital del arte contemporáneo con la inauguración de la 58ª edición de la bienal más importante del planeta, es de los que sobrecogen. Además de la muestra internacional organizada por Ralph Rugoff —el semiólogo estadounidense que dirige la Hayward Gallery de Londres desde hace 13 años—, y de los concurridos pabellones nacionales que compiten por el León de Oro, la ciudad también condensa un sinfín de actos paralelos. Esta es una posible guía para navegantes.

1. Arsenale: paridad, mentiras e instalaciones de vídeo

La exposición comisariada por Rugoff se divide, como es habitual, en las dos sedes de la Bienal: el antiguo astillero del Arsenale y los Giardini, los jardines pegados a la laguna donde se encuentran los pabellones. De las dos mitades, sobresale claramente la primera. De una bienal como la de Venecia se espera algo más que una concatenación caótica de nombres de disciplinas variopintas, lo que no quita que en este recorrido por el arte de la mano de 79 creadores de hoy haya obras de una gran calidad.

El veterano artista afroamericano Arthur Jafa se ha llevado el León de Oro al mejor artista con sus ruedas de camión encadenadas.
El veterano artista afroamericano Arthur Jafa se ha llevado el León de Oro al mejor artista con sus ruedas de camión encadenadas.

En los pasillos de hormigón del Arsenale, tapizados esta vez con paneles de madera que sustituyen al tradicional cubo blanco, varios nombres se distancian del pelotón. El británico Ed Atkins presenta con una instalación llena de imágenes sintéticas de tema medieval y un camerino repleto de vestidos de época que parecen salidos de Juego de tronos. Por su parte, Kahlil Joseph destaca con un canal de noticias afroamericano, que compensa el déficit de información no perniciosa sobre este colectivo, altamente representado en la muestra (el más veterano Arthur Jafa se ha llevado el León de Oro al mejor artista con sus ruedas de camión encadenadas).

Fotoperiodismo al óleo del keniata el keniata Michael Armitage.
Fotoperiodismo al óleo del keniata el keniata Michael Armitage.

La actualidad política es el tema estrella de la muestra. Ante el auge de las fake news y otras mentiras plausibles, el tailandés Korakrit Arunanondchai firma una instalación de vídeo que refleja el arraigo de los mitos en la tradición de su país. El jordano Lawrence Abu Hamdan presenta una serie de pantallas que escupen grabaciones anónimas realizadas durante los enfrentamientos en los Altos del Golán en 2011. Además, el keniata Michael Armitage demuestra que la pintura no es una disciplina muerta con su fotoperiodismo al óleo y el turco Tarek Atoui hipnotiza por vía auditiva con una sala llena de delicados experimentos electroacústicos.

La chipriota Haris Epaminonda, que el sábado se alzó con el León de Plata a la mejor artista emergente, parece abrir nuevos caminos para la escultura con sus objetos encontrados que recicla en instalaciones dignas de un cuadro de Giorgio de Chirico. Forma parte del 46% de mujeres incluidas en la exposición, que roza por primera vez la paridad (una minoría trata de asuntos emparentados con el feminismo). Destacan las esculturas abstractas de Nicole Eisenman y Carol Bove, pero también formatos más innovadores como la instalación futurista de la gran Hito Steyerl o el primer experimento con la realidad virtual de Dominique González-Foerster.

Una pieza de la instalación futurista de la artista Hito Steyerl.
Una pieza de la instalación futurista de la artista Hito Steyerl.

2. Pabellones: sorpresa báltica, poderío francés

Los pabellones que representan a los viejos estados-nación, no sabemos si inmersos en una profunda crisis o en plena regeneración, tienen un interés variable. La ruta puede empezar por Lituania, que se impuso en la competición veneciana con una ópera-'performance' para 13 voces que se representa cada sábado. Es una playa artificial llena de bañistas que funciona como metáfora de la ceguera voluntaria y el ensimismamiento supino que distingue a nuestro tiempo, que nos impiden darnos cuenta de la emergencia del calentamiento global. El tema también ocupó a otros pabellones, como los de Rumanía, Luxemburgo, los Emiratos Árabes o el de la ciudad de Venecia, un túnel de agua que el visitante cruza con los pies descalzos.

Exterior del pabellón de Francia, envuelto en una bruma que adelanta que lo que se verá dentro no será pacífico. A la derecha, un detalle de la instalación del artista Laure Prouvost, 'Idealmente este mapa te mostraría el camino', que desperdiga residuos humanos —quizá en un acto de justicia poética, junto con restos humanos—, animales marinos muertos, y otros tratando de comer lo que encuentran.
Exterior del pabellón de Francia, envuelto en una bruma que adelanta que lo que se verá dentro no será pacífico. A la derecha, un detalle de la instalación del artista Laure Prouvost, 'Idealmente este mapa te mostraría el camino', que desperdiga residuos humanos —quizá en un acto de justicia poética, junto con restos humanos—, animales marinos muertos, y otros tratando de comer lo que encuentran.

Si Lituania logró conquistar el León de Oro, tal vez sea Francia la que ha suscitado los mayores elogios durante los primeros días de la feria (además de colas de varias horas). El pabellón francés es otra instalación inmersiva, orquestada por la artista Laure Prouvost, en la que sobresale un largo vídeo que llama a superar las fronteras nacionales a las que apuntan estos pabellones con un cáustico sentido de la poesía.

El escenario de la ópera-'performance' que puede verse en el pabellón de Lituania es una playa artificial interior, en la que los bañistas representan el ensimismamiento humano ante la crisis climática.
El escenario de la ópera-'performance' que puede verse en el pabellón de Lituania es una playa artificial interior, en la que los bañistas representan el ensimismamiento humano ante la crisis climática.

También en los Giardini, merece la pena el pabellón de Bélgica: una instalación protagonizada por autómatas que parecen salidos de un cuento de los hermanos Grimm. Desempeñan actividades inquietantes o anacrónicas, como recordando que el ideal supremacista de los ultras europeos es una ficción deformada.

Los autómatas que presenta el pabellón de Bélgica realizan actividades anacrónicas con una actitud inquietante, representando la realidad deformada a la que aspiran regresar los supremacistas europeos.
Los autómatas que presenta el pabellón de Bélgica realizan actividades anacrónicas con una actitud inquietante, representando la realidad deformada a la que aspiran regresar los supremacistas europeos.

Otra visita obligada es el pabellón de Ghana, presente en Venecia por primera vez, que incluye a siete artistas del país africano o surgidos de su diáspora. Entre ellos, el veterano escultor El Anatsui, León de Honor en 2015; la pintora Lynette Yiadom-Boakye, algo así como la retratista de moda en el arte actual, con el permiso de la nigeriana Njadika Akunyili Crosby, presente en la exposición internacional; y el starquitecto David Adjaye, responsable del diseño del espacio del pabellón: una casa laberíntica hecha con barro.

3. El programa ‘off’: la alerta climática de Marina Abramović y los 'e-mails' de Hillary Clinton

Al margen del programa oficial, las propuestas de arte moderno y contemporáneo se reproducen en todos los rincones de la ciudad. Marina Abramović, convertida en receptáculo de grandes amores y odios, experimenta con la realidad virtual con Rising, donde también alerta sobre el cambio climático y la subida de los niveles marinos, a través de una instalación presentada en la galería de Ca'Rezzonico. Por su parte, otra superestrella del arte actual como Philippe Parreno también se interesa por el medio ambiente y estrena una instalación en el Espacio Louis Vuitton, centrada en la vida de los microorganismos.

Marina Abramović experimenta con la realidad virtual con 'Rising'.
Marina Abramović experimenta con la realidad virtual con 'Rising'.

El poeta Kenneth Goldsmith ha ocupado un teatro veneciano con los legendarios correos electrónicos de Hillary Clinton que tanto marcaron la campaña estadounidense de 2016, cuyos cientos de miles de páginas ha dejado a la vista del visitante. Por su parte, el ceramista Edmund de Waal propone una instalación en el gueto judío. El neoexpresionista alemán Georg Baselitz se convierte en el primer artista vivo que ocupa las salas de la galería de la Academia, a través de una muestra llena de grandes formatos, cabezas del revés y paisajes interiores. Mientras tanto, la gran pintora estadounidense Helen Frankenthaler, que falleció en 2011, protagoniza una retrospectiva en el Palazzo Grimani, y el francés Jean Dubuffet ocupa el Palazzo Franchetti.

4. Las fundaciones privadas: arte rico, ‘arte povera’

Las fundaciones privadas también mueven ficha en Venecia. El millonario francés François Pinault, fundador del grupo Kering —con marcas como Gucci, Balenciaga y Saint Laurent en su haber—, presenta dos muestras en sus museos venecianos: una perturbadora retrospectiva del belga Luc Tuymans en el Palazzo Grassi y una muestra colectiva sobre los diálogos entre artistas, Luogo e Segni, en la Punta della Dogana, con obras de Louise Bourgeois, Roni Horn, Agnes Martin, Anri Sala, Félix González-Torres o Cerith Wyn Evans.

La Fundación Prada presenta la mayor retrospectiva del artista de origen griego Jannis Kounellis en su palacio del siglo XVIII, donde la obra se funde en las salas como si siempre hubiera pertenecido allí. En la imagen, Sin título 1993-2008, armarios y cables de acero (2004).
La Fundación Prada presenta la mayor retrospectiva del artista de origen griego Jannis Kounellis en su palacio del siglo XVIII, donde la obra se funde en las salas como si siempre hubiera pertenecido allí. En la imagen, Sin título 1993-2008, armarios y cables de acero (2004).

Por su parte, la Fundación Prada propone una retrospectiva de Jannis Kounellis, que formó parte del grupo del arte povera en los setenta, al lado de Michelangelo Pistoletto o Giuseppe Penone. Fallecido en 2017, el artista griego afincado en Italia protagoniza ahora una fastuosa exposición en la que sus obras se confunden con los interiores del palacete dieciochesco que ocupa la fundación de Miuccia Prada. Condensa todos sus experimentos con el arte: desde sus carteles publicitarios convertidos en lienzos hasta sus obras elaboradas con yeso, piedras, vidrio, materias textiles y viejos muebles, pasando por instalaciones que despiertan, a través de los olores del café o la grapa, el sentido menos solicitado por el arte contemporáneo: el olfato.

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Sobre la firma

Álex Vicente
Es periodista cultural. Forma parte del equipo de Babelia desde 2020.

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