Las capitales del socialismo del siglo XXI
Caracas, Quito y La Paz como ciudades rebeldes, opositoras de los gobiernos nacionales y constructoras de futuro
Hugo Chávez llega a la presidencia de Venezuela en 1998 e instaura la denominada Revolución Bolivariana; Evo Morales se hace cargo de la conducción de Bolivia en 2005 y establece el Estado Plurinacional; y Rafael Correa obtiene el mando de Ecuador en 2007 y pone en vigencia la llamada Revolución Ciudadana. Los tres gobiernos tienen una propuesta similar respecto al Estado, enmarcada en tres ejes estratégicos: el post neoliberalismo (retorno de lo público), la conducción híper presidencialista (caudillista) y la formulación de un proyecto nacional con dos ejes. Un Estado soberano, es decir sin influencia externa, y unas políticas públicas que se ejecutan homogéneamente en todo el país.
En ese contexto, ¿qué ocurrió con los territorios y en particular con las capitales de estos países? Lo primero: los concibieron como si fueran espacialmente uniformes, produciendo una política impositiva que no reconoció el empoderamiento histórico de los municipios, ocurrido a fines del siglo pasado, gracias a los procesos de democratización de las sociedades nacionales. En otras palabras, la visión centralista no reconoció la autonomía municipal.
Segundo y respecto de las tres capitales: por primera vez se produce una diferenciación histórica entre capitalidad (asiento urbano del poder) y centralidad política (lugar desde donde se ejerce el poder), que condujo a un debilitamiento del sentido de capitalidad por el híper presidencialismo, ejercido de forma ubicua; o sea, en todas partes y al mismo tiempo y no desde la capital.
En tercer lugar, las tres capitales se convierten en opositoras a los gobiernos nacionales. Las administraciones municipales de La Paz y Caracas siempre han tenido un signo político distinto al MÁS de Morales y al PSUV de Chavez-Maduro. El caso de Quito tiene su matiz, pero se encuadra en la misma realidad: hasta 2009 el gobierno local fue de oposición como también lo ha sido después de 2014, porque Alianza País logró la alcaldía entre 2009 y 2014, y luego la perdió estrepitosamente. Esto nos muestra que las tres capitales han sido rebeldes.
Una cuarta característica: independiente del signo político de cada uno de los tres gobiernos locales de las capitales, se implantó una relación impositiva de lo nacional hacia lo local que finalmente se expresó en la pérdida de la autonomía municipal, donde Caracas es el caso más llamativo. En 2009, la Asamblea Nacional crea el Distrito Capital —instancia dependiente del ejecutivo nacional—, que le resta recursos económicos y competencias a la Alcaldía Mayor —electa popularmente—, que cuenta con cinco alcaldías municipales.
Uno de los grandes problemas que ha tenido el socialismo del siglo XXI ha sido no haber entendido la diversidad territorial nacida en la democratización de la representación política municipal
Adicionalmente, se debe consignar que tres alcaldes Mayores y dos alcaldes Menores han sido requeridos por el sistema judicial. El de Quito es menos explícito en la restricción de la autonomía, aunque también se la lesiona, por ejemplo, con la reproducción del modelo de gestión nacional a nivel municipal —bis a bis—; con la imposición del nombre del nuevo aeropuerto y con la fijación de la política sobre el centro histórico, entre otros. En La Paz es más leve e imperceptible la acción nacional en el ámbito de la ciudad; sin embargo, se pueden identificar dos modalidades: el impulso a ciertos municipios circunvecinos —en especial el de El Alto que hoy se encuentra conurbado con la capital—, y al manejo de los conflictos alrededor de los residuos sólidos y del agua.
El quinto rasgo es un elemento clave de la presencia estatal en las capitales: el tema de lo simbólico. Los tres estados nacionales han buscado "colonizar" sus capitales a través de implantar importantes "marcas urbanas". En La Paz se construyó el edificio moderno de la sede del ejecutivo gubernamental con el nombre de la Casa Grande del Pueblo (un edificio 30 pisos); en Quito, se edificaron las plataformas gubernamentales distribuidas estratégicamente en la ciudad, sobre la base del agrupamiento de las entidades nacionales, cada una de las cuales crea una centralidad urbana; y en Caracas, se erigió el Mausoleo a Chávez con un sentido muy claro de futuro. Las piezas diseñadas muestran un estilo arquitectónico muy particular del poder que ostentan.
Y sexto, el referido a la calidad de vida en las tres capitales. Caracas se ha convertido en una ciudad fantasmal: las infraestructuras —que son la base material de una ciudad— están devastadas como lo muestra el desabastecimiento de agua potable, energía eléctrica y transporte; así como también la precarización de los servicios de salud, educación, recreación y seguridad (la capital más violenta del mundo). Quito ha llegado a una crisis multidimensional como nunca antes se había visto, donde resaltan el modelo de gestión replicado de lo nacional al municipal es costoso e ineficiente, el presupuesto está colapsado; los servicios de recolección de basura y movilidad son absolutamente precarios, la lógica del urbanismo de proyectos y el discurso polarizador aumentaron las desigualdades urbanas. Y La Paz ha tenido problemas ambientales muy fuertes alrededor de los temas de residuos sólidos y del agua potable; así como del abastecimiento del gas.
Sin embargo y por otro lado, hay que resaltar que las tres capitales se beneficiaron del incremento de los precios petroleros y del manejo nacionalista de los mismos, debido a que son los gobiernos nacionales, asentados en las capitales, los que recibieron estos recursos, provocando un aumento de la capacidad de contratación de funcionarios públicos y mejorando la capacidad de consumo.
Con esto queda claro que uno de los grandes problemas que ha tenido el socialismo del siglo XXI ha sido no haber entendido la diversidad territorial nacida en la democratización de la representación política municipal, expresada en un proyecto nacional centralista, homogeneizador y jerárquico. Nunca propusieron la construcción de acuerdos, pactos o consensos territoriales que buscaran equilibrios de poder en el espacio nacional, sino todo lo contario: la imposición. La autonomía local prácticamente desapareció y con ello se esfumó la representación local. Las condiciones de vida de la población se han precarizado a pesar de tener una coyuntura económica favorable gracias al incremento de los precios del petróleo (los tres son países petroleros).
Sin embargo, allí están, resistiendo como ciudades rebeldes, primero como opositoras a los gobiernos nacionales y segundo como constructoras de futuro.
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