Macarena García, la actriz que quiere seguir siendo una chica normal
La intérprete de 'La Llamada' sigue anclada a su familia y amigos de siempre mientras su carrera evoluciona hacia papeles más maduros
La historia de Macarena García es la de una chica normal. Una madrileña morena, bajita (ella misma no tiene reparos en bromear sobre ello), de impresionantes ojos verdes, eso sí, y criada por una familia burguesa: una madre profesora de Pilates, un padre que trabaja en el Canal de Isabel II, un hermano cuatro años mayor. De ahí que la de historia de Macarena García sea extraordinaria. La de una chica que empezó haciendo musicales (High School Musical, en teatro y de rebote, porque la cogieron en el cásting de repesca) y se ha convertido en un rostro fundamental del cine español que ha ganado un Goya y una Concha de Plata y ha protagonizado dos docenas de series y películas, algunas de ellas aupada por su hermano, el director Javier Ambrossi, y su cuñado, Javier Calvo, Los Javis.
García acaba de cumplir 30 años y eso le ha dado madurez. Ya no es la chiquilla de Blancanieves, ni la adolescente de La Llamada, ni la becaria de B&b. Pero ella misma no se sacude la pose de chica corriente. La que tiene dos películas por estrenar y que rueda una serie de marcado carácter feminista para el prime time, sí, pero también la que a veces teme ir sola por la calle (“me cruzo de acera y tengo miedo de que me pueda pasar algo, como todas las mujeres”, asevera); la que se presenta a la entrevista como imagen de la nueva campaña de la marca de ropa Springfield, pero la que se reconoce como una muchacha salida de un colegio religioso, “muy casera, muy hogareña”.
Macarena García de la Camacha Gutiérrez-Ambrossi no es solo la hermana de uno de Los Javis, aunque lo diga su apellido. Es una actriz salida del teatro del colegio, primero; y del hall del teatro Lara, el lugar donde comenzó a representarse La Llamada, ese éxito teatral creado por su hermano y su cuñado y que después se convirtió en bombazo cinematográfico. Quiso ser psicóloga, pero hoy tiene clara su profesión y dedica “mucho tiempo” a elegir qué quiere hacer. “Al final una carrera se construye a base de noes y todas las decisiones son importantes”, reflexiona. Por eso ahora no reniega de nada de lo que ha hecho. “Creo que hay papeles más acertados, otros menos, como en cualquier carrera. Hay algunos de los que estoy más orgullosa, otros de los que digo: “Prefiero no volver a ver esta película” [risas]. Pero de todo se aprende y no hay nada que me arrepienta de haber hecho”.
Para ella, su familia es su núcleo. Vive rodeada de actores (algunas de sus mejores amigas, como Anna Castillo, Belén Cuesta, Nadia de Santiago y Claudia Traisac, lo son), directores (su hermano y su cuñado) y hasta músicos (es pareja del cantante Leiva). De ahí que reconozca que es “una suerte trabajar con la gente que te quiere”. Aún así, sigue aferrada a su origen: sus ocho amigas de siempre, con las que comparte su vida desde los cinco años, las que la ayudan a desconectar. Gente normal: médicos, abogadas, profesoras. “Nos vemos todas las semanas y son mi cable a tierra. Con ellas me siento tranquila, segura”. Su evolución imparable pero sin locuras ha hecho que todos vivan este proceso “de manera muy natural”. “Mi vida es muy normal, de verdad. Soy una trabajadora más”, trata de convencer.
Normal, pero implicada. Por ejemplo, con el feminismo. Su última serie, La otra mirada (TVE), cuya segunda temporada rueda ahora y que versa sobre una academia femenina en la Sevilla de los años veinte, le ha dejado poso. “He tenido la oportunidad de interpretar a una mujer, he dado un paso grande; estoy muy contenta”, dice, recalcando en su discurso el término mujer, más poderoso que el de chica o joven. Se declara “feminista, por supuesto” y cree que es algo natural y la clave para “que el mundo sea un poco más justo”.
Sin embargo, no fue criada para ello: “Vengo de un entorno clásico, de un colegio muy conservador, religioso… En esos lugares no te enseñan eso. Es algo que he ido descubriendo a medida que he ido creciendo, viviendo y dándome cuenta de lo que falta”. Lo ha ido supliendo informándose: “Quien no se entera es porque no quiere”. Pero concede: “Mi madre, Sofía, ha sido un ejemplo de mujer. He visto cómo tomaba las riendas de su vida”. Como siempre, la clave está en su núcleo.
Dos películas y una serie
No es, ni mucho menos, el único proyecto en el que está imbuida. Tiene dos películas pendientes de estreno. La primera, A pesar de todo, de Gabriela Tagliavini, para Netflix y que presentará en el inminente Festival de Cine de Málaga. En ella trabaja junto a Amaia Salamanca, Blanca Suárez, Belén Cuesta —"íntima amiga mía", sonríe—; son cuatro hermanas que se reencuentran tras la muerte de su madre (Carmen Maura). La segunda es Ventajas de viajar en tren, basada en el libro homónimo de Antonio Orejudo y opera prima de Aritz Moreno. También prepara ya la segunda temporada de La otra mirada, serie de Televisión Española sobre una academia femenina en la Sevilla de los años veinte.
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