Mi jefe me obliga a dormir la siesta
Empresas de China, Japón y EE UU lo tienen claro: sus empleados rinden mejor si se echan un sueñecito en jornada laboral
DIVERSOS MEDIOS de comunicación se han hecho eco recientemente de la imposición, por parte de algunas empresas asiáticas, de que sus empleados duerman la siesta. Según sus responsables, lo han hecho básicamente tras descubrir que la falta de sueño no solo afecta a la salud de los trabajadores, sino que tiene repercusión en el éxito de la compañía al influir en la eficiencia y la productividad. En concreto, el Gobierno japonés ha cuantificado en 138 millones de dólares (unos 119 millones de euros) el coste de horas improductivas debido a la somnolencia de los trabajadores.
En la sede central de la compañía china de alta tecnología y comunicaciones Huawei, situada en Shenzhen, todos los trabajadores duermen la siesta de una a dos de la tarde. Y en Japón, la empresa tecnológica Nextbeat Co. permite que sus empleados duerman 30 minutos de siesta al día como parte de sus ocho horas de trabajo. La empresa dispone de dos habitaciones insonorizadas (una para hombres y otra para mujeres) donde están prohibidos los teléfonos y los ordenadores.
Instar a que los trabajadores duerman la siesta se ha convertido en algo tan crucial para las compañías japonesas que incluso han creado una palabra nueva: inemuri, que podría traducirse como “dormir estando presente”. Resulta interesante que creen una nueva palabra, quizá porque la “siesta” española se ha asociado a pereza o a letargo estival, y los japoneses lo relacionan directamente a un recargo de energía necesario para la productividad.
El concepto “siesta” llegó hace años a Estados Unidos. La cumbre del capitalismo dejaba de ganar 63 millones de dólares (unos 55,5 millones de euros) en concepto de productividad perdida debido a la somnolencia de los trabajadores, según un estudio de 2011 del Journal Of Sleep. Un estudio publicado en la revista Neuroscience en 2002 ya analizó el rendimiento de ciertos trabajadores cuatro veces al día y demostró que en cada test la productividad de los trabajadores había descendido. Los que dormían una siesta de media hora eran capaces de detener ese empeoramiento progresivo, y los que dormían una hora entera incluso lo revertían.
Fue una doctora estadounidense la que publicó en 2007 el libro Take a Nap, Change Your Life! (Échate la siesta, cambia tu vida). Hoy, los responsables de las oficinas de Google en Nueva York permiten a sus empleados dormir la siesta en una especie de estructura-cama de madera con cortinas para proteger su privacidad. En el caso del gigante tecnológico no hay limitación del tiempo. Se considera que cada empleado es responsable de administrar sus horas de trabajo de la forma en que considere, si eso no merma su productividad. Otras compañías americanas con espacios habilitados para dormir siestas son White & Case, la NASA o The Huffington Post. Además, en la Gran Manzana han surgido varias empresas que ofrecen sus instalaciones para que sus socios puedan ir a dormir la siesta, como Dayuse o Nap York, un club abierto 24 horas que permite que sus clientes reserven una cama mediante una aplicación del teléfono móvil y que duerman una siesta de 30 minutos a cambio de 10 dólares (8,80 euros).
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