El ascenso imparable del talento español
Diseñadores, relaciones públicas, estilistas, editores. Una vanguardia de profesionales avanza hacia la conquista de las capitales del estilo. Reunimos en Milán, Londres y París a los nuevos nombres de la élite del sector.
PARÍS
Frescura y capacidad de reacción, armas para triunfar
PAU AVIA, estilista y editor de moda, lleva una década redonda viviendo en París. Alicantino de 30 años, empezó como becario en el departamento de prensa de Maison Margiela antes de pasarse al grupo Condé Nast, donde trabajó como estilista para publicaciones como GQ y Vogue. Hoy sigue colaborando con esta última y con clientes como Fendi, Hermès, Valentino, Ami Paris o Rimowa. Le apasiona la ciudad por su nivel cultural, que considera “apabullante y sin igual en el mundo”. Aunque al principio no fue sencillo aclimatarse. “Los parisienses son más reservados, serios y sombríos que nosotros”, admite. Con el tiempo, aprendió a “ser más asertivo” y a dejar de disculparse por existir. “En España la ambición está mal vista, cuando en el extranjero se percibe como algo bueno”, sostiene. “Tenemos cierto síndrome de inferioridad, cuando contamos con mucho talento y buenos productos. Deberíamos aprender a vendernos mejor”.
MIGUEL DANA tiene 28 años y lleva cinco en París, y es relaciones públicas de la histórica maison Balmain. Este barcelonés está a cargo de las comunicaciones de la marca con las celebrities, una misión que antes ya desempeñó en KCD, agencia de relaciones públicas líder en el sector de la moda. También colabora con la top Natalia Vodianova en su fundación filantrópica Naked Heart. Coincidimos con Dana en su peor semana: a cuatro días de los Oscar y en plena temporada de premios, durante la que ha supervisado la cesión de vestidos de Balmain a estrellas como Beyoncé, Alicia Keys, Katy Perry o Kylie Jenner. “A los franceses les gusta la espontaneidad española. Nos ayuda a solucionar problemas sobre la marcha, mientras que aquí son muy metódicos y se quedan bloqueados ante el primer imprevisto”, dice. De momento, Dana no se plantea volver. “En España se da menos oportunidades a los jóvenes. Sería complicado tener un cargo así a mi edad”.
AISA BALAGUER, diseñadora valenciana de 26 años, llegó a París para formarse en prestigiosos centros como ESMOD o la Escuela de la Cámara Sindical de la Costura. “En España no hay muchas escuelas internacionalmente reconocidas si quieres estudiar moda”, afirma. La creadora considera que se valora menos “la moda y el resto de artesanías” que en lugares como Francia, donde llevan años apoyando a los llamados métiers d’art. “Es irónico, teniendo un patrimonio tan rico como el nuestro, que sigamos pensando que los oficios van detrás de las carreras académicas”, dice. Balaguer trabajó con Stella McCartney en Londres durante dos años y luego en el estudio de la firma parisiense Carven, asistiendo al diseñador Serge Ruffieux, que dejó esta marca el pasado noviembre. Cree que los estereotipos que solían empañar la imagen de los españoles en Francia han quedado atrás. “Tenemos una ética de trabajo muy fuerte, anclada en nuestra educación. El que algo quiere, algo le cuesta”.
En España la ambición está mal vista, cuando en el extranjero se percibe como algo bueno
ARTURO OBEGERO, diseñador asturiano de 25 años, apunta alto. Cuando imagina el futuro, se ve al frente de una de las grandes firmas parisienses. “¿Por qué no Balenciaga? Me encantaría que volviera a estar dirigida por un español”, fantasea. Los espectaculares cortes y telas en negro estricto de este joven modista se inspiran en los del maestro vasco de la costura, cuyo legado y personalidad le obsesionan desde que era niño. Obegero se graduó en la prestigiosa Central Saint Martins de Londres, pero decidió mudarse a París hace algo menos de un año para integrarse en el estudio de Lanvin, donde trabaja a los órdenes del nuevo director creativo, Bruno Sialelli. “Londres es más loco, pero París me gusta porque me recuerda a Oviedo”, sonríe. Al margen de ese trabajo, desarrolla sus diseños y planea crear una marca propia. “Me vine a París porque mi moda encaja mejor que en otros sitios. Mis sueños están aquí”, concluye.
DANIEL MENÉNDEZ es director de comunicación internacional de Jean Paul Gaultier. Nació en Avilés hace 31 años y lleva siete en París, adonde llegó tras haber trabajado como coolhunter (cazador de tendencias) para el grupo Inditex. Entonces no hablaba francés y tenía una imagen negativa de una ciudad que siempre le pareció excesivamente fría. “Al cabo de poco, me di cuenta de que eran estereotipos. Ni ellos son esnobs aburridos, ni nosotros vamos por el mundo con una pandereta”, bromea. Suele contar en su equipo con numerosos españoles: fotógrafos, videoartistas, estilistas o peluqueros. “Aportamos creatividad y profesionalidad, pero también buen rollo y frescura, que son cualidades que a veces faltan en París”. En el sector del lujo, Menéndez ha observado que España está de moda. “La imagen de la inmigración económica que había en Francia en los sesenta ha quedado sustituida por nombres como Almodóvar, Loewe, Palomo Spain o Rosalía. Detecto un interés que no veía cuando llegué”, sostiene.
Texto de Álex Vicente
MILÁN
Un bastión de la creatividad y la iniciativa
ÓSCAR ESCOBAR tiene 34 años y es agente en IMG, una de las agencias de modelos más importantes del mundo, que cuenta entre sus representadas con estrellas de la pasarela de todas las épocas, de Carolyn Murphy a Bella Hadid. Siempre tuvo claro que probaría suerte fuera de España. En el instituto descubrió su pasión por la moda y poco después se matriculó en diseño en el IED de Barcelona.
Se graduó en plena crisis económica y entró en la agencia de modelos española Uno. Después de tres meses como asistente ya trabajaba como agente. De ahí saltó a la capital francesa en 2015, donde pasó a formar parte del equipo de IMG, y más tarde se mudó a Italia. Ahora no piensa en volver. Lamenta que en España no se apoyen ni se promocionen los recursos y el talento, que según él no faltan.
CLAUDIA GIRBAU PINA llegó a Milán para incorporarse a Prada como diseñadora hace un año, después de varias mudanzas frenéticas que la llevaron a vivir en otras capitales de la moda como Londres, París o Amberes. Esta barcelonesa de 26 años que se pasaba el día dibujando descubrió el potencial de su creatividad en la adolescencia. Con 18 años ingresó en la Central Saint Martins de Londres, considerada una de las mejores escuelas de diseño del mundo. En la capital británica también hizo prácticas en firmas como JW Anderson, Vivienne Westwood o Marques’Almeida. Después de un año como aprendiz en París y otro en Amberes, regresó a Londres para estudiar un máster. A mitad de curso recibió una llamada de Prada e hizo las maletas. Milán siempre había estado en su horizonte.
Ahora Girbau, que se nutre de todo lo que la rodea y que cree que cualquier cosa se puede transformar en moda, quiere establecerse definitivamente en la ciudad.
BRAIS VILASÓ, de 29 años, es estilista, editor de moda freelance y una de las figuras más polifacéticas de la cantera española. Este gallego es responsable, junto a Xim Ramonell, de Assistant, una irreverente publicación que retrataba los entresijos de la industria de la moda a través, como su nombre indica, de las experiencias de los asistentes de grandes periodistas, estilistas, diseñadores, fotógrafos y relaciones públicas. Este original enfoque les permitía no solo dar a conocer a futuros talentos, sino establecer un espacio de libertad creativa donde estos podían expresarse, lejos de la sombra de sus famosos jefes. Tras cinco años, Vilasó ha puesto fin a este proyecto que nació mientras trabajaba en París y le ha acompañado durante los dos años que lleva viviendo en Milán. Llegó a la ciudad porque quería estar “donde pasan las cosas y cuando están pasando”. Ahora quiere centrarse en nuevos proyectos. “Se cierra una puerta y se abre una ventana”.
LONDRES
La capital de la sastrería clásica y las ‘start-ups’
JOSÉ OJEDA es director general del motor de búsqueda de marcas de moda Lyst. Tras estudiar Empresariales en Barcelona, un máster en Harvard y trabajar como consultor, todo apuntaba a que este granadino de 37 años haría carrera en el sector corporativo. Pero en Boston le había picado “el gusanillo emprendedor” y, al identificar “un espacio claro en la moda donde la tecnología podía añadir mucho valor al cliente”, se trasladó a Londres para cofundar la start-up Smithfield Case. “Un equipo de estilistas seleccionaba outfits para hombres a los que no les gustaba comprar”, recuerda. Ojeda vendió la empresa a uno de sus competidores y cambió de continente para comandar el portal de comercio electrónico Zalora en Tailandia, con 250 personas a su cargo. En 2015 regresó a Londres como director general de Lyst, un motor de búsqueda con más de 12.000 firmas y tiendas (en su mayoría, de lujo) que les pagan una comisión por cada venta que se realiza a través de su plataforma. “Que afecte a nuestra capacidad para atraer talento es lo que más me preocupa del Brexit; pero de momento no nos hemos vuelto locos con este tema”.
LAURA VILLASENIN, fundadora y diseñadora de Miista. Cuando en 2001 Villasenin, de 39 años, aterrizó en Londres desde su Galicia natal, lo hizo escuchando la voz interior que la animaba a hacer “algo creativo”. Y se encontró con un universo de posibilidades. Acabó decantándose por Cordwainers, una prestigiosa escuela de zapateros, “porque mezclaba la moda con un diseño de producto más industrial”. Tras sendas etapas en Canadá y Nueva York, volvió a la capital británica para trabajar en una start-up de moda sostenible; aunque efímera, la experiencia le dio la seguridad necesaria para lanzar su propia firma de calzado, Miista (de la que también es directora general), en 2010: “Yo creía en una marca fabricada en España donde la parte artesana fuera superimportante, pero que a la vez innovara en diseño y tecnología”. Hoy lidera una empresa con tres boutiques propias —en Londres, Barcelona y París— que este marzo estrena colección de bolsos, y es adorada por la generación Instagram. “A nuestra clienta la llamamos ‘la mujer pensante”, dice, “porque le interesa lo que pasa en la cultura o la política y cuáles son nuestros ideales como marca”.
EMILIO DE LA MORENA, fundador y diseñador de su marca homónima. Durante casi una década, este alicantino de 43 años fue “el español de la London Fashion Week”, la pasarela donde presentaba sus colecciones hasta el año pasado. Esta temporada ha preferido cerrar citas privadas con editores y compradores. “Hay que tener claro qué va a ayudar a la empresa a crecer, y un desfile vale 70.000 libras (unos 80.000 euros)”, explica. Lo suyo con la moda fue un segundo acto vital: “Trabajaba en Londres de consultor, pero esa no era la vida que había pensado que iba a tener, y comprendí que lo que siempre había querido era ser diseñador. Fue como una revelación”. Tras cursar el último año del máster en Moda Masculina del London College of Fashion y colaborar con el diseñador Jonathan Saunders o la estilista Sarah Richardson, en 2007 registró su firma de mujer, cuya primera colección ganó el premio Newgen, un prestigioso galardón que concede el British Fashion Council a nuevos talentos. Su estética ochentera y ultrafemenina —de la que son fans Kylie Minogue, Leighton Meester o Julia Restoin Roitfeld— es la seña de identidad, y el vestido de cóctel, su prenda fetiche. En el futuro se plantea explorar nuevas categorías, como la lencería o los perfumes.
Lo que más nos preocupa del Brexit es que afecte a nuestra capacidad para atraer talento
CARLOTA BARRERA, fundadora y diseñadora de su marca homónima. Para esta creadora de 26 años, Londres es la ciudad donde los sueños se hacen realidad, al menos el suyo: “Siempre quise vivir aquí y tener mi propia marca, pero me parecía un imposible. Ahora que me está pasando, no me lo creo”. La asturiana se formó en Central Saint Martins y el IED, y trabajó con Carmen March en Pedro del Hierro y con el británico Richard Quinn. Pero la sastrería le atraía más que los vestidos: “Que el detalle y la funcionalidad estén tan bien pensados me resulta fascinante”. El año pasado terminó el máster en Moda Masculina del London College of Fashion, y su proyecto final, inspirado en la estética de la tauromaquia, se convirtió en su primera colección, que ya está a la venta online desde marzo (acaba de presentar la segunda). Sus prendas fluidas remiten al movimiento unisex, aunque ella no las concibe como tal: “Mi marca no lo es, pero me parece muy interesante el cambio que estamos experimentando. Yo soy la primera que me pongo cosas de hombre”. / María Contreras
Un sevillano al frente de un emblema británico
Para alguien que no conozca su historia, el acento de Johnny Coca resulta ilocalizable. En su habla se intuye el eco de todos los lugares en los que ha vivido: España, tierra en la que nacieron también sus padres; Francia, donde llegó de niño, estudió ingeniería, arquitectura y diseño, y trabajó para Louis Vuitton y Celine (primero con Michael Kors y en una segunda etapa con Phoebe Philo, con quien formó un tándem que define como “superfuerte”); Italia, país al que se mudó cuando diseñó para Bally, y ahora Inglaterra, donde ejerce de director creativo de Mulberry desde 2015. En otras palabras, el sevillano lleva toda su vida dando un salto mortal detrás de otro. “Cuando eres joven no tienes miedo”, asegura él. “Tú creas tu futuro y no tienes que ponerte límites”. En Reino Unido, la firma —que produce el 60% de sus artículos en el condado de Somerset— es toda una institución: “El primer regalo que le das a tu hija cuando acaba la escuela es un bolso de Mulberry”, apunta Coca. Pero tras la partida de la anterior diseñadora y como consecuencia de una estrategia empresarial fallida, la marca estaba desnortada. A Coca le pidieron que transformara una casa de marroquinería eminentemente inglesa en una marca de moda global, lo que implicaba un delicado ejercicio de funambulismo para atraer a clientas nuevas sin perder a las de siempre. Él recurrió a todo lo que ama de la cultura británica —“arte, música, arquitectura, biker, piel, kilt, cuadros, pop rock, Kate Moss, Nick Knight”, enumera— y reformuló esas referencias bajo su filtro personal.
El creador, que hoy acaba de desvelar su primera colección de gafas para Mulberry, tiene casa en Londres y en París. En ambas ciudades va al trabajo andando e intenta pasar mucho tiempo con su equipo —“me gusta pensar con ellos”, dice— mientras supervisa cada aspecto del negocio: prototipos, marketing, tiendas, publicidad… Además, muchos alumnos de Central Saint Martins, donde impartió tutorías durante seis años, lo consideran un mentor. “Tenía 25 o 30 estudiantes y les explicaba con ejemplos muy concretos cómo se crea una marca. También les planteaba un proyecto, por ejemplo: ‘Este año vamos a pensar por qué un bolso es icónico”, explica. Algunos de ellos han acabado trabajando con Coca, que nunca ha olvidado que, cuando tenía 23 años y ninguna experiencia, otro hizo lo mismo por él: “Alguien tiene que darte la oportunidad”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.