“Cuando hay enfrentamientos, vienen y violan a las mujeres; incluso a embarazadas, niñas y ancianas”
MSF denuncia el alto número de víctimas de violencia sexual que están llegando a los centros de salud de Salamabila, en la República Democrática del Congo, donde el conflicto armado se ha intensificado desde inicios de 2018
B., una mujer de 36 años y madre de siete hijos, es una de las 157 víctimas de violencia sexual que hemos tratado en Salamabila (República Democrática del Congo) a lo largo de los últimos ocho meses. Estamos viendo una media de 20 víctimas al mes desde que comenzamos nuestras actividades.
"Fui al campo de Machapano, donde tres hombres armados me atacaron y me violaron; uno tras otro", le confesaba B. a uno de nuestros psicólogos. Su historia no es ninguna excepción; de hecho, en cuanto hablas con un puñado de mujeres más, te das rápidamente cuenta de que todas ellas han vivido episodios terriblemente traumáticos y de que sus relatos cuentan con muchos elementos en común.
Según el padre Augustin, el párroco local, las cifras que nosotros manejamos representan solo una pequeña parte de un fenómeno que en realidad es mucho más amplio. "Antes de la llegada de Médicos sin Fronteras (MSF), todos los casos denunciados de violencia sexual me llegaban a mí, y estoy convencido de que los testimonios que hoy conocemos son solo una pequeña parte de los casos reales. Muchas mujeres y muchas parejas no quieren hablar sobre sus experiencias porque tienen miedo del estigma que esto conllevaría para ellos".
Permitidme que os explique brevemente el contexto en el que trabajamos: Salamabila se encuentra en el territorio de Kabambare, cerca del monte Namoya, donde hay una reserva de oro que durante mucho tiempo fue una de las principales fuentes de ingresos para la población local. En 2012 se desencadenaron enfrentamientos por el control del negocio y por las posesiones de las tierras, y desde entonces la población local ha ido sufriendo una marginación cada vez mayor. En estos siete años no se ha llegado a ningún acuerdo entre los diversos grupos enfrentados, y la presencia de hombres armados en la zona ha ido aumentando constantemente desde entonces.
MSF ha creado un programa para que los hombres de la comunidad entiendan las terribles consecuencias que tienen para las mujeres los casos de violencia sexual
La inestabilidad tiene importantes consecuencias para la gente de Salamabila, que se ve obligada a abandonar sus casas y huir al monte cada vez que se produce un nuevo estallido de violencia. Además de los saqueos, de los incendios y del corte de los accesos a la ciudad, cada vez que se producen nuevos combates, nuestros equipos reciben numerosos heridos y víctimas en el hospital.
Pero volvamos de nuevo al asunto que nos ocupa: las víctimas de violencia sexual. Mama H. es una de las pocas personas de la zona que brinda apoyo a las mujeres que han sufrido agresiones. Su papel en la comunidad es fundamental: cada vez que identifica a una mujer que ha sufrido un episodio de violencia sexual, le ofrece alojamiento y le brinda consejos e indicaciones para que pueda buscar tratamiento médico y psicológico. Y según ella, el número de casos que recibe está estrechamente relacionado con la presencia de hombres armados en la zona: "Cuando hay enfrentamientos, vienen y violan a las mujeres. Incluso a mujeres embarazadas, niñas y ancianas. A la hora de infringir daños, los agresores no hacen muchas diferencias", afirma.
Desde el pasado mes de abril, nosotros estamos prestando atención médica y psicológica a los grupos más vulnerables de la región en el hospital general de referencia de Salamabila y en otros tres centros de salud periféricos. Uno de nuestros principales retos consiste en lograr identificar a las víctimas de violencia sexual y hacerles llegar la información sobre los servicios que podemos ofrecerles. Para poder hacerlo de la manera más eficaz, contamos con un amplio equipo de trabajadores de salud comunitaria, que visitan las aldeas para transmitir información sobre nuestros servicios a toda la población. Cada vez que identifican a una víctima de violencia sexual, le ofrecen ir hasta el centro de coordinación local, desde donde la derivarán al hospital o al centro de salud más cercano. Después, los médicos realizan todas las exploraciones físicas y deciden el tratamiento que se le va a administrar. Y por último, los psicólogos evalúan el nivel de trauma y hacen un seguimiento al paciente en el hospital o en su hogar, en el caso de que de que este paciente haya podido regresar a casa después de haber sufrido la agresión.
También hemos creado un programa llamado The men's school, cuyo objetivo consiste en hacer entender a todos los hombres de la comunidad las terribles consecuencias que tienen para las mujeres los casos de violencia sexual. De esta manera, intentamos rebajar el estigma y ayudar a que puedan entender y apoyar mejor a sus esposas, hijas y familias.
¿Y cuáles son estas consecuencias de las que hablamos en nuestra escuela para hombres? Pues desde el estigma social hasta la exclusión de la víctima por parte de la familia y de la comunidad, pasando por enfermedades, embarazos no deseados, las secuelas físicas que la agresión pueda dejar y la aparición de traumas psicológicos a largo plazo.
“Mi esposo me abandonó y ya no quiere saber nada de mí. Hoy, mis siete hijos y yo vivimos con Mama H.", explicaba B. en su relato a nuestros psicólogos. “Me gustaría cambiar mi situación y por ello me estoy planteando volver a vivir con mis padres en Kasongo, pero sé que la gente me preguntará por qué volví. Y prefiero morir antes que tener que responder a determinado tipo de preguntas. Sin embargo, sé que volver allí sería lo mejor para los niños, porque en Kasongo por lo menos no tendrían que sufrir la humillación que sufren aquí. Yo ya no tengo dolor físico, pero aún tengo que superar el enorme reto de aprender a soportar el rechazo", decía con resignación.
Debido a la volatilidad que hay en la región y al hecho de que las necesidades humanitarias son cada vez son acuciantes, en MSF hemos decidido ampliar recientemente nuestra intervención en Salamabila. Sin embargo, somos conscientes de que a pesar de nuestra presencia las mujeres siguen siendo muy vulnerables a la violencia. No importa dónde se encuentren, si en el campo o en el hogar, tampoco importa su edad, clase social o condición física; la realidad hoy en día en Salamabila es que las mujeres siguen experimentando las mismas atrocidades día tras día. Estemos o no estemos nosotros aquí.
Las estructuras sanitarias están en mal estado, son saqueadas regularmente y carecen de personal y suministros, por lo que resulta crucial poder ofrecer una mayor protección y apoyo socioeconómico a los civiles. Tenemos que lograr una mayor concienciación por parte de la comunidad sobre la prevalencia de la violencia sexual. Y aun así, con la persistente inseguridad que se vive en la zona, sabemos que no llegaremos a cubrir ni una pequeña fracción de todas las necesidades. Si queremos que se produzca un cambio real que se traduzca en una mejora en las condiciones de vida de todas estas personas, otras organizaciones humanitarias deberían poner también su granito de arena y dar un paso adelante. Nosotros ya estamos aquí, pero los demás están tardando demasiado en llegar.
Joao Martins es coordinador general de MSF en la República Democrática del Congo.
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